22.12.21

DATE UNA TREGUA



Recibo un vídeo sobre algo que ocurrió durante la I Guerra Mundial la noche del 24 de diciembre de 1914. En trincheras separadas entre sí unos trescientos metros, aguantan el frío invernal los soldados británicos en un lado y los alemanes en otro.

De pronto uno de los bandos empieza a entonar el villancico Noche de Paz y el otro bando se une a cantarlo en su propio idioma. Las voces de unos y otros se funden y algo se mueve en sus corazones, porque al amanecer, uno de los soldados sale de su trinchera con las manos en alto. Desde el otro lado, alguien le apunta para dispararle, pero un compañero se lo impide y sale a recibirle. Se encuentran y se dan la mano, se felicitan la Navidad. Detrás de ellos, tímidamente todos sus compañeros hacen lo mismo. Hablan, se hacen pequeños regalos, hasta organizan un partido de futbol. Luego, se despiden y vuelven a sus trincheras. Una tregua.

En Navidad, casi todos sentimos un anhelo de paz en el mundo. Lo mejor que podemos hacer para ello es estar en paz cada uno consigo mismo. ¿Cómo se logra eso? Dejando de pelearnos internamente.


¿Con qué parte tuya llevas más tiempo peleándote? ¿Qué te cuesta aceptar de ti?

¿Tu timidez, tu mal genio, tu despiste, tu exceso de responsabilidad, tu ansiedad, tu mala memoria, tu inseguridad, tu físico, tu sensibilidad, tu miedo…?

¿Puedes, por un momento, deponer las armas y dejar en paz a esa parte de ti que no aceptas?

¿Puedes dejarla ser?


Esta es mi propuesta navideña. 

Aceptar, aunque sea por un día, tus sombras: Sí, soy gruñon@, desagradecid@, impaciente, gloton@, miedos@, acelerad@, desconfiad@, criticon@ (que cada uno ponga aquí la parte que más le cuesta).

Muy bien: Pues por Navidad abrazo eso que me cuesta. Y añado: Soy más que eso. Soy tímid@, pero soy más que mi timidez. Soy impaciente, pero soy mucho más que mi impaciencia. Soy lent@, pero soy más que mi lentitud. Esa parte mía tiene una historia y una razón de ser y si la quiero transformar, antes tengo que aceptarla, dejar de resistirme.


Cuando abrazo esa parte de mí, se relaja y puedo moldearla. Por el contrario, cuando la rechazo se contrae, se endurece y se hace más fuerte. Es entonces cuando mi sombra oculta mi luz. Y yo misma me confundo y dejo de saber quién soy porque dejo de verla. Dejo de ver lo mejor de mí.


Distingue los dos bandos dentro de ti:

  • una voz machacona, repetitiva, autoritaria, exigente,  crítica que te hace sentir pequeña. .
  • Y otra que te dice: tú puedes, no tengas miedo, aprovecha esta oportunidad, no te preocupes, si no es hoy será otro día, confía.
Decide  a cuál de ellas vas a escuchar.

Si haces esto contigo esta Navidad, aceptando tus puntos débiles, tus sombras, tus carencias como parte de ti, podrás hacer este mismo regalo a los tuyos. Cuando decides aceptar aquello que te cuesta de los seres que te rodean, compruebas que también ellos están luchando con sus sombras y que no vale la pena que añadas más leña al fuego. 


Te deseo , no solo una noche de paz, sino un año 2022 lleno de paz de la tuya, la que has conseguido dejando de pelearte contigo mism@.


🎄Date una tregua. 🎁


Marita Osés, 22 Diciembre 2021

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15.12.21

Pequeños pasos hacia el ser

Se acerca el fin del año, tiempo de hacer balance y formular buenos propósitos. Son tantas las incógnitas en esta época de Covid, que nos faltan elementos para poder plantearnos cómo será el 2022.
Pero sí tienes los elementos necesarios para decidir cómo quieres ser tú. Basta que te pares un momento, en silencio,  y te preguntes: ¿Qué tipo de persona me gustaría ser independientemente de la situación que me toque vivir? ¿Cómo quiero vivirlo, sea lo que sea? Y a continuación decidir el paso más pequeño que puedo dar HOY en esta dirección.

