De manera muy oportuna, un amigo me ha recordado que dar tiempo es dar amor. La vida es una oportunidad más o menos larga de dar y recibir amor. A menudo estamos tan ansiosos por recibirlo que nos olvidamos de nuestra capacidad de darlo.
Por si prefieres escuchar en lugar de leer
27.10.21
¿Para quién tienes tiempo?
De manera muy oportuna, un amigo me ha recordado que dar tiempo es dar amor. La vida es una oportunidad más o menos larga de dar y recibir amor. A menudo estamos tan ansiosos por recibirlo que nos olvidamos de nuestra capacidad de darlo.
20.10.21
Reconocer tus pérdidas, recuperar tu poder personal
No tienen por qué ser pérdidas objetivamente dramáticas, sino ser percibidas como tales por la persona que las sufrió. A un niño sensible a quien su padre no solo le negó el deseo de recoger a un gatito abandonado sino que le obligó a ahogarlo, ese hecho puede cargarle de culpa de por vida, o de terror hacia la crueldad de su padre o de los hombres en general, o en positivo, hacerle apostar de manera decisiva por una actitud no violenta. Por otro lado hay sucesos que hieren nuestro núcleo más profundo: la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres, la separación de un amigo íntimo por razones de traslado, un despido, una enfermedad grave y repentina…. Todos ellos conllevan pérdidas inesperadas e importantes que se incorporan a nuestro ADN emocional.
Estamos hechos tanto de presencias como de ausencias.
¿Qué utilidad tiene conocer el impacto que han tenido las pérdidas en nuestras vidas?
Si estamos a la defensiva, no decidimos, decide nuestro sistema defensivo por nosotros. Y nos lleva a situaciones que no deseamos. Si tomamos conciencia de lo que interfiere, podemos decidir qué hacemos con ello y recuperar así nuestro poder personal.
Marita Osés, 20 octubre 2021
📧mos@mentor.es
📲+34 661 631 972
Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, Instagram, Facebook o LinkedIn
Despacho en Calle Provenza 214 8º 2ª de Barcelona Presenciales Martes, jueves y viernes
13.10.21
Reivindicar tu esencia después de haberla ignorado durante tiempo
Te parece que ha sido “por su culpa” que has renunciado a tu esencia. Sin embargo, seas consciente o no de ello, fuiste tú quien decidió ir haciendo concesiones hasta que olvidaste quién eras, porque valoraste más mantener la relación que ser fiel a ti. Casi todos lo hicimos de niños, para que mamá o papá no se enfadaran, así que todos llevamos dentro ese patrón de conducta y lo repetimos sin darnos cuenta… hasta que la vida nos avisa de que estamos renunciando a nosotros mismos sin que sea necesario.
El primer síntoma es el deterioro de la relación y por eso pensamos que tiene que ver con ella. En un análisis más profundo de lo que está ocurriendo la persona puede sentir que está harta de sentirse a disgusto, tensa, insatisfecha, incluso herida, sin que la otra persona esté causándole dolor intencionadamente. Si mira adentro, le duele el alma, porque hace tiempo que no la escucha, aunque en infinidad de ocasiones, la sensación que tiene es que es la otra persona quien no le escucha.
¿Cómo hacer para reivindicar nuestra esencia cuando nos damos cuenta que la hemos descuidado, enterrado, olvidado?
Lo primero, contrarrestar la inercia de vivir ignorándote. Empezar a escuchar tus deseos y necesidades y atenderlos. Validarlos significa que te crees con derecho a ser como eres.
Lo que ocurra con la relación cuando tú entres en este proceso de recordar quién eres y te des el derecho a manifestarte como tal dependerá de lo que decidáis ambos. Lo primero es explicar a la otra persona lo que te está ocurriendo y darle elementos para que te comprenda. Si es incompatible tu evolución personal con la relación, probablemente decidas alejarte. Una ruptura consciente no tiene por qué ser un fracaso si os agradecéis mutuamente lo que os habéis dado el uno al otro y transformáis el dolor en aprendizajes que os serán útiles más adelante. Si la otra persona respeta tu proceso y las consecuencias que tendrá en vuestra relación, tenéis por delante un camino de crecimiento enorme. Es importante no invalidar el pasado por haber llegado a este punto de no retorno.
Seguramente tuvo sentido mientras estuvo planteado de esa manera, y fue ese planteamiento el que te permitió darte cuenta de lo que te sucedía. Ambos necesitareis introducir algunos cambios si deseáis mantener viva la relación, y eso puede no ser fácil, pero si os dais la oportunidad de hacerlo, os daréis cuenta de que el horizonte de la misma era mucho más amplio de lo que jamás habíais pensado.
Marita Oses, 13 Octubre 2021
Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
📧mos@mentor.es
📲+34 661 631 972
Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, Instagram, Facebook o LinkedIn
Despacho en Calle Provenza 214 8º 2ª de Barcelona
Presenciales Martes, jueves y viernes
6.10.21
¿Estás renunciando a ser tú, para mantener viva una relación?
Nadie se hace solo, por mucho que digamos “esta persona se ha hecho a sí misma”. El ser humano se construye en su relación con los demás y consigo.
Hoy me quiero detener en las personas que se adaptan tanto a las necesidades, gustos y deseos ajenos que renuncian a los suyos propios por temor a la reacción que podría tener la otra persona. Esa renuncia alimenta una frustración de la que no siempre son conscientes y que aparecerá el día menos pensado. Por miedo a perder a una persona, podemos acabar perdiéndonos a nosotros mismos. No me refiero aquí únicamente a relaciones de pareja, sino también relaciones de amistad, entre hermanos, compañeros de trabajo o incluso simplemente conocidos.
La primera relación que quisimos mantener a toda costa fue la que nos vinculaba a nuestros padres –o a los adultos a cuyo cargo estuvimos-, pues de ellos dependía nuestra supervivencia. Allí empezamos a hacer concesiones a nuestra esencia para complacerlos. Actuamos para obtener el reconocimiento, el amor, la atención, la aceptación, la conexión con nuestros mayores. Es posible que no fueras tan rígido o tan responsable, tan graciosa o tan sumisa como has acabado siendo, pero como eso te granjeaba el aplauso de mamá o papá, eso fue lo que te esforzaste en ser. Con el tiempo, lo que era un personaje que interpretabas se hizo tan tuyo que olvidaste quien eras de verdad. Todo menos decepcionar a aquel de cuya aprobación dependía tu autoestima.
No nos damos cuenta que ese miedo al rechazo revela una parte de nosotros que no estamos aceptando.
![]() |
Este patrón de comportamiento quedó grabado dentro de nosotros, como si tuviésemos un mandato impreso en nuestra mente: