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27.4.22

La necesidad de sentir intensamente para compensar la falta de sentido




N. ha finalizado una relación de más de 5 años con su pareja. Al renunciar a un proyecto de vida largamente deseado, se siente como perdida, sin sentido. Una noche se lía con un desconocido. Al día siguiente se siente vacía y frustrada.

¿Por qué no te fuiste a casa si estabas tan cansada? , le pregunto. Es que me hacía vibrar mucho, me responde. Había una voz que me decía, “no tienes nada que hacer con este individuo”, pero el contacto con él me hacía sentir otra vez muy viva y no pude resistirme.  La conozco y no me explico qué podía tener en común con el hombre que me describe. Su alma buscaba sentido y ella le dio una dosis intensa de sentir. Ahogamos anhelos profundos, sin permitir siquiera que acaben de expresarse para no experimentar el vacío, y los llenamos de personas, actividades que nos hacen vibrar, pero que no nos ayudan a encontrar sentido. 

¿Qué es lo que te hace sentir viv@?  
Se ha sofisticado tanto la vida que hemos olvidado el placer de las cosas sencillas. Ya no somos capaces de saborear un vaso de agua fresca o un zumo recién exprimido para sentir en el cuerpo la gratitud de recibir ese regalo. Tenemos que preparar bebidas cada vez más exóticas para sentir que vale la pena pagar por ellas.  Existen no sé cuántas clases de tónicas, ginebras y complementos para preparar algo tan sencillo como un gin-tonic. Rizamos tanto el rizo que nos alejamos de lo esencial, cuando es precisamente la esencia lo que da sentido. Cuando solo logramos sentirnos vivos haciendo cosas especiales sin parar, es que la vida que llevamos no está cubriendo esta necesidad. 

¿Qué diferencia hay entre vivir con sentido y sentirse vivo? 
Ninguna, según se mire. O toda, si nos fijamos en los valores que sostienen cada afirmación. Hay personas cuyo criterio para hacer algo o dejar de hacerlo es si les divierte o no. No me refiero al ámbito del ocio, sino también al ámbito laboral. Olvidan que muchas cosas necesarias en la vida son positivas, y no necesariamente divertidas.  Lavarse los dientes,  tener paciencia con un amigo que atraviesa una época difícil, hacer rehabilitación después de una lesión o hacer la comida todos los días, te guste o no cocinar. Ninguna de ellas es divertida, pero todas tienen sentido. Las personas que necesitan diversión permanente, puede que simplemente necesiten sentirse vivas y solo lo consigan con emociones intensas. Puede que estén huyendo de la apatía, del aburrimiento. ¿Y si el aburrimiento fuera señal de falta de sentido?

Cuando las cosas tienen un propósito, nos guste o no el acto mismo o el proceso de realizarlas, lejos de aburrirnos, nos producen satisfacción. Si cubrimos superficialmente la necesidad de divertirnos o de sentirnos viv@s nunca acabaremos de llenarla, porque las sensaciones son pasajeras. Por el contrario, la paz que experimentas cuando algo te satisface no es una sensación sino un estado profundo del alma y nos construye por dentro, porque nos da estabilidad, fortaleciéndonos.

Divertirse viene del latín, “divertere” apartarse, desviarse de algo penoso y pesado, dar un giro en dirección opuesta, alejarse”. La diversión es, por lo tanto, necesaria para descansar de momentos más duros pesados. Pero permanecer ahí siempre, puede implicar que has etiquetado de duros, aburridos o insoportables algunos aspectos de la vida que tal vez no lo son. Simplemente no les has encontrado su razón de ser, su sentido. O los experimentes como deberes o imposiciones. A este respecto, Marshall B. Rosenberg, en su libro sobre la comunicación no violenta cuenta el caso de una profesora de instituto que se quejaba de tener que poner notas, porque no creía que ayudasen y generaban mucha ansiedad en los estudiantes. Pero tengo que ponerlas, concluía, porque es la política de la escuela. Marshall le pidió que formulase la frase empezando “Elijo poner notas porque quiero…” y ella la completó sin vacilar: Elijo poner notas porque quiero conservar mi puesto de trabajo. Con esta simple formulación, se dio cuenta de que al poner notas no estaba obedeciendo ciegamente a un mandato de la escuela, sino que respondía a un deseo o necesidad suya. Eso es lo que daba sentido a lo que estaba haciendo. Todos necesitamos un propósito. Encontrarlo nos ancla a la realidad y no necesitamos entonces distraernos de ella con tanta urgencia o frecuencia. La hiperestimulación de los sentidos que promueve nuestra sociedad, y a la que podemos hacernos adictos, puede ser una señal de que vivimos sin rumbo.
Una cosa es el sentido y otra muy distinta, los sentidos. Ambos contribuyen a nuestra felicidad. Los sentidos nos dan placeres y el sentido…el sentido nos arraiga y nos da paz.