Imaginemos que quiero ser una persona más serena. La pregunta sería ¿Cómo alimento esa serenidad en mí? ¿Qué personas, qué actividades me tranquilizan? ¿En qué entornos encuentro la calma? Una vez averiguo las respuestas, las pongo en práctica. Puede que me dé cuenta, además, de que cuanto menos me juzgo más serena me siento. En ese caso,  lo que haré será estar atenta a mis juicios y descartarlos, antes de que hagan mella en mí y me roben la paz.


Tal vez decida ser más coherente. ¿Qué pequeños actos de coherencia me lo recordarán? Una persona que iba cada día al gimnasio, decidió que usar el ascensor era incoherente con el machacarse después haciendo máquinas durante más de una hora, por lo que decidió ir siempre por las escaleras. Es un acto insignificante, pero a ella le recordaba su deseo de coherencia en otros ámbitos de su vida.

Otra ansiaba ser más estable emocionalmente y me contaba que cada vez que se pasaba de copas, decía y hacía cosas de las que se arrepentía luego y le hacían sentir mal y entrar en una montaña rusa emocional. Su paso en la dirección deseada fue tomar la determinación de parar antes de la tercera copa. Decir “hasta aquí” después de la segunda, no como imposición, sino como una forma de respetarse para no llegar a un punto en el que dejaba de ser dueña de sí misma y se convertía en víctima de sus emociones amplificadas por el alcohol.

Podríamos poner infinitos ejemplos…ahora piensa tú qué deseas de tu persona. Si quieres ser más resolutiv@, tal vez te convenga tomar una decisión firme a la semana. ¿Más servicial? Hacer un favor al día te encaminará en esa dirección ¿Más generosa? Desprenderte  de algo tuyo una vez al mes durante 6 meses puede ayudarte a descubrir la dicha de dar.

No se trata de hacer grandes cosas, sino todo lo contrario, cosas asequibles, que me den la seguridad de que puedo repetirlas hasta que me vea capaz de hacer otras de mayor envergadura. Es la manera de construir mi confianza y no frustrarme.


Si tu crític@ intern@ te susurra al oído: “¡Vaya ridiculez! ¿Así que por hacer estas bobadas te crees más divertid@, más atractiv@, más empátic@?” puedes entablar un diálogo con esta voz, con el firme propósito de validarte.

Porque, diga lo que diga tu censor interno,  no cabe duda de que, por pequeño que sea el paso que des, te acerca a aquello que quieres ser.

El mero hecho de haberlo intentado implica: que has tomado conciencia, te has inspirado en tu mejor versión y has puesto medios para ir hacia ella. Has dedicado un tiempo a hacer eso, lo que significa que te valoras. Y lo mejor de todo: te das cuenta de que lo que deseas ser ya lo eres, porque de lo contrario no podías haber dado esos pequeños pasos.  Tanto tu anhelo como tus pasos hacia él te están mostrando la madera de la que estas hech@. Da pues un primer paso, no tienes nada que perder. Y todo un horizonte nuevo que ganar.

Marita Osés
15 diciembre 2021

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9.12.21

La adversidad, una oportunidad para desvelar tu potencial



¿Recuerdas algún momento en el que la vida te puso a prueba y respondiste a pesar de la dificultad de la situación?
¿En qué cualidades tuyas te apoyaste para hacer frente a esa situación?


¿Fue tu paciencia la clave?
¿Tu sentido del humor?
¿Tu esperanza a prueba de bomba?
¿Tu perseverancia?
¿Tu honestidad? ¿Tu lealtad a ti mism@?
¿Tu valentía?

¿En qué habilidad o característica tuya sabes que puedes confiar?


La adversidad también puede propiciar emociones que calificamos de negativas, como la ira o la tristeza, y que no lo son. Tanto la una como la otra,  son fuerzas que podemos utilizar en uno u otro sentido.

El enfado puede ayudarme a salir de mi zona de confort o de mi parálisis debido a una decepción, por ejemplo. Y la tristeza es una emoción que, al robarnos la energía, nos obliga a parar, impidiendo que nos refugiemos en una hiperactividad que podría ser una huida de uno mismo.

