Mostrando entradas con la etiqueta pareja. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pareja. Mostrar todas las entradas

23.6.22

"Luego" puede no llegar nunca


Vivimos en una ficción: creemos que esto va a durar para siempre. Pero no me refiero solo a nuestra existencia, sino a cada momento. Cada instante es un espacio en blanco y de nosotros depende llenarlo o no. Aprovecharlo o dejarlo pasar.
Cada vez que tengo una idea y me digo “ya la concretaré” la almaceno en un lugar en el que empieza a morir. Cada vez que siento el impulso de hacer un gesto y me digo “no es el momento” dejo de expresar una realidad y por lo tanto de alimentarla. Cada vez que deseo de decir algo y pienso “ya se lo diré” y me callo, dejo de transmitir lo que mi alma anhela comunicar, y tal vez lo que otra persona necesita oír. Ese momento no volverá. 

¿Y si no hay un luego?

Se hizo esta pregunta una persona en un grupo de duelo. Había perdido a su marido y de un día para otro ya no hubo luego para ella. Reconoció infinidad de momentos que podrían haber estado más llenos. Vivir plenamente el presente es no desperdiciar la energía de cada instante, es intuir con antelación de qué te vas a arrepentir si no lo haces YA. Ese beso que no has dado antes de irte de casa, ese mensaje que no has escrito cuando pensaste en esa persona… infinidad de pequeñas cosa que omitimos por ignorancia, inconciencia o pereza. No me refiero a cumplir obligaciones, sino a hacer caso al corazón. Porque ese beso que das antes de irte, ese mensaje que escribes cuando así lo sientes, eso que haces porque no te das tiempo a ti misma de pensarlo dos veces da sentido a todo lo demás. Vas construyendo una vida plena, cuando das a cada momento su dosis de inspiración, de acción de amor. 

Luego es cualquier momento menos ahora. Pertenece al futuro. Dejar para luego es condenar el ahora al vacío.

A veces estamos tan ocupados “cumpliendo” con nuestro deber que no nos queda tiempo para amar. Nos queremos pero no hacemos gestos de cariño, no nos decimos palabras de afecto, no nos quedan fuerzas para demostrar nuestro amor en la práctica. Lo sentimos, pero estamos cansados de tanto cumplir con las responsabilidades y con las expectativas de los demás.  Y posponemos la expresión de ese cariño a la espera de estar más “frescos”, más enérgicos, de mejor humor. Olvidamos que eso que no hacemos probablemente nos regeneraría por dentro, tanto al que da como al que recibe porque esa es la única gasolina que necesitamos.

Estamos tan desbordados por nuestros deberes que olvidamos el derecho a amar y a ser amados. Nos imponemos tantas obligaciones para conseguir nuestras metas que aparcamos sin darnos cuenta el motor de nuestras vidas.

¿Te tomas tiempo para sentir, expresar agradecer, disfrutar?

¿O saltas de obligación en obligación? 🔗¿Estas criando a tus hijos desde la responsabilidad o desde el amor?

Cuando decimos “ya lo haré en otro momento” es porque no consideramos que eso que posponemos sea importante. Que pueda esperar no significa que no sea imprescindible. No esperes a que sea la muerte la que te enseñe a priorizar.

Marita Osés

22 junio 2022


Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales: InstagramFacebook o LinkedIn  o escuchar mi nuevo podcast 🎙️ 🙏


15.6.22

Una cosa es empatizar con alguien y otra responsabilizarse de sus emociones

Elisa solo se va a montar a caballo si sabe con certeza que su novio tiene un plan ese día. Si no, ni se lo plantea, a pesar de que es una de sus aficiones favoritas y le sienta muy bien.

Le pregunto por qué y ni siquiera es porque prefiera estar con él, sino porque, si lo hace, teme que él piense que no es una prioridad para ella.

En sentido inverso no ocurre lo mismo. Él hace sus planes y se los comenta, sin que se le pase por la cabeza que ella va a sentirse poco importante para él por el hecho de que se vaya a jugar a fútbol.

El temor de Elisa la hace responsabilizarse de lo que su novio pueda sentir. Mejor dicho, de lo que “ella imagina” que sentirá él, y es esa creencia lo que determina su acción. Su brújula para hacer una cosa u otra está fuera de ella, no dentro. 

Cada vez que me responsabilizo de las emociones de la persona que tengo a mi lado sea pareja, amiga, familiar (o incluso un desconocido… “qué va a pensar esa persona si me ve haciendo esto”) y me comporto en función de ellas, en lugar de actuar conforme a lo que siento y quiero de verdad me alejo de mí y, si lo hago continuamente…me pierdo.  Y dejo de dar elementos a las personas que se relacionan conmigo para que me conozcan, puesto que me defino teniéndolas en cuenta a ellas, no a mí. Es posible que acaben teniendo una idea equivocada de quien soy. Y aun peor, puede que yo misma acabe no sabiendo lo que realmente quiero, a fuerza de renunciar a empatizar conmigo. Al mismo tiempo, cuando me responsabilizo de las emociones ajenas, me parece que tengo que hacer algo con ellas, como si yo fuera su dueña, y lo único que puedo hacer es aceptar que son como son y que el único que puede y debe hacer algo con ellas es la persona en cuyo interior se originan. Cuando más me cargue yo con ellas, menos se responsabilizará la persona que las experimenta.

El colmo del hábito de responsabilizarse de las emociones ajenas es creer que soy responsable de la felicidad de alguien.

Significa atribuirse un protagonismo desproporcionado en la vida del otro e ignorar una serie de elementos internos que tienen un peso decisivo en su sentimiento de felicidad o infelicidad. Aunque se trate de tu pareja, no solo es injusto cargarte con esta responsabilidad, es poco realista. Porque antes de encontrarse contigo esta persona ya ha construido una estructura interna y unas creencias que filtran su forma de percibir la vida y es precisamente esa percepción de la realidad lo que nos hace felices o infelices. Entre responsabilizarse y culparse hay una línea muy fina. 

Que la actuación o las palabras de alguien desencadenen una reacción en mí, no significa que esa persona sea responsable de mi reacción. En todo caso es el detonante, pero la responsable de mis actos soy yo. Yo elijo entre un abanico de posibilidades, aunque no me dé cuenta. Puedo haber actuado condicionada por mi inconsciente o por mis patrones adquiridos, pero eso no me da derecho a culpar al otro. Cada vez que culpo al otro, pierdo una oportunidad de conocer qué patrones he ido construyendo dentro de mí que no me dejan ser libre y me hacen reaccionar en lugar de responder.

Abandonar la creencia de que soy responsable de lo que siente el otro (o que el otro es responsable de lo que yo siento) no es fácil porque implica renunciar al protagonismo que creemos (y necesitamos) tener en la vida de las personas y, a sensu contrario, renunciar también a culpar a nadie de nuestras reacciones. Implica reconocer que no somos ni tan importantes ni tan decisivos, y aceptar que ellos tampoco lo son. El máximo responsable es cada uno y si no lo asumimos nos pasaremos la vida buscando afuera culpables de algo que tiene su principio y su fin en nuestro interior. Cuando sintamos la tentación de responsabilizarnos de la reacción del otro o de responsabilizar al otro de la nuestra, vale la pena respirar hondo para darnos tiempo de frenar ese impulso y poner distancia momentáneamente entre ambos. En un acto de honestidad con un@ mism@, detenerse a preguntarnos:

“¿Tiene esto que ver conmigo o con la otra persona?”

Es más fácil pensar “me ha puesto nervios@”, que “como venía nerviosa@, he saltado a lo que me ha parecido una provocación”.  No es lo mismo: “me apunto a este plan porque si no, se enfadarán” que “no voy porque estoy cansada”. En el primer caso me hago responsable de su enfado. En el segundo, si se enfadan es cosa suya, no mía. Tiene que ver con cómo perciben o interpretan mi ausencia, no con lo que siento hacia estas personas. Empatizar con ellas será comprender que puedan hacer una interpretación errónea de mi acción. Responsabilizarme sería sentirme culpable de su enfado. Una cosa es que me sepa mal, otra que me cargue con la culpa por esa reacción.

Si aprendemos a discernir lo que nos pertenece y lo que no, constataremos que hay patrones que se repiten, y ello nos ayudará a descubrir cuál es nuestra herida básica y cuáles las de otros. Para ello es necesario empatizar en primer lugar con nosotros. Si empezamos por ahí, seremos capaces de empatizar con los demás sin perdemos en ellos. 


Marita Osés

14 junio 2022


Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, InstagramFacebook o LinkedIn  o escuchar mi nuevo podcast 🎙️ 🙏


9.6.22

Amar es un arte y se aprende

¿Has pensado alguna vez que el amor es un aprendizaje                          
Cuando digo amor me refiero no solo al sentimiento de alegría y gratitud por el mero hecho de que el ser amado exista, sino también a todo lo que un@ es y hace a partir de ello: respetar, animar, potenciar, agradecer, reconocer, aceptar, soltar…



El amor es ACTIVO aunque puedas hacer todas estas cosas sentad@ en una silla, porque es una actividad interna: mueve tu corazón, cambia tu actitud, rompe tus esquemas, flexibiliza tu rigidez, abre tu mente, despliega tu potencial y el del ser amado. Para llegar a esta conclusión, he tenido que depurar mucho el concepto de amor que mi experiencia infantil y juvenil me habían legado y que las creencias de mi entorno habían alimentado.

En nuestra infancia aprendemos por mimetismo, absorbemos los patrones de conducta de los adultos y los hacemos nuestros sin saberlo. De adulto, te das cuenta: tengo la negatividad de mi abuela, la rigidez de mi padre, la vitalidad de mi madre….y entonces tenemos la oportunidad de potenciar lo que nos gusta de todo aquello que recibimos y soltar no lo que nos pertenece y no es acorde con nuestra identidad. 

La pregunta ¿Con quién aprendiste a amar? nos permite cuestionar nuestro estilo de amar, descartar aquellos aspectos que quedaron grabados en nuestro disco duro, pero no están alineados con nosotros y potenciar aquellos que sí deseamos conscientemente.


A amar se aprende. 
No somos fuente de amor. Alguien tiene que amarnos primero para que se active en nosotros el potencial de amor.

Todos llevamos la semilla, pero si alguien no la riega, no se despliega. El niño que no ha sido amado no podrá amar. El niño que ha sido mal amado, amará mal porque replicará consigo mismo y con los demás lo que han hecho con él. Pero el adulto puede elegir: Una vez sometes a examen con quién aprendiste a amar y por lo tanto cómo es la calidad de tu amor o el concepto de amor que heredaste, puedes decidir si seguir amando así o hacerlo de otra manera. A lo largo de tu existencia vas viendo otras personas, otras familias, otros estilos de amor que tal vez te gustan más o están más de acuerdo con tu forma de ser y de ver la vida. No es fácil la tarea de salir de la inercia adquirida a lo largo de años, pero vale mucho la pena.

Muchos procesos de coaching🔗 consisten precisamente en identificar formas de amar que brotan de nosotros, pero que no nos hacen felices, y transformarlas en aquellas que están mucho más alineadas con nuestra identidad. Por ejemplo, si has tenido una madre para la cual amar era sufrir, y no quieres perpetuar esta idea de amor, deberás dialogar con esa parte de ti que se ha habituado a ese estilo de amor y no dejar que se te “cuele” en tu forma genuina de manifestar el amor.

Descubre con quién aprendiste a amar y entenderás cómo amas. Comprenderás formas de hacer tuyas que pueden desconcertarte e incluso no gustarte. Cuando entiendas de donde vienen, podrás decidir qué quieres conservar y qué quieres desaprender y darte el gustazo de AMAR A TU MANERA. Incorpora todos los elementos que te den satisfacción y plenitud y desecha aquellos que te hagan sentir tensión o incomodidad. Agradécelos todos, porque te han ayudado a construirte y te han sostenido en otros momentos, y sigue adelante poniendo en tu mochila solo lo que te pertenece,🔗 no lo que vino de otras mochilas y a ti no te sirve. 

No podemos esperar que todo el mundo satisfaga nuestras expectativas, pues cada uno ama con sus limitaciones. Lo triste es que amemos en base a las limitaciones de 🔗aquellos de quienes aprendimos. Bastante tenemos con las nuestras.

Quien te enseña a amar influye en la calidad de tu amor, pero no la determina. Eso lo decides tú. Si los adultos fuésemos conscientes de ser los primeros maestros de nuestros hijos, nietos, sobrinos… en el arte de amar, nos prepararíamos con más conciencia para la magnífica tarea. El amor se aprende, y como en cualquier otro arte, el aprendizaje no tiene fin. Hay que elegir bien al maestro. 

Marita Osés
8 Junio 2022

Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, InstagramFacebook o LinkedIn  o escuchar mi nuevo podcast 🎙️ 🙏




23.5.22

La mejor herencia


Cuando empecé a trabajar como coach, tenía muy claro que quería funcionar como un espejo lo más limpio posible para que las personas que acudían a mí pudiesen ver reflejado en él lo que no eran capaces de ver por sí mismas.

En todas las sesiones, sin excepción, lo que descubro es que cada persona a su vez me hace de espejo y me ayuda a ver aspectos de mí que yo ignoraba o veía a medias.
Los aprendizajes que he hecho no me pertenecen.
Mediante los podcasts deseo compartirlos mensualmente a partir de mis experiencias para que otros elaboren y comprendan las suyas. Bienvenidos a El Espejo.
Espero que la imagen que os devuelva os ayude a conectar profundamente con vuestra verdadera identidad.
Gracias! Nada de esto sería posible sin vosotros, sois lo que le da sentido.



Puedes escuchar este podcast también en tu canal de audios favorito y si quieres apoyarme en esta nueva aventura te invito a suscribirte y a dejar tus comentarios.

Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
📧mos@mentor.es
📲+34 661 631 972

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, Instagram, Facebook o LinkedIn

Despacho en Calle Provenza 214 8º 2ª de Barcelona

Presenciales Martes, jueves y viernes




27.4.22

La necesidad de sentir intensamente para compensar la falta de sentido




N. ha finalizado una relación de más de 5 años con su pareja. Al renunciar a un proyecto de vida largamente deseado, se siente como perdida, sin sentido. Una noche se lía con un desconocido. Al día siguiente se siente vacía y frustrada.

¿Por qué no te fuiste a casa si estabas tan cansada? , le pregunto. Es que me hacía vibrar mucho, me responde. Había una voz que me decía, “no tienes nada que hacer con este individuo”, pero el contacto con él me hacía sentir otra vez muy viva y no pude resistirme.  La conozco y no me explico qué podía tener en común con el hombre que me describe. Su alma buscaba sentido y ella le dio una dosis intensa de sentir. Ahogamos anhelos profundos, sin permitir siquiera que acaben de expresarse para no experimentar el vacío, y los llenamos de personas, actividades que nos hacen vibrar, pero que no nos ayudan a encontrar sentido. 

¿Qué es lo que te hace sentir viv@?  
Se ha sofisticado tanto la vida que hemos olvidado el placer de las cosas sencillas. Ya no somos capaces de saborear un vaso de agua fresca o un zumo recién exprimido para sentir en el cuerpo la gratitud de recibir ese regalo. Tenemos que preparar bebidas cada vez más exóticas para sentir que vale la pena pagar por ellas.  Existen no sé cuántas clases de tónicas, ginebras y complementos para preparar algo tan sencillo como un gin-tonic. Rizamos tanto el rizo que nos alejamos de lo esencial, cuando es precisamente la esencia lo que da sentido. Cuando solo logramos sentirnos vivos haciendo cosas especiales sin parar, es que la vida que llevamos no está cubriendo esta necesidad. 