Marita Osés
27 abril 2022

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13.5.21

Coaching



Siempre me ha gustado más escuchar que hablar. 

Desde que tengo uso de razón, escucho. Escucho a las personas y las acompaño con la mirada, con la palabra, con el silencio, con el corazón. Buceo en el mar de sus palabras, de sus silencios, de sus sentimientos, de sus pensamientos. Y abrazo todo eso sin sentirme con derecho a opinar. Simplemente lo tomo tal como me lo ofrecen. 

Esto es el coaching básicamente: hacer de espejo de la persona que tienes delante, para que tome conciencia de dónde está y a dónde va, ayudarle a descubrir sus recursos personales, impulsarle a utilizarlos para conseguir sus metas, reconocer los avances y aprender de los errores. El cliente elige el tema y el coach escucha con mucha atención, pero no está ahí simplemente para que te desahogues, sino para hacerte preguntas que te ayuden a ver lo mismo de una manera diferente y a actuar en consecuencia. 

Se trata básicamente de estar contigo, experimentar a fondo la emoción, situación o proceso en los que te halles y ofrecerte mi presencia para que saques el máximo partido de ellos, descubriendo perspectivas distintas a aquellas en las que tal vez estés estancado/a o atrapado/a. Si hay dolor, transitaré contigo por el dolor. Si hay incertidumbre, navegaremos por ella hasta encontrar una certeza. Si hay sensación de impotencia, indagaremos hasta encontrar dónde reside tu poder. Cualquiera que sea el trayecto que recorramos (un cambio de orientación profesional, la mejora de una relación, la realización de un sueño), todos tienen un solo fin: tu plenitud. 

Las sesiones son de 1 hora y pueden ser semanales, quincenales o mensuales, a elección de la persona interesada y en función de sus necesidades.  Lo habitual es que sean sesiones presenciales, pero si tienes problemas de horario, el coaching a través de Skype funciona perfectamente y también las sesiones por teléfono son muy fructíferas. Cuanto más pongas tú sobre la mesa, más provecho sacas. Yo por mi parte, me entrego a esta actividad con la misma pasión que pongo en todo lo que amo, es decir, con todo mi ser. 


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26.4.21

Curso ¿De qué va el Amor?

 

Curso Radika ¿De qué va el Amor?
Dentro de un mes, el 26 de mayo 2021,  invitada por la Fundación Radika, inicio un curso online basado en mi libro ¿De qué va el amor? 

El propósito del curso en una frase: 

Que las personas dejen de sufrir innecesariamente por culpa de sus creencias acerca del amor y empiecen a practicar el amor consigo mismas.
Durante cuatro miércoles consecutivos intentaremos ir más allá de nuestras creencias y condicionantes a fin de dejar de sufrir inútilmente y poder amar de forma más plena, y sobre todo, más libre. 

Os espero los días 26 de mayo y 2, 9 y 16 de junio de 18h30 a 20h.

👉¡Apúntate aquí ! 





25.4.21

Atiende tus necesidades sin esperar a que otro lo haga…y dejarás de enfadarte



En el transcurso de una charla sobre la ira, me pregunta una de las asistentes: “¿Y éstas personas que siempre están enfurruñadas por todo y con todos?”

Personas enfadadas permanentemente con el mundo. Personas que no han comprendido que la vida es como es, no como ellas piensan que tiene que ser. 
Que la realidad lleva su propia dinámica y no tiene por qué ajustarse a cómo creo yo que han de ser las cosas. Personas que se resisten a conjugar el verbo aceptar.

De todos los aspectos de la realidad -que tantas veces me cuesta - el único en el que puedo incidir directamente SOY YO.

