29.11.22

¿Por qué nos aferramos al enfado?

Después de preparar una sesión en torno al tema del perdón, he sido más consciente de que el enfado es una emoción, pero también una herramienta para conseguir ciertos objetivos.


Cada uno tendrá sus propias experiencias sobre las razones que tiene para personar o no o para que le cueste hacerlo.

Me ha parecido que la terapeuta Robin Casarjian expone con sabiduría esta cuestión  y me baso en su libro Perdonar, una decisión valiente que nos traerá la paz interior para ofreceros hoy este resumen. Ella señala dos razones principales que dificultan el perdón:

  1. El hecho de no perdonar me aporta unos “beneficios” determinados,  quedarme enrocada en mi enfado en la ira en las ganas de venganza me confiere “ventajas”.
  2. Cuando tenemos ideas equivocadas sobre lo que es el perdón, y sobre todo, sobre lo que conlleva en la práctica, algo dentro de nosotros se resiste. Eso lo trataremos en otro podcast.

Hoy nos centraremos en el primer apartado, veremos qué razones podemos tener para instalarnos en el enfado.

💪Nos da sensación de poder. El hacer sentir culpable al otro nos puede hacer sentir superiores y darnos sensación de control, de estar al mando de la situación. Eso es muy goloso.

⚡️La ira nos da energía para hacer cosas que no haríamos sin ella. Cuando estamos enfadados es como si tuviésemos una gasolina, sobre todo las personas que no se permiten a sí mismas enfadarse, porque les enseñaron que no era correcto o porque no se ajusta a la imagen que quieren proyectar de sí. Estar enfadad@ te ayuda a hacer cosas que no te atreverías a hacer o a decir cosas que de otro modo no te atreverías a decir. 

🤐Evitamos la comunicación. Ponemos una barrera con la que castigamos a la persona  que nos ha ofendido, nos ha hecho daño. Esa persona que quizás querría hablar, justificarse, dar alguna explicación, escuchar cómo te sientes. El silencio de mi enfado la castiga.

🔐Puede hacernos sentir más seguros, más protegidos. Detrás de mi enfado no tengo nada que perder ni que ofrecer, me blindo y no tengo que hacer ningún esfuerzo más ni para acercarme, ni para alejarme de esa situación.

El enfado te hace creer que estás en lo cierto, que tienes razón. Eso es lo que cree tu ego. Y eso nos da seguridad, aunque sea ficticia.

🤕Al estar enfadados evitamos sentimientos que fluyen por debajo del enfado y de la rabia o la frustración (o lo que sea que experimentemos a raíz del daño que nos hayan causado). A veces es más fácil estar enfadado que triste o que tener miedo.

Creo que una de las razones por las que es tan difícil perdonar es porque nos obliga a aceptar la verdad de cómo nos sentimos realmente.

Es decir, es más fácil estar enfadado porque me han dejado que reconocer que tengo un miedo tremendo a la soledad. O que tengo una herida de abandono. El enfado es la primera capa, lo que hace más ruido, lo que se hace sentir con más fuerza, pero si consigues ir más adentro es probable que la, el enfado sea un sentimiento superficial, no en el sentido de trivial, sino que hay muchos más debajo de él, es el que está en lo que podemos sentir conscientemente. Si nos quedamos ahí, podemos perdernos lo que nuestro inconsciente guarda más celosamente y que es nuestra verdad. Son sentimientos más profundos, menos ruidosos. Pero que nos llevan a nuestro ser verdadero, más allá de nuestra personalidad.

⚠️El enfado es una reacción que se produce cuando nos sentimos amenazados de alguna manera. Podemos expresarlo abiertamente o puede quedarse oculto o enquistado, y en este caso acabará expresándose como resentimiento crónico. El resentimiento se prolonga mucho más allá de la situación que provocó el enfado. Si entras en el bucle de sentir una y otra vez el pasado, de manera obsesiva, te estás robando el presente y te niegas la posibilidad de salir de ese dolor, con consecuencias graves para tu salud mental y física.

Si nos acostumbramos a negar o a reprimir nuestros verdaderos sentimientos, empezar a reconocerlos puede resultar muy doloroso, pero a la vez muy liberador para comprendernos.


Al otro lado del dolor, es decir, si nos decidimos a atravesarlo y no a distraerlo o disimularlo, encontramos la paz.



💔Nos aferramos a la rabia porque no queremos soltar una relación. Puede que me hayan dejado, pero mientras siga detestando a esta persona o me sienta furiosa con ella, no suelto la relación que es lo que me habría gustado, que no se rompiese. La mantengo en virtud de algo muy negativo, pero la mantengo.

