29.9.21

Tienes derecho a elegir dónde quieres estar


La semana pasada, a raíz de la pregunta “¿Qué podrías soltar ahora para ir más ligero?” varias personas cayeron en la cuenta de que lo que necesitaban soltar no lo habían metido deliberadamente en su mochila.


A menudo, cargamos con cosas sin darnos cuenta, por pura inconsciencia, por no estar atentos. A veces, tomamos decisiones sin tener en cuenta su impacto en nuestra vida y cargamos con las consecuencias. En otras ocasiones, la carga indeseada aparece precisamente por no atrevernos a elegir. Si no decides, la vida, en su dinámica imparable, decide por ti.
Cuando sientes malestar, esa sensación  puede estar diciéndote que no estás donde querrías o que no estás siendo la persona que verdaderamente eres.
Tenemos un piloto automático alimentado por creencias y normas sociales que nos lleva sin darnos cuenta a un destino que no hemos elegido.
En estas circunstancias, la vida suele avisarnos de mil maneras, con imprevistos, malestares  y adversidades. 

Cuando el día a día te pesa o te desconcierta, quizás te avisa de que te adentraste en un camino por despiste, inconsciencia o ignorancia. ¿Hay que desesperar por eso? En absoluto;  es la señal para empezar a poner conciencia.  Puedes empezar a practicar la atención en cualquier momento. Estar atento no es lo mismo que pensar, sino todo lo contrario. Cuando piensas construyes un mundo imaginario que no suele coincidir con la realidad, por lo que acabas peleándote con ella. Cuando pones atención cuentas únicamente con la realidad que tienes frente a ti, la aceptas y la exprimes, pones conciencia en ella no desde la mente, sino desde el alma. 

A veces, estamos donde estamos porque sin darnos cuenta hemos soltado las riendas (o no las hemos tomado nunca) y hemos renunciado a ser protagonistas de nuestras vidas. Simplemente nos hemos dejado llevar, ignorando en manos de qué o de quién habíamos puesto nuestra existencia. Bien, no es el fin del mundo. Ahora podemos parar y decidir qué hacer con eso. Ahora puedes elegir donde querrías estar y dar los pasos que te llevarían hasta allí. 
¿Cuál es el paso más pequeño que podrías dar HOY para que dentro de un tiempo (el plazo lo decides tú) puedas contestar afirmativamente a la pregunta
¿Has elegido estar donde estás ahora?
Recuerda que en la trayectoria de una línea, basta una desviación de una milésima de milímetro para que el trayecto acabe en un lugar muy alejado del destino inicial.
¡Buen camino!

Marita Osés, 29 septiembre 2021

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22.9.21

Soltar para SER


Los árboles que sueltan sus hojas unas veces suavemente, otras, arrancadas por el viento, se preparan para la desnudez y el recogimiento invernal que les permitirá rebrotar con fuerza. Esta imagen otoñal, me remite a ese mismo ciclo en el ser humano. 



De la desnudez nos aterra  el desamparo que representa, la desprotección. Del recogimiento nos perturba el encontrarnos con nuestra sombra.  Por ello nos agarramos a todo aquello que pueda protegernos o distraernos. Pero algún día hay que atreverse a soltar…
¿Qué necesitamos soltar para poder ser la persona que verdaderamente somos?

Se trataría de entrar en la actitud del otoño de dejar ir, liberarte de lo que ya no tiene función en tu vida.

Las hojas que caen ya no sirven a la vida del árbol. Soltar, no como sacrificio o renuncia, sino como liberación. Liberación para seguir estando VIVOS y dar vida.

Soltar para regenerarnos. Para que entren cosas nuevas,  hay que hacerles sitio. Si estamos aferrados a un pasado en virtud de un recuerdo, un rencor, un temor…no dejamos espacio para la novedad que el día a día tiene preparada para nosotros y sucederá delante de nuestras narices sin que la aprovechemos. La savia fresca en nuestra vida puede ser la energía que necesitamos para salir de una situación que nos desborda o nos bloquea o simplemente para seguir avanzando.

Soltar para aligerarnos. Hay días en que estamos cansados antes de empezar la jornada, solo de pensar todo lo que tenemos que hacer. ¿Son reales esas obligaciones? ¿Son ineludibles esos compromisos? ¿Es imprescindible que los cumplas tú? Plantar cara a esa voz dictadora que te repite “tienes que”, o cómo mínimo,  cuestionar sus mandatos, hará que podamos sacarnos de encima deberes que no son tales o compromisos que lastran inútilmente nuestra agenda. Peor aún, lastran nuestro ser. Soltarlos nos permite disfrutar de momentos en blanco, sin hacer nada más que sentirte vivo, huecos en la agenda para hacer lo que te venga en gana y conectar con quien eres de verdad, al margen de tus roles. Desactivar ese “tengo que” en la mente y conectar con lo que “quiero” me hace descubrir que mis deseos me definen infinitamente mejor que mis obligaciones, y al ignorarlos acabo ignorándome. La pena por los deseos profundos no cumplidos pesa un montón, nos hace sentir impotentes, y desconocer nuestra fuerza interior. Soltar el exceso de obligaciones nos libera de nuestro dictador interno y nos devuelve la energía vital y la confianza que adquirimos cuando somos fieles a nuestro deseos. Muchas veces creemos tan poco en nosotros mismos que cargamos el equipaje con cosas que nos dan seguridad: acumulamos información, bienes materiales, títulos, contactos, relaciones, experiencias, cursos. No nos damos cuenta de que dentro de nosotros está todo lo que necesitamos para lidiar con lo que la vida nos trae. Es un acto de valor deshacernos de las muletas que hemos ido usando por miedo a fallar…y comprobar que no las necesitábamos. El pájaro que al romperse la rama en la que estaba posado, busca desesperadamente otra rama, es que ha olvidado que tiene alas para volar.