Podríamos decir que la adversidad es una herramienta de autoconocimiento porque, cuando la vida se pone difícil, brotan de nosotros cualidades y energías que desconocíamos o que habíamos olvidado. En ocasiones, es nuestra propia reacción inconsciente la que nos hace darnos cuenta de que, en efecto, estábamos preparados para afrontar esa situación. Pero si no tomas conciencia de ello, este aspecto positivo de tu persona puede volver a caer en el olvido. Por eso es útil revisar momentos críticos de tu pasado intentando detectar qué es lo que brotó de ti y reconocerlo como algo propio para  incorporarlo a tu “caja de herramientas”. Si no lo haces, volverás a archivarlo en tu inconsciente y serás como quien tiene una caja de herramientas, pero no sabe qué hay dentro.


Cuando ignoras u olvidas lo que te puede servir en un momento determinado, te sientes más indefens@, menos segur@, menos preparad@ para hacer frente a los problemas o retos que aparecerán sin duda a lo largo de tu camino.

Conocer tus recursos personales te hace sentirte capaz frente a la vida. Qué lástima sentirte insegur@ por ignorancia, cuando en realidad podrías contar con aspectos de ti que desconoces. Vale mucho la pena reconocer tus cualidades y darles utilidad, porque eso es, además, lo que te desvelará el propósito de tu vida. Aquello para lo que estás especialmente dotad@ te hará sentir feliz si lo usas y lo alimentas y dará sentido a tu vida, ya sea que lo apliques profesionalmente o en tu vida personal. 

Aprovecha pues estas ocasiones difíciles en las que es mucho más probable que surjan esas capacidades tuyas por pura necesidad. En este momento de tu vida
¿Qué cualidad o cualidades está despertando la situación concreta que te está tocando vivir?
Al registrarlas internamente, estas herramientas estarán mucho más disponibles cuando vuelvas a necesitarlas, y cada vez que hagas uso de ellas, las afinarás todavía más. Por el contrario, si quedan sepultadas en tu inconsciente, no podrás acudir  a ellas cuando te hagan falta. No dejes que se apaguen por falta de uso. Es más, no esperes a que llegue la adversidad para descubrirlas; mira en tu interior y descubre aquello de lo que la vida te ha dotado para poder realizar tu viaje con plenitud. Hay pocas cosas tan gratificantes como eso. Y hay pocas cosas más tristes que un potencial sin estrenar.

Marita Osés
9 Diciembre 2021
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1.12.21

¿Quién decide lo que mereces?

 


¿Te has sorprendido alguna vez cuestionando –o incluso bloqueando- un deseo porque una voz dentro de ti te dice “No lo necesitas”? El criterio de necesidad es muy relativo.
Todo depende de lo que consideres necesario.

Necesario ¿para qué? ¿Para tu salud física, mental, emocional? ¿Para tu bienestar? ¿Para tu placer?  Y depende también del lugar que ocupan la salud, el bienestar o el placer en tu escala de valores. Puede ocurrir también que ese “No lo necesitas” esconda un argumento más sutil: “No lo mereces”.

¿Qué significa eso?
¿No vales lo suficiente como para tener derecho a lo que deseas?
¿Acaso tienes que “ganarte” ese derecho?
¿Te da corte satisfacer este deseo porque en el fondo no te sientes digno de ello?

Me sorprenden las personas que exclaman “¡Qué bien vives!” no con admiración o ganas de celebrar la suerte de quien vive bien, sino con un deje de reproche, como si no fuese correcto hacer todo lo posible por estar a gusto con la vida. ¿Quién sabe tanto de mi vida que puede dictaminar lo que merezco o no y en qué hechos se va a basar para aplicar ese criterio de merecimiento? Si sientes la necesidad de justificarte por ser feliz, por hacer lo posible para que se cumplan tus deseos, pregúntate qué hay de malo en ello.

Me comenta una persona durante un coaching que su padre solía repetirle: “No te mereces ni el pan que comes”, no porque ella fuera especialmente difícil, sino porque él necesitaba sentirse superior a todos los miembros de la familia y con esa afirmación la empequeñecía. No es de extrañar que esta persona tenga un concepto muy pobre de sí misma y se exija muchísimo para sentirse digna.

Cuando en nuestra infancia nos dicen: “Si no haces esto (o “si no eres así”) no te querré", aprendemos que el amor hay que merecerlo y lo convertimos en un trueque, pervirtiendo su contenido: Yo te doy si tú me das. El verdadero amor es gratuito. Amor es alegría por el mero hecho de que el otro existe y es también entrega desinteresada fruto de esa alegría. No hay nada que merecer, nada que ganar. Amo porque quiero amar. Amo porque decido amar. El amor no sabe de méritos o deméritos porque abraza la totalidad de la persona.