¿Qué diferencia hay entre vivir con sentido y sentirse vivo? 
Ninguna, según se mire. O toda, si nos fijamos en los valores que sostienen cada afirmación. Hay personas cuyo criterio para hacer algo o dejar de hacerlo es si les divierte o no. No me refiero al ámbito del ocio, sino también al ámbito laboral. Olvidan que muchas cosas necesarias en la vida son positivas, y no necesariamente divertidas.  Lavarse los dientes,  tener paciencia con un amigo que atraviesa una época difícil, hacer rehabilitación después de una lesión o hacer la comida todos los días, te guste o no cocinar. Ninguna de ellas es divertida, pero todas tienen sentido. Las personas que necesitan diversión permanente, puede que simplemente necesiten sentirse vivas y solo lo consigan con emociones intensas. Puede que estén huyendo de la apatía, del aburrimiento. ¿Y si el aburrimiento fuera señal de falta de sentido?

Cuando las cosas tienen un propósito, nos guste o no el acto mismo o el proceso de realizarlas, lejos de aburrirnos, nos producen satisfacción. Si cubrimos superficialmente la necesidad de divertirnos o de sentirnos viv@s nunca acabaremos de llenarla, porque las sensaciones son pasajeras. Por el contrario, la paz que experimentas cuando algo te satisface no es una sensación sino un estado profundo del alma y nos construye por dentro, porque nos da estabilidad, fortaleciéndonos.

Divertirse viene del latín, “divertere” apartarse, desviarse de algo penoso y pesado, dar un giro en dirección opuesta, alejarse”. La diversión es, por lo tanto, necesaria para descansar de momentos más duros pesados. Pero permanecer ahí siempre, puede implicar que has etiquetado de duros, aburridos o insoportables algunos aspectos de la vida que tal vez no lo son. Simplemente no les has encontrado su razón de ser, su sentido. O los experimentes como deberes o imposiciones. A este respecto, Marshall B. Rosenberg, en su libro sobre la comunicación no violenta cuenta el caso de una profesora de instituto que se quejaba de tener que poner notas, porque no creía que ayudasen y generaban mucha ansiedad en los estudiantes. Pero tengo que ponerlas, concluía, porque es la política de la escuela. Marshall le pidió que formulase la frase empezando “Elijo poner notas porque quiero…” y ella la completó sin vacilar: Elijo poner notas porque quiero conservar mi puesto de trabajo. Con esta simple formulación, se dio cuenta de que al poner notas no estaba obedeciendo ciegamente a un mandato de la escuela, sino que respondía a un deseo o necesidad suya. Eso es lo que daba sentido a lo que estaba haciendo. Todos necesitamos un propósito. Encontrarlo nos ancla a la realidad y no necesitamos entonces distraernos de ella con tanta urgencia o frecuencia. La hiperestimulación de los sentidos que promueve nuestra sociedad, y a la que podemos hacernos adictos, puede ser una señal de que vivimos sin rumbo.
Una cosa es el sentido y otra muy distinta, los sentidos. Ambos contribuyen a nuestra felicidad. Los sentidos nos dan placeres y el sentido…el sentido nos arraiga y nos da paz.


Marita Osés
27 abril 2022

Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
📧mos@mentor.es
📲+34 661 631 972

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, Instagram, Facebook o LinkedIn

Despacho en Calle Provenza 214 8º 2ª de Barcelona

Presenciales Martes, jueves y viernes




20.1.22

El Valor de la pareja como aprendizaje de uno mismo


Cuando @Sofischaki me propuso un diálogo sobre “El valor de la pareja como aprendizaje de uno mismo”, ambas estuvimos de acuerdo en que en infinidad de ocasiones creemos que la pareja es la causa de nuestros problemas, o incluso de nuestra infelicidad, y la realidