26.4.21

Curso ¿De qué va el Amor?

 

Curso Radika ¿De qué va el Amor?
Dentro de un mes, el 26 de mayo 2021,  invitada por la Fundación Radika, inicio un curso online basado en mi libro ¿De qué va el amor? 

El propósito del curso en una frase: 

Que las personas dejen de sufrir innecesariamente por culpa de sus creencias acerca del amor y empiecen a practicar el amor consigo mismas.
Durante cuatro miércoles consecutivos intentaremos ir más allá de nuestras creencias y condicionantes a fin de dejar de sufrir inútilmente y poder amar de forma más plena, y sobre todo, más libre. 

Os espero los días 26 de mayo y 2, 9 y 16 de junio de 18h30 a 20h.

👉¡Apúntate aquí ! 





25.4.21

Atiende tus necesidades sin esperar a que otro lo haga…y dejarás de enfadarte



En el transcurso de una charla sobre la ira, me pregunta una de las asistentes: “¿Y éstas personas que siempre están enfurruñadas por todo y con todos?”

Personas enfadadas permanentemente con el mundo. Personas que no han comprendido que la vida es como es, no como ellas piensan que tiene que ser. 
Que la realidad lleva su propia dinámica y no tiene por qué ajustarse a cómo creo yo que han de ser las cosas. Personas que se resisten a conjugar el verbo aceptar.

De todos los aspectos de la realidad -que tantas veces me cuesta - el único en el que puedo incidir directamente SOY YO.

¿Qué puedo hacer por mí para que la realidad me resulte más aceptable?

Salir a la calle con mis necesidades cubiertas.

Es evidente que si tenemos hambre, sueño o no nos sentimos queridos estamos más irascibles y cualquier contratiempo nos hará enfadar con más facilidad. El alimento, el descanso, el afecto, son necesidades comunes a todos los seres humanos. De pequeños aprendemos la importancia de adquirir los hábitos de alimentación y descanso, pero no el de darnos afecto. Algunas personas me preguntan: 

“¿Cómo se hace esto de quererse a uno mismo?” Es tan fácil como velar por tu bienestar. Implica pararte a descubrir qué cosas te hacen sentir bien. La respuesta a esta pregunta es única y exclusiva de cada persona, porque responde a sus características individuales. A su esencia.

Todos hemos vivido alguna vez un momento tan agradable o pleno que nos ha hecho pensar: “Después de esto, pase lo que pase hoy, ya me ha valido la pena el día”. El abanico de momentos sencillos de plenitud es infinito: haber presenciado la salida del sol, escuchar una música preferida, una meditación, un café con un amigo, sentirte a gusto con lo que llevas puesto o pasar a dar un beso a un ser querido antes de ir a trabajar. Puede que no sean cosas objetivamente imprescindibles, pero si las hago, me siento muy bien. Si no, parece que me falta algo. Y cuando de buena mañana voy por el mundo con esa sensación de escasez, cualquier contratiempo se suma a esta carencia y hace que el mundo me parezca más hostil de lo que en realidad es.

Madurar es también tomar conciencia de qué cosas hacen que me sienta bien en mi piel y procurármelas. El niño reclama que sus padres lo atiendan porque él no tiene los recursos para hacerlo. 

La persona que espera que los demás velen por él se ha quedado en la infancia: genera relaciones dependientes y se queja cuando los otros le fallan. Cada vez que alguien me “falla” me está invitando a preguntarme: 

¿Me estoy dando yo lo que reclamo a esta persona?


Adulto es el que asume la responsabilidad de su persona y por lo tanto de cubrir sus necesidades. 

🔎Muchas veces no las satisfacemos porque no nos hemos tomado el tiempo necesario para des-cubrirlas

🔎Otras veces las en-cubrimos: los horarios laborales, la llegada de los hijos, la enfermedad de un familiar cercano hacen que dejemos de tener tiempo para nuestras cosas y acabamos olvidándonos de aquello que nos cargaba las pilas: cantar en una coral, bailar salsa, leer, meditar, hacer deporte a alguna hora del día, quedar con tal persona... 

🔎Y si las descuidamos nuestro ser se resiente porque le estamos enviando el siguiente mensaje: “Tu bienestar no importa.” Le exigimos que rinda, pero no le damos alimento suficiente como para que se halle en disposición de rendir. Y de gozar. No es de extrañar, entonces, que a la mínima, salte. 

Puede que el motivo aparente de mi enfado sea externo, pero lo cierto es que la insatisfacción interna es el caldo de cultivo perfecto para que esa chispa exterior prenda en mí el fuego de la ira. Si atiendo a mis necesidades –me atrevería a decir espirituales, en el sentido que afectan al espíritu con el que me muevo por el mundo- esas chispas se apagan en contacto con mi paz interior.

¿Te has parado a pensar en lo que necesitas para funcionar bien?

 ¿Qué mínimos debes cubrir TU para caminar con energía, motivación y tranquilidad? Una vez detectes qué cosas te llenan hazles un hueco en tu agenda todos los días, por mínimo que sea. Decide cuáles son irrenunciables y respétalas. Ese acto diario de respeto por ti te dispone hacia la realidad en actitud agradecida y serena. Te sorprenderás de lo mucho que se reduce tu irritabilidad.


Me encanta leer la reacción a mis reflexiones, y me ayuda un montón, por lo que os ruego que si queréis enviar algún comentario lo hagáis a mi correo (mos@mentor.es), en mi página de Facebook, en Instagram o los escribáis en la casilla de comentarios que aparece debajo del post en este blog.

Gracias por estar ahí y leerme. Sin vosotros, todo esto no tiene ningún sentido.

Marita Osés



4 octubre 2016

23.4.21

El libro, artículo de primera necesidad

 



Al final del telediario, escucho de refilón que en Bélgica las floristerías permanecieron abiertas cuando cerraron todos los demás establecimientos de cara al público no considerados esenciales . 


Varios entrevistados explicaban por qué el negocio floral se había considerado un servicio esencial durante el confinamiento.

 “Las flores son una forma de expresar cariño, apoyo, belleza, presencia.” 

“Por causa de la pandemia, las personas se ven obligadas a permanecer más tiempo en sus casas y agradecen el color, el olor, la alegría de un ramo de flores en medio de su encierro.” 

“A falta de contacto personal, enviar flores a alguien es una manera de decirle: estoy contigo, te quiero, ánimo.” 

“¿Cómo vamos a negarles a los familiares de un difunto un ramo de flores sobre el féretro, cuando ni siquiera han podido despedirse de su ser querido? "

"Mantener las floristerías abiertas es cuestión de humanidad.”

De un libro puedo decir todo eso y mucho más. No posee tal vez el color, el perfume o la estética de una flor, pero tiene los suyos propios. 

Un libro es un oasis donde abrevarse en medio del desierto de la pandemia, una ancla donde sujetarse para no extraviarse en medio de los vaivenes de la incertidumbre, un destino al que viajar cuando se nos cierran las fronteras y la monotonía de las cuatro paredes empieza a hacerse insoportable, un amigo en el que recostarse, que nos explica con sus palabras eso que nos está pasando. 

Un libro es una luz en medio de la oscuridad, un detenerse del tiempo cuando la vorágine nos engulle, un puente entre nosotros y nuestros anhelos. 

"Con un libro nadie está solo"

 

Me encanta leer la reacción a mis reflexiones, y me ayuda un montón, por lo que os ruego que si queréis enviar algún comentario lo hagáis a mi correo mos@mentor.es, o los escribáis en la casilla de comentarios que aparece debajo del post en mi blog.

Gracias por estar ahí y leerme. Sin vosotros, todo esto no tiene ningún sentido.

Marita Osés

23 abril 2021




 

18.4.21

¿CUÁL ES TU POSTURA?

el virus que nos cambió

 

Hay dos posturas básicas frente a la vida. Las personas que piensan que su bienestar y satisfacción dependen de la realidad que las rodea dedican sus energías a conseguir logros externos. El ego les dice:

 “Cuando tengas una pareja, un trabajo que te llene, el coche o la casa de tus sueños, tanto dinero en el banco… serás feliz”.

 Así pues, orientan su vida a TENER.

Quienes adoptan la otra postura creen que es nuestro estado interno el que determina todo lo demás. Sin duda se ocupan de los aspectos materiales de su existencia, pero dedican más tiempo, dinero y esfuerzo a conocerse, cultivarse y crecer. A SER. Su ser profundo les dice: 

“Cuando tú estés bien CONTIGO, lo demás estará bien, sea cual sea la realidad que te rodee”. 

En el primer caso,  el bienestar depende de todo lo externo (y eso es lo que damos a entender a nuestros hijos cuando nos obsesionamos con que se ajusten a los parámetros de éxito  que impone la sociedad). Eso implica dar el mando a lo que nos sucede y por lo tanto a lo externo. 

En el segundo, cada persona depende únicamente de la relación que tiene consigo misma y eso la prepara no para que todo lo demás encaje, sino para encajar cualquier situación que llegue. Experimenta el poder dentro de ella y por ello mismo se halla en condiciones de decidir qué hace con lo que pasa afuera. La diferencia estriba pues en hacer caso a una o a otra voz,  es decir, a un tipo de pensamientos o a otros.

Cuando ocurre algo tan fuera de nuestro control como la pandemia de COVID-19, quien adopta la segunda postura tiene como mínimo la oportunidad de plantearse dónde quiere ejercer su poder personal. Dónde, cuándo y cómo.

 
Los confinamientos y todas las restricciones que están limitando la libertad de movimientos  y los derechos a los que estábamos acostumbrados, ciertamente reducen mucho las posibilidades de que se cumplan nuestros planes y expectativas. Y eso provoca frustración, tristeza, impaciencia, desesperación, rabia, desánimo. Pero al no poder contar con las condiciones externas más o menos favorables nos vemos obligados a  -o como mínimo podemos-  mirar hacia dentro y concentrar ahí la energía que no podemos dedicar a lo que deseábamos.

La pandemia, pues,  me invita -y en algunos casos, me obliga- a prestarme atención.
Si elijo culparla de mi situación, no le voy a sacar ningún beneficio. Si voy más allá de los perjuicios evidentes que me está provocando y me centro en qué recursos personales pueden despertarse en mí para hacer frente a esta situación, algo se pone en marcha y conecto con mi fuerza.

¿De qué depende tu bienestar? ¿De lo que sucede afuera o de cómo estás por dentro? Si creo que dependo de lo que ocurre fuera de mí, me convierto en víctima, eludo mi responsabilidad y renuncio a mi poder. Cuando, a pesar de recibir el impacto de lo que ocurre en la realidad, me doy cuenta de que puedo decidir qué hacer con eso, me convierto en protagonista de mi vida.

Ahora es un buen momento para decidir (o simplemente constatar) cuál es tu postura: ¿estás invirtiendo tu energía en conseguir lo que tu ego te dicta que necesitas para ser feliz? ¿O estás escuchándote para averiguar lo que realmente quieres, en la confianza de que desde esta posición, serás capaz de manejar cualquier cosa que suceda en tu vida?


Marita Osés, Abril 2021