¿Qué puedo hacer por mí para que la realidad me resulte más aceptable?

Salir a la calle con mis necesidades cubiertas.

Es evidente que si tenemos hambre, sueño o no nos sentimos queridos estamos más irascibles y cualquier contratiempo nos hará enfadar con más facilidad. El alimento, el descanso, el afecto, son necesidades comunes a todos los seres humanos. De pequeños aprendemos la importancia de adquirir los hábitos de alimentación y descanso, pero no el de darnos afecto. Algunas personas me preguntan: 

“¿Cómo se hace esto de quererse a uno mismo?” Es tan fácil como velar por tu bienestar. Implica pararte a descubrir qué cosas te hacen sentir bien. La respuesta a esta pregunta es única y exclusiva de cada persona, porque responde a sus características individuales. A su esencia.

Todos hemos vivido alguna vez un momento tan agradable o pleno que nos ha hecho pensar: “Después de esto, pase lo que pase hoy, ya me ha valido la pena el día”. El abanico de momentos sencillos de plenitud es infinito: haber presenciado la salida del sol, escuchar una música preferida, una meditación, un café con un amigo, sentirte a gusto con lo que llevas puesto o pasar a dar un beso a un ser querido antes de ir a trabajar. Puede que no sean cosas objetivamente imprescindibles, pero si las hago, me siento muy bien. Si no, parece que me falta algo. Y cuando de buena mañana voy por el mundo con esa sensación de escasez, cualquier contratiempo se suma a esta carencia y hace que el mundo me parezca más hostil de lo que en realidad es.

Madurar es también tomar conciencia de qué cosas hacen que me sienta bien en mi piel y procurármelas. El niño reclama que sus padres lo atiendan porque él no tiene los recursos para hacerlo. 

La persona que espera que los demás velen por él se ha quedado en la infancia: genera relaciones dependientes y se queja cuando los otros le fallan. Cada vez que alguien me “falla” me está invitando a preguntarme: 

¿Me estoy dando yo lo que reclamo a esta persona?


Adulto es el que asume la responsabilidad de su persona y por lo tanto de cubrir sus necesidades. 

🔎Muchas veces no las satisfacemos porque no nos hemos tomado el tiempo necesario para des-cubrirlas

🔎Otras veces las en-cubrimos: los horarios laborales, la llegada de los hijos, la enfermedad de un familiar cercano hacen que dejemos de tener tiempo para nuestras cosas y acabamos olvidándonos de aquello que nos cargaba las pilas: cantar en una coral, bailar salsa, leer, meditar, hacer deporte a alguna hora del día, quedar con tal persona... 

🔎Y si las descuidamos nuestro ser se resiente porque le estamos enviando el siguiente mensaje: “Tu bienestar no importa.” Le exigimos que rinda, pero no le damos alimento suficiente como para que se halle en disposición de rendir. Y de gozar. No es de extrañar, entonces, que a la mínima, salte. 

Puede que el motivo aparente de mi enfado sea externo, pero lo cierto es que la insatisfacción interna es el caldo de cultivo perfecto para que esa chispa exterior prenda en mí el fuego de la ira. Si atiendo a mis necesidades –me atrevería a decir espirituales, en el sentido que afectan al espíritu con el que me muevo por el mundo- esas chispas se apagan en contacto con mi paz interior.

¿Te has parado a pensar en lo que necesitas para funcionar bien?

 ¿Qué mínimos debes cubrir TU para caminar con energía, motivación y tranquilidad? Una vez detectes qué cosas te llenan hazles un hueco en tu agenda todos los días, por mínimo que sea. Decide cuáles son irrenunciables y respétalas. Ese acto diario de respeto por ti te dispone hacia la realidad en actitud agradecida y serena. Te sorprenderás de lo mucho que se reduce tu irritabilidad.


Me encanta leer la reacción a mis reflexiones, y me ayuda un montón, por lo que os ruego que si queréis enviar algún comentario lo hagáis a mi correo (mos@mentor.es), en mi página de Facebook, en Instagram o los escribáis en la casilla de comentarios que aparece debajo del post en este blog.

Gracias por estar ahí y leerme. Sin vosotros, todo esto no tiene ningún sentido.

Marita Osés



4 octubre 2016