Amarte con amor gratuito es no exigir merecer lo que deseas.

Si hay un deseo en el que coincidimos todos es el de amar y ser amados.

¿Sientes que mereces ser amado?

¿O sientes que tienes que hacer muchos méritos para “conseguirlo”?


No hay más mérito que ser la persona que eres. Si no te valoras como tal, o bien dejarás de ser tú para aparentar otra persona más digna de ser amada de lo que tú crees ser, o bien, si alguien te ama, no  te lo creerás y acabarás rechazando a esta persona, sin entender por qué lo haces.

Cuando nos aman de verdad, no nos exigen que seamos o hagamos nada extra, no nos obligan a hacer méritos para ganar ese amor.

¿Te amas tú de este modo?


Marita Osés

29 Noviembre 2021

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15.11.21

¿Qué dicen de ti tus deseos?

En las sesiones de coaching, algunas personas expresan su sensación de no saber ni quiénes son ni por dónde empezar a averiguarlo. Hacer una lista con tus deseos más frecuentes, sin emitir juicio alguno sobre ellos, es una buena manera de entrar dentro de ti y conocerte.

El primer obstáculo en este ejercicio de autoconocimiento será discernir si son tuyos o son proyecciones de lo que otros han diseñado para ti.
 
¿Quieres casarte y tener hijos o eso es lo que más desean tus padres y no puedes ni pensar en “defraudarles”? O tal vez todas tus amigas están en esa vía y te sientes excluida si no lo haces y eso sería una manera perfecta de “encajar”. ¿Quieres ejercer esta profesión o eso  es lo que tu padre siempre soñó y te invade la culpa cuando sueñas en abandonar esta trayectoria profesional y dedicarte a lo que de verdad te gusta? ¿Deseas de verdad estar tan delgada (o ser tan deportista o tan leída) o eso es  lo que se considera correcto y deseable en tu familia, o lo que tu entorno te impone si quieres ser aceptada en este grupo concreto al que te gustaría pertenecer?
Se trata de hacer un ejercicio de honestidad con uno mismo, lo cual no siempre resulta fácil cuando desde pequeños nos han inculcado tantas cosas que ya no sabemos las que son genuinamente nuestras y las que nos han sido contagiadas. Pero si un deseo no es genuino, cuando lo satisfacemos en lugar de sentirnos contentos, aparece(o permanece)  una incomodidad de fondo, que nos dice: “Vale, y ahora ¿qué?”. Cuando nos han educado en un sentido muy estricto de la responsabilidad, estamos tan conectados con las obligaciones que desconectamos sin darnos cuenta de los deseos hasta el punto de no sentirlos. Y  si la vida nos concede alguno inesperadamente, sentimos una alegría inmensa y nos damos cuenta de repente de lo mucho que lo habíamos anhelado sin saberlo.

Para conectar con el deseo es necesario escucharse y formularlo internamente y atreverse a desafiar lo que tu entorno considera deseable.
 


Observar cómo brota dentro de mi el deseo  y si tengo estrategias para distraerlo y no atenderlo, o incluso negarlo,  o si me pongo en marcha para su consecución. 

Después de escucharlo, es muy útil descifrarlo, porque un mismo deseo puede tener diferentes significados. El deseo de realizar un viaje para una persona significará escapada romántica, para otra desconexión y descanso, para otra libertad o novedad, búsqueda de experiencias, para otra contacto con la naturaleza, para otra necesidad abrirse y conocer gente diferente a la que le rodea o explorar un lugar donde tal vez decida quedarse a vivir.

Averiguar la motivación que late detrás de tus deseos es una manera de conocerte:

¿PARA QUÉ deseo hacer u obtener esto? 
Tan importante como conectar con tus deseos es expresarlos. Cada vez que expresas un deseo te haces presente, te defines, te significas. ¿Te atreves a expresarlos? Hay personas que no expresan sus deseos porque equiparan desear con necesitar y necesitar con ser débil.  En realidad, la diferencia no radica en desear o no sino más bien en ser dueño de tus deseos o dejar que tus deseos se adueñen de ti.
A veces, puedes manipular a otros por medio de la expresión de tus deseos. ¿Estás formulando de manera limpia y sin segundas intenciones tu deseo, o es una estrategia para conseguir algo de alguien? Esta práctica, una vez descubierta, puede granjearte la desconfianza de las personas con las que la utilizas. 

