En las sesiones de coaching, algunas personas expresan su sensación de no saber ni quiénes son ni por dónde empezar a averiguarlo. Hacer una lista con tus deseos más frecuentes, sin emitir juicio alguno sobre ellos, es una buena manera de entrar dentro de ti y conocerte.
El primer obstáculo en este ejercicio de autoconocimiento será discernir si son tuyos o son proyecciones de lo que otros han diseñado para ti.
¿Quieres casarte y tener hijos o eso es lo que más desean tus padres y no puedes ni pensar en “defraudarles”? O tal vez todas tus amigas están en esa vía y te sientes excluida si no lo haces y eso sería una manera perfecta de “encajar”. ¿Quieres ejercer esta profesión o eso es lo que tu padre siempre soñó y te invade la culpa cuando sueñas en abandonar esta trayectoria profesional y dedicarte a lo que de verdad te gusta? ¿Deseas de verdad estar tan delgada (o ser tan deportista o tan leída) o eso es lo que se considera correcto y deseable en tu familia, o lo que tu entorno te impone si quieres ser aceptada en este grupo concreto al que te gustaría pertenecer?
Se trata de hacer un ejercicio de honestidad con uno mismo, lo cual no siempre resulta fácil cuando desde pequeños nos han inculcado tantas cosas que ya no sabemos las que son genuinamente nuestras y las que nos han sido contagiadas. Pero si un deseo no es genuino, cuando lo satisfacemos en lugar de sentirnos contentos, aparece(o permanece) una incomodidad de fondo, que nos dice: “Vale, y ahora ¿qué?”. Cuando nos han educado en un sentido muy estricto de la responsabilidad, estamos tan conectados con las obligaciones que desconectamos sin darnos cuenta de los deseos hasta el punto de no sentirlos. Y si la vida nos concede alguno inesperadamente, sentimos una alegría inmensa y nos damos cuenta de repente de lo mucho que lo habíamos anhelado sin saberlo.
Para conectar con el deseo es necesario escucharse y formularlo internamente y atreverse a desafiar lo que tu entorno considera deseable.
Observar cómo brota dentro de mi el deseo y si tengo estrategias para distraerlo y no atenderlo, o incluso negarlo, o si me pongo en marcha para su consecución.
Después de escucharlo, es muy útil descifrarlo, porque un mismo deseo puede tener diferentes significados. El deseo de realizar un viaje para una persona significará escapada romántica, para otra desconexión y descanso, para otra libertad o novedad, búsqueda de experiencias, para otra contacto con la naturaleza, para otra necesidad abrirse y conocer gente diferente a la que le rodea o explorar un lugar donde tal vez decida quedarse a vivir.
Averiguar la motivación que late detrás de tus deseos es una manera de conocerte:
¿PARA QUÉ deseo hacer u obtener esto?
Tan importante como conectar con tus deseos es expresarlos. Cada vez que expresas un deseo te haces presente, te defines, te significas. ¿Te atreves a expresarlos? Hay personas que no expresan sus deseos porque equiparan desear con necesitar y necesitar con ser débil. En realidad, la diferencia no radica en desear o no sino más bien en ser dueño de tus deseos o dejar que tus deseos se adueñen de ti.
A veces, puedes manipular a otros por medio de la expresión de tus deseos. ¿Estás formulando de manera limpia y sin segundas intenciones tu deseo, o es una estrategia para conseguir algo de alguien? Esta práctica, una vez descubierta, puede granjearte la desconfianza de las personas con las que la utilizas.
Si el deseo es una pulsión de tu ser profundo, expresarlo es expresarte, darte a conocer, es abrirte y, desde luego, arriesgarte a no satisfacerlo. Tú eres el responsable de satisfacer ese deseo, pero puede que necesites la colaboración de otras personas. ¿Quieres más movimiento en tu vida, más tiempo de lectura, más contacto social, más silencio, más diversión, más profundidad? Para satisfacer el deseo de leer más, tal vez tengas que pedir a tu hermano que se ocupe un rato más de tu madre, o a tu pareja que llegue antes a casa o a tus amigas que no cuenten contigo esa tarde.
¿Qué te ocurre cuando tienes que PEDIR para satisfacer un deseo propio?
¿Te sientes con derecho a hacerlo?
Volveremos sobre este tema, la semana que viene. De momento, podrías formular un deseo cuya satisfacción dependa de ti (no vale “que me toque la lotería”) y observa si haces lo que esté en tu mano para atenderlo. Si no lo haces, ¿a qué se debe?
Marita Osés
15 noviembre 2021
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