19.4.20

COVID19: UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE SER PLENAMENTE HUMANOS



Durante una gran parte de mi vida perdí mucho tiempo analizando el porqué de lo que me ocurría. Hasta que comprobé que averiguar el para qué me resultaba mucho más eficaz si quería pasar a la acción, es decir, saber qué hacer con lo que me estaba sucediendo. Dejo a los científicos el porqué de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas, que tiene que ver con su origen u orígenes y paso a explorar el para qué.



¿Para qué está pasando todo esto? El para qué es siempre una interpretación de la realidad. Por supuesto, la lectura que hacemos de las cosas se basa en nuestras creencias. Yo creo en el amor como fuerza creadora e impulsora de todo y de todos y cada uno de nosotros individualmente, es decir, creo en la bondad del universo. No creo en los castigos divinos. Eso es una forma de hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza, de proyectarnos en él. Pues los seres humanos tenemos una tendencia a castigar y autocastigarnos por culpas ya sean ocultas o evidentes. Constato asimismo otra tendencia natural a adormecernos y a dejarnos llevar por la rutina sin plantearnos si esa forma de proceder sigue siendo válida. Nos caracteriza una resistencia al cambio bastante profunda hasta que se presenta una situación que nos obliga a cambiar tanto si queremos como si no. Y solo cuando nos rendimos a este cambio y lo aceptamos somos capaces de ver más allá del dolor que nos provoca y descubrir el beneficio que viene a traernos. Nos despertamos a tortas. Un ejemplo muy claro de ello es la pérdida inesperada de un ser querido: la vida no vuelve a ser lo mismo para nosotros y nos parece increíble que para otros siga igual.



¿Qué ocurre cuando sucede algo inesperado? Como no puedo incluirlo en mi marco de referencia, en mi mentalidad, no sé cómo comportarme frente a ello. Me quedo en la perplejidad o en el mejor de los casos en el desconcierto, cuando no me paraliza el miedo a lo desconocido. Dice Sergi Torres que la función de las situaciones inesperadas es, precisamente, abrir nuestra mentalidad, o sacarnos de ella. Define mentalidad como la “cajita” que utilizamos para comprender el mundo, nuestro enfoque personal. Si algo no entra dentro de mi marco de referencia, si me niego a comprenderlo reaccionaré contra eso. Si de esa realidad, solo veo lo que va en contra de mis planes (mi negocio, mi bienestar, mi salud) reaccionaré contra ella. Me pondré a la defensiva o le daré la espalda. Cuando mi postura es: Esto no me gusta y, por lo tanto, no lo quiero no puedo conocer aquello a lo que le doy la espalda y por lo tanto, me pierdo toda la información que me trae la vida envuelta en esta situación. Si me cierro al presente, a lo que está ocurriendo y me limito a esperar a que pase, como si yo no estuviera incluida en él, ni me aporta nada, ni puedo hacer mi contribución. Me estoy apeando de la vida.

Por otro lado, en las situaciones inesperadas salen todos nuestros fantasmas y esa es la otra oportunidad: enfrentarnos a ellos. Ahí están el miedo a la muerte, la decisión de mi propósito de vida, y toda la una lista de cuestiones esenciales que tendemos a relegar por dedicar todo nuestro tiempo a lo anecdótico o a la pura supervivencia.

Cuando se habla de la necesidad de que el ser humano haga una apertura de conciencia, se refiere sencillamente a esto: abrir nuestras mentes y dejar que entren elementos nuevos al prisma desde el que veíamos la vida.

Acabo con dos preguntas y un ruego:

¿Qué te obliga a hacer o qué te permite esta enfermedad (que no hacías antes y que seguramente no se te hubiese ocurrido hacer)?

¿Qué te impide hacer esta enfermedad (que antes te parecía imprescindible)?

Tal vez descubras que hay cosas, actitudes, acciones que valdría la pena incorporar a tu vida. Y, por el contrario, puede que detectes elementos que podrías descartar para hacer espacio a otros que, en esta etapa de tu vida, tengan más sentido.

Y el ruego: Si esta pandemia puede ser algo que nos une (y eso ya se está demostrando), por favor, no permitamos que nos separe. Si puede alimentar en nosotros lo más genuino de nuestra esencia que es el amor, no dejemos que alimente el miedo.



Marita Osés, Abril 2020