Si el deseo es una pulsión de tu ser profundo, expresarlo es expresarte, darte a conocer, es abrirte y, desde luego,  arriesgarte a no satisfacerlo.  Tú eres el responsable de satisfacer ese deseo, pero puede que necesites la colaboración de otras personas. ¿Quieres más movimiento en tu vida, más tiempo de lectura, más contacto social, más silencio, más diversión, más profundidad? Para satisfacer el deseo de leer más, tal vez tengas que pedir a tu hermano que se ocupe un rato más de tu madre, o a tu pareja que llegue antes a casa o a tus amigas que no cuenten contigo esa tarde.
¿Qué te ocurre cuando tienes que PEDIR para satisfacer un deseo propio?
¿Te sientes con derecho a hacerlo?
Volveremos sobre este tema, la semana que viene. De momento, podrías formular un deseo cuya satisfacción dependa de ti (no vale “que me toque la lotería”) y observa si haces lo que esté en tu mano para atenderlo. Si no lo haces, ¿a qué se debe?

Marita Osés
15 noviembre 2021

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3.11.21

Validarte como ser único

Dar el visto bueno en un documento significa que ha sido examinado por el que firma debajo y que lo ha encontrado correcto. (¿Podrías hacer eso en este instante, si el documento fueras tú mismo?)

El visto bueno puede indicar simplemente que el documento ha sido expedido por una persona autorizada y que se reconoce la firma, sin juzgar el contenido. (¿Te reconoces  el derecho a ser como eres, sin juzgar el contenido?)

En otro sentido, cualquiera puede necesitar el visto bueno de otra persona en algún momento: un niño que quiere dormir en casa de un amiguito necesita el visto bueno de sus padres, o el empleado que desea hacer algún cambio en la oficina, solicita el visto bueno de su jefe. (¿Te das permiso para ser quién eres? ¿Qué o quién te lo impide? )

¿Qué te falta para darte el visto bueno? 🖊️

Si te cuesta responder a esta pregunta, hazte otra primero: ¿Qué te reprochaban tus padres o los adultos de tu infancia? ¿Qué deseaban que fueras?

¿Más ordenada, más estudioso, más delgada, más ambicioso, menos extrovertida, menos tímido, menos soñadora, menos bohemio…? Si lo que te falta para darte el visto bueno coincide con alguno de los aspectos que ellos habrían deseado que tuvieses, estás mirándote todavía con sus ojos, no con los tuyos. Ellos no podían saber quién eras realmente, porque te miraban a través del filtro de sus expectativas. Es probable que lo que encontraran a faltar en ti fuera más una proyección de sus miedos y de sus frustraciones, que un deseo genuino.

¿Hasta cuándo vas a depender de su mirada?

Si alguien desea una flor, cualquier flor satisfará su deseo. Si alguien desea una margarita y le traen una rosa, notará a faltar todo lo que ella encuentra en la margarita aunque la rosa sea perfecta. Desear que un hijo sea de una determinada manera, es imponerle unas condiciones que lo marcarán de por vida.

Cuando el entorno en el que has nacido no está alineado con lo que eres y valoras, tienes más dificultades para validarte por temor al rechazo. Todos necesitamos sentir que pertenecemos al grupo en el que nos movemos, y si no tenemos sentimiento de pertenencia por no comulgar con sus valores, empezaremos a prostituirnos para encajar. Con tal de no sentir el temido rechazo, llegamos a hacer muchas concesiones. Hasta que nos damos cuenta de que estamos haciendo precisamente lo que intentamos evitar: rechazarnos. La vía para librarse de esta incoherencia, que además es una tortura, es mirar hacia adentro con honestidad y sin filtros:

¿Quién soy, qué brota de mi sin esfuerzo, hacia qué  siento una inclinación natural, fácil, en dónde me siento cómodo, a gusto? Y RESPETARLO.

Que no seas exactamente lo que otra persona desea no es razón para invalidarte o para retirarte el permiso de ser tú. Tu semilla es la que es, y si eres una bellota, cuando germines acabarás siendo un roble, mal que le pese al que deseaba tener a su lado un olivo. Que se vaya a buscar un olivo donde los haya.