✌️Es muy cómoda la posición de víctima. Todos podemos haber sido víctimas de una injusticia, de una herida,  pero si lo conviertes en tu identidad, pierdes tu propia identidad empoderada. Conviene preguntarse: ¿quiero ser víctima toda la vida o protagonista de mi vida?  Cuando te mantienes en la posición de víctima,  estás consciente o inconscientemente cosechando otro de los “beneficios” del enfado que es no responsabilizarte de lo que está ocurriendo en tu vida o de cómo te sientes. Si tienes alguien a quien culpar de tu infelicidad y ves el problema como algo externo a ti te sitúas en la impotencia. No puedo hacer nada. Y ahí vuelves a perder tu poder. Si no somos conscientes de ello, estos beneficios pueden sabotear un deseo auténtico de perdonar. Una parte de ti querría hacerlo,  pero todos estos factores se interponen y no lo haces.

Si reconoces que aplicas alguna de estas estrategias, te invito a no juzgarte, sino a comprenderte, a tratarte con cariño.  Observa simplemente que tu mente ha elegido estas estrategias para sobrevivir a lo que le ha tocado enfrentarse y se compasiv@ contigo. Porque hay otras maneras de conseguir lo que todos anhelamos que es básicamente estar en paz.  Es imposible ir por la vida sin experimentar heridas ni presenciar injusticias. Por eso es imprescindible el perdón. Dice Franz Jalics, un jesuita húngaro especialista en meditación contemplativa y que tuvo mucho que perdonar, que enrocarse en el no perdón es como construir un dique, que se levanta entre yo y los otros, entre yo y la vida. Así se detiene el flujo de amor. Cuando no perdonamos entramos en una paradoja. Quiero amor, todos lo necesitamos, pero le pongo una barrera. Si me quedo en la ofensa, en el enfado, mi ego justificado por el dolor toma el mando de mi vida y decide por mí. Por el contrario el perdón permite que me abra de nuevo al amor, me ayuda a recuperar mi poder que había cedido a la rabia. 

📣En el próximo podcast abordaremos cómo la idea que tiene cada persona de lo que significa perdonar puede ser uno de los mayores obstáculos para que lo practiques. Y en un tercer podcast expondré una perspectiva sobre el perdón que considera que el que ofrece el perdón es el más beneficiado de todos y que implica un concepto de ser humano diferente, al cual me adhiero. Y su principal función es librarnos de los efectos nefastos que tienen la rabia y el resentimiento que consumen muchísima energía. 

Marita Osés

23 noviembre 2022



Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

 

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis RRSS: InstagramFacebook o LinkedIn  🔗 y en mi canal de YouTube

 



23.11.22

Entrevistada por Esther Codina en Instagram

 Por si te lo perdiste, aquí puedes ver todo lo que compartimos en esta charla con Esther Codina


¡Gracias infinitas Esther por tu invitación!

¡Gracias a todos los que nos acompañasteis #EnDirecto!




11.11.22

PODCAST EL ESPEJO. Episodio 8 (nov.2022) Deja de juzgarte, para dejar de castigarte

DEJA DE JUZGARTE, PARA DEJAR DE CASTIGARTE

En muchas sesiones de coaching, las personas describen conductas con las cuales consiguen lo contrario de lo que desean:




⚠️comen desaforadamente cuando lo que quieren es adelgazar,

💥sabotean una relación que les interesa, no formulan sus deseos sabiendo que son perfectamente lícitos,

⚠️dejan de satisfacer necesidades completamente razonables porque se colocan siempre en el último lugar de la lista,

💥se exigen esfuerzos físicos hasta el punto de lesionarse o mentales hasta el punto de llegar al agotamiento y la depresión…

Cuando les pregunto a qué les lleva esa conducta, qué ganan haciendo eso, me responden un poco desconcertadas: NADA. Pero si rascamos un poco más, en ocasiones esas conductas compensan o alivian un sentimiento de culpa. Cuando exploramos de dónde podrían surgir, la persona toma conciencia de que podría estar castigándose.

Carl Jung decía: Mientras no hagas consciente lo inconsciente, este último dirigirá tu vida y tú le llamarás destino.

El primer paso es pues darse cuenta de con qué conductas me estoy castigando. En algunos casos son tan habituales que ya no somos conscientes del daño que nos hacen. El castigo tiene -me encantaría decir tenía, para poder creer que lo hemos erradicado de nuestras estrategias educativas, pero no es así- la finalidad de penalizar una conducta con el propósito de generar otra que se considera correcta. Pero si ni siquiera eres consciente de que te estás castigando, tampoco generarás una conducta más deseable sino todo lo contrario.

¿A quién se castiga? A quien se declara culpable. Y antes de declararle culpable ¿qué ocurre? SE LE JUZGA. EL JUICIO es pues el origen de todo.


SIN JUICIO NO HAY CONDENA. SIN CONDENA NO HAY CASTIGO.

Cuando vemos una película, parece que cuando el malo recibe su merecido nos quedamos más tranquilos. Eso también sucede con nosotros. Hay ciertas conductas que nos castigan y parece que hagan las paces con una parte de nosotros. Pero vamos a ver: ¿qué es lo que nos hace sentir culpables? ¿por qué me siento malo o mala? ¿Qué juicio y qué condena he sentenciado para mí, aunque no haya sido consciente de ello? Para averiguarlo, es bueno revisar tu historia y ver si hay algún hecho cercano o lejano que todavía no te has perdonado. No tiene por qué ser un hecho gravísimo objetivamente, sino que basta con que el niño, la niña o el /la adolescente o joven que fuiste lo percibiese como tal y le hiciese sentir avergonzado, humillado, en ocasiones, sin haber mediado culpa alguna, como sería por ejemplo el caso de los abusos. Habrá otras historias en las que sí serás responsable de algo que te duele. Pero en todo caso es bueno recordar esta máxima: Sé compasiva con tus versiones anteriores, porque no sabían lo que sabes ahora. Sanar nuestro pasado de culpas es una tarea que todos deberíamos emprender, si no queremos que esas historias pasadas lastren nuestras relaciones del presente hipotecando nuestro futuro.

Además de lo que cada uno pueda tener pendiente en su historia personal, hay una serie de exigencias o parámetros que están en el aire y que nos hacen sentir culpables si no las cumplimos: tienes que estar delgada, ser feliz, tener una carrera, conseguir un empleo, formar una familia, ser el mejor en tu campo, gustar al todo el mundo. Cada entorno concreto ,cada familia tiene exigencias diferentes para que una persona se sienta cómoda en él, con derecho a pertenecer a ese grupo. Si no nos ajustamos a esos parámetros nos sentimos culpables y no es simplemente una presión externa, es la autopresión que ejercemos sobre nosotros la que nos hace castigarnos.

¿Tiene sentido dar tanto poder a unas exigencias que se han formulado teniendo en cuenta los intereses de muchas personas ajenas a mí e ignorando mis propios intereses y mi identidad concreta?

Otras veces no es la sociedad o la familia quien nos impone unos requisitos, sino nosotros mismos los que no aceptamos un aspecto de nuestra persona, puesto que lo consideramos negativo o defectuoso y lo rechazamos: puede ser un rasgo físico o de carácter, puede ser mi falta de paciencia o de organización, o mi mal genio, o la forma de mis piernas o la carnosidad o la finura de mis labios….Como decido que eso no está bien -JUICIO-, me castigo. 

¿Recordáis vuestros sentimientos cuando os castigaban? Rabia, resentimiento, vergüenza, incomprensión, frustración, injusticia. Y alguna vez alivio, si sentíamos que lo merecíamos. Eso mismo nos provocamos cuando nos castigamos. Aunque, solemos disfrazarlos, esos sentimientos se quedan ahí y salen en el momento más inoportuno y con la persona que menos lo merece.

El autocastigo solo agrega dolor al dolor y nos desempodera. Si un error cometido o un rasgo no aceptado nos hace daño ¿qué sentido tiene añadir más dolor? Nos roba todavía más energía para abordar la situación.

Hemos visto que para que haya un castigo, antes ha de haber un juicio. Pues es muy sencillo: Para evitar el castigo, vamos a evitar el juicio. ¿Cómo puedes evitar el juicio? ¿Cómo establecerte en el no-juicio? Eso requiere un “reset” mental importante, porque desde nuestra infancia nos han juzgado, nos han evaluado y cuando no nos hemos ajustado a unas normas nos han castigado. Se trata de autoobservarse, limitándonos a constatar lo que vemos sin sacar conclusiones. Observar sin juzgar es preguntarse: ¿Qué me está diciendo esto de mi mism@? Esto que pienso, esto que siento, esto que he hecho ¿qué me dice de mí? Y, si no me gusta, en lugar de condenarlo añadir:  yo soy más que eso. A continuación, ampliar el foco y ver a mi persona en su totalidad, valorando todo lo que es positivo en ella y que está siendo oculto o minimizado por lo negativo. No se trata de dar la espalda a aquello por lo que supuestamente nos castigamos, sino de no identificarnos con ello y de contextualizarlo en nuestra historia personal hasta que encaje como una pieza más del puzle, que no tiene por qué ser ocultada. Vamos a convivir con nosotros mismos hasta el día que nos muramos.

¿Vamos a tener cuestiones pendientes hasta el último día? O podemos revertir el patrón de juicio - condena - castigo para convertirlo en observación - comprensión - aceptación. Esa es la manera de integrar amorosamente todos los aspectos que me constituyen para poder llevarme bien conmigo misma.


Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

 

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis RRSS: InstagramFacebook o LinkedIn  🔗 y en mi canal de YouTube


¿Prefieres escuchar en lugar de leer?
Aquí puedes escuchar todos
los episodios de "El Espejo" 👉👉👉