Hay personas que viven con un mandato interno implacable: “Tengo que gustar”. Para sentirse seguras, buscan conseguir el visto bueno de los demás, sean quienes sean y cuantos más mejor. Son personas poco conscientes de su valor intrínseco. Se visten, se expresan, se mueven para ganarse la aceptación de las personas que tienen delante. Necesitan que las vean y las validen desde fuera para sentirse alguien. Si perciben indiferencia, desagrado o, peor aún, rechazo entran en desesperación y reaccionan interpretando papeles que las alejan todavía más de su identidad real. Pierden el sentido común y se ven invadidas por la culpa. “¿Qué habré hecho mal?”. Olvidan que la reacción de una persona SIEMPRE tiene que ver más con esa persona que con aquello frente a lo que reacciona.
Cada vez que adoptas un personaje para gustar y te alejas de la persona que eres, te estás haciendo precisamente lo que detestas que te hagan: rechazarte.
¿Qué personajes representas para gustar?¿Qué parte de ti queda oculta con ellos?
1º Escuchándote: ¿Qué necesito ahora para estar a gusto? ¿Comodidad, descanso, diversión, eficacia, calma, aceptación, colaboración, espacio, tiempo? Pues me concentro en eso.2º No dejando que tu mente te distraiga discurriendo qué necesita la otra persona para estar a gusto contigo.
En multitud de ocasiones las primeras citas son un fracaso porque, por querer dar una buena impresión, representamos un papel que no le llega ni a la suela del zapato de la persona que somos en realidad. Pero como no te valoras, te ignoras e inventas otra.
Marita Osés, 26 enero 2022