Soltar para elevarnos ¿Hacia dónde? Hacia una perspectiva que no alcanzamos a ver cuando estamos demasiado apegados a lo mental, a nuestros pensamientos, a lo material. Pensamos la vida en lugar de vivirla. El peso de todos estos lastres que no hemos sabido soltar nos mantiene atados a una realidad, si no obsoleta, por lo menos sesgada, una realidad que es cierta solo en nuestra mente. La realidad evoluciona y nosotros seguimos fijos en nuestros pensamientos, empeñados en tener la razón, mientras la vida sigue.

Tener el coraje de soltar todos los pensamientos, de fluir con la vida que tantas veces los contradice, en lugar de querer que la realidad se amolde a ellos, nos da una libertad infinita y abre ante nosotros un horizonte lleno de posibilidades.

Otoño, una invitación a proseguir el viaje, ligeros de equipaje.

Marita Osés, 22 septiembre 2021

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15.9.21

Agradecer para reanudar el camino con fuerza

Septiembre señala el final del verano y, para una gran mayoría, el fin de las vacaciones. Podrán haber sido más o menos gratificantes, nos habrán permitido descansar  más o menos, habremos podido hacer –o no- lo que habíamos previsto, pero siempre son un cambio respecto de las rutinas que rigen el resto del año , o nos permiten introducir alguna novedad, aunque solo sea por disponer de un tiempo del que el resto del año carecemos. 


Sea cual sea la valoración que hagamos de ellas, si nos detenemos un momento a reflexionar, tal vez encontremos algo por lo que sentirnos agradecidos. Puede ser un instante, un paisaje, una persona, una situación. No darle carpetazo rápida a las vacaciones significa tomarse un tiempo para revisarlas y, aunque el balance final sea negativo, rescatar algún elemento que podamos guardar dentro de nosotros. ¿Para qué? Para recordarlo y sentirnos afortunados de haberlo vivido. Un baño en las aguas heladas de una cascada, o en el agua fresca o incluso tibia del mar; un encuentro fortuito o largo tiempo esperado; una reunión de seres queridos, una caminata, una puesta de sol o el frescor de un bosque después de la lluvia, la calma después de una tempestad, una lectura inspiradora, una conversación que no hubiésemos querido terminar.


Agradecer ese momento lo alarga, lo amplia, hace que sus efectos se eternicen en nosotros. Agradecerlo es rentabilizarlo una y otra vez y dejar que la gratitud nos ensanche el alma y nos ayude a relativizar otros momentos que no han sido tan gratificantes.



La plenitud que nos invade con el agradecimiento contribuye a purificarnos de otros sentimientos menos positivos y nos encamina a una actitud ligera y relajada.

La gratitud que nace en un área de nuestra vida afecta a  todas las demás  y las simplifica.

Por eso, ahora que nos reincorporamos a la vida laboral, o a las rutinas de la vida ordinaria, podríamos caer en la tentación de preocuparnos tanto por lo que está por venir, que no  saboreemos lo que acabamos de vivir.
Esa es otra de las funciones de la gratitud: paladear algo que nos hizo bien de modo que instile en nosotros las ganas de vivir experiencias similares o, como mínimo, de recordar que son posibles y abrirnos a ellas. El síndrome postvacacional tiene más fuerza si ponemos más el foco en las obligaciones que reanudamos que en la fuerza, el descanso, las novedades que las vacaciones nos han regalado, que ya forman parte de nosotros y pueden ser de vital importancia a la hora de configurar la actitud con la que afrontar el otoño. No se trata de quedarse anclado que lo que ya ha pasado, sino de aprovechar los beneficios que se derivan de ello y alargarlos todo lo posible.

Después de tantas restricciones debido a la pandemia, mi cuerpo está agradecido al contacto diario con la naturaleza,  mi alma a la conexión con las personas que quiero, aunque no haya habido cercanía física, y a la gran cantidad de mensajes de luz que recibo por las más diversas vías, animándome a ir más allá de la negatividad y a buscar denodadamente otra forma de ver la realidad.
La gratitud aporta siempre OTRA forma de ver lo mismo. Mirar atrás y agradecer en lugar de lamentarse y reprochar, genera la mejor actitud para enfocar lo que está por venir.


Y tú, al acabar el verano ¿Qué agradeces?


Marita Osés, 15 septiembre 2021


Recordarte que me encanta leer la reacción a mis reflexiones, y que me ayuda un montón, por lo que os invito a, si así lo queréis, enviarme algún comentario a mi correo mos@mentor.es, o los escribáis en la casilla de comentarios y si necesitas acompañamiento, en algún momento de vuestra vida, aquí me tienes.