✔️Validarte significa darte permiso para ser, sin obligarte a hacer contorsiones o a falsear lo que sientes para obtener la aprobación externa. Darte el visto bueno te da autonomía y fuerza. No significa que te des por acabado. Los seres vivos o viven o mueren, no tienen un estado de pausa como las máquinas. En el ser humano, la pausa es la muerte. El visto bueno sirve, precisamente, para seguir adelante.

✔️Validarte significa aceptar y agradecer todas las partes que te constituyen y sentir que son suficientes para llevar la vida que deseas llevar. Dar por buena tu caja de herramientas básica, sin perjuicio de que las puedas afilar, enriquecer, lubricar, reinventar, complementar. Hay que empezar por conocer y valorar esas herramientas. Primer paso: Tomar conciencia de tus cualidades, recursos, características esenciales, independientemente del tiempo que hace que no las manifiestes. Pide ayuda a las personas que te quieren, si te cuesta reconocerlas.

Conoce tu semilla y el árbol o la flor que estás llamado a ser.

La paz interior que todos anhelamos reside en la aceptación agradecida de lo que te ha tocado en suerte, y en encontrarle sentido al hecho de ser de esta manera que te hace ser tú y no otra persona. Validarte como ser único y necesario en el engranaje de la humanidad.

¿A qué esperas para darte el visto bueno? 🖊️✔️

Si no te validas, te resultará muy difícil validar a nadie más.


Marita Osés,  3 noviembre 2021


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27.10.21

¿Para quién tienes tiempo?


De manera muy oportuna, un amigo me ha recordado que
dar tiempo es dar amor. La vida es  una oportunidad más o menos larga de dar y recibir amor. A menudo estamos tan ansiosos por recibirlo que nos olvidamos de nuestra capacidad de darlo.


Y en otras ocasiones, no sabemos cómo hacerlo. Amar es tan sencillo como ofrecer tu tiempo a otra persona. 
No es imprescindible –y a veces no es posible- que la acaricies, la beses, la abraces para que se sienta querida. Basta con que le des tu tiempo.

Si tomas conciencia de para quién tienes tiempo, te darás cuenta de a quién amas.

Cuando estás tan atrapado por tus propias necesidades u obligaciones que no tienes tiempo para otras personas, es muy probable que tengan la sensación de no ser amadas, aunque tu sientas y afirmes con convicción que les amas. “Obras son amores y no buenas razones”, reza el refranero popular. El amor no es solo un sentimiento de ternura, o una pulsión hacia alguien, o una emoción cuando piensas en esa persona. El amor es dinámico y lleva a la acción concreta. 
Para tener tiempo para alguien, hay que reservárselo y estar disponible. Disponibilidad significa estar ahí para que la otra persona haga lo que quiera con tu tiempo, no marcar tú lo que ha de hacer o arreglártelas para acabar haciendo lo que tú querías. Disponibilidad es también gratuidad. Te doy este tiempo porque me llena dártelo, no para pedirte algo a cambio. Disponibilidad es presencia: estar ahí por entero, de pies a cabeza, recibiendo al otro, acogiéndolo, observando, escuchando y dejando que brote lo que hay dentro de ambos, sin retener nada.  Darle la papilla a mi hijo mientras leo el periódico no es darle mi tiempo. Escuchar cómo le ha ido el día a mi pareja mientras contesto al móvil no es darle mi tiempo. 

Muchas personas que quieren aumentar su autoestima se preguntan cómo se hace eso de amarse a sí mismas. Hazte esa sencilla pregunta
¿Reservo tiempo para mí?

Revisa tu día y mira cuánto tiempo has dedicado a cubrir tus necesidades, a tu bienestar, a tu placer, a hacer cosas que te gustan y te hacen sentir bien. Amarte es tener tiempo, presencia, disponibilidad para ti. Si al cabo del día, no has tenido ni un minuto para ti, te has ignorado, has vivido de espaldas a ti, el mensaje que te has enviado es “no mereces mi tiempo”, “no lo vales”, aunque no hayas sido consciente de hacerlo. Y al cabo de muchos días de enviarte este mensaje subliminal, te sentirás una persona  muy poco valiosa. Por el contrario, reservar tiempo para ti es decirte que te quieres y ese mensaje repetido hará que te sientas valorada y cuidada y evitará que exijas a tus relaciones el reconocimiento y la valoración que tú misma no te das.

Para las personas que nunca tienen tiempo, la misma pregunta, pero cambiando solo una palabra, les ayudará a entender por qué no tienen tiempo para unas cosas y sí para a otras y, por lo tanto, a averiguar cuáles son sus valores reales (no teóricos). La pregunta es ¿Para QUÉ tienes tiempo? Aquellas actividades a las que dedicas gran parte de tu tiempo, reflejan lo que valoras. Más que las actividades, la motivación que hay detrás de ellas (salud, aspecto personal, dinero, placer, reconocimiento….). 

¿Para QUIÉN tienes tiempo?
¿Para QUÉ tienes tiempo?

Ambas preguntas son buenas brújulas para decidir por dónde quieres que vaya tu vida. Feliz trayecto.

Marita Osés, 27 octubre 2021

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20.10.21

Reconocer tus pérdidas, recuperar tu poder personal


A veces, en una sesión de coaching, mientras exploramos algún patrón de comportamiento que está distorsionando el presente de la persona, descubrimos algún elemento o aspecto de su pasado que no había
formado parte del relato que había hecho de su vida.

De repente, este elemento adquiere un significado y una relevancia especiales. En muchos casos, se trata de una pérdida. Algunas no podemos olvidarlas de tan dolorosas que son, pero otras, las enterramos sin darnos cuenta, precisamente para dejar de sentir el dolor que de otro modo nos provocarían.
No somos conscientes de hasta qué punto ciertos sucesos de nuestro pasado han marcado nuestro carácter, nuestras decisiones, nuestra actitud vital. Reconocerlo es el primer paso para comprender el impacto que están teniendo en nuestra vida y recuperar nuestro poder personal.

No tienen por qué ser pérdidas objetivamente dramáticas, sino ser percibidas como tales por la persona que las sufrió. A un niño sensible a quien su padre no solo le negó el deseo de recoger a un gatito abandonado sino que le obligó a ahogarlo, ese hecho puede cargarle de culpa de por vida, o de terror hacia la crueldad de su padre o de los hombres en general, o en positivo, hacerle apostar de manera decisiva por una actitud no violenta. Por otro lado hay sucesos que hieren nuestro núcleo más profundo: la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres, la separación de un amigo íntimo por razones de traslado, un despido, una enfermedad grave y repentina…. Todos ellos conllevan pérdidas inesperadas e importantes que se incorporan a nuestro ADN emocional.

Estamos hechos tanto de presencias como de ausencias.

Los que están en nuestro día a día nos influyen, los que no están también, aunque ni siquiera llegáramos a conocerlos. Y si no, que se lo pregunten a quien no ha conocido a su padre o a su madre, o a quien nació después de que muriese un hermanito, o a quien oyó día tras día hablar de un abuelo eminente cuya sombra le ha perseguido toda su vida.
Esas ausencias condicionarán en gran medida las actitudes, decisiones y acciones de los que las sufran, sean conscientes o no de ellas. La experiencia de un amigo que no estuvo a tu lado cuando lo necesitaste puede convencerte de que la amistad no es un valor, ese regalo prometido que nunca llegó puede hacerte desconfiar de cualquier promesa, esa pareja que te abandonó después de soñar futuros contigo puede convertirte en un escéptico frente al amor, ese ser querido fallecido en accidente te enseña cruelmente, y de un día para otro, que la vida es efímera y que somos impotentes frente a muchos sucesos que no controlamos. Ante eso, tu reacción puede ser convertirte al hedonismo, o  a ser un planificador compulsivo en un intento de controlar cualquier imprevisto que amenace con hacerte perder la seguridad o la estabilidad, como ocurrió en otro momento de tu vida.

¿Qué utilidad tiene conocer el impacto que han tenido las pérdidas en nuestras vidas?


Darnos cuenta de que muchas veces no estamos actuando en base a la situación presente sino reaccionando a un hecho pasado. Siendo  conscientes del rol que han tenido las pérdidas en nuestro recorrido vital, podremos desactivar el sistema defensivo que se desencadena en nosotros cuando conectamos con un dolor que nos remite al que nos produjo esa pérdida.

Si estamos a la defensiva, no decidimos, decide nuestro sistema defensivo por nosotros. Y nos lleva a situaciones que no deseamos. Si tomamos conciencia de lo que interfiere, podemos decidir qué hacemos con ello y recuperar así nuestro poder personal.

Marita Osés, 20 octubre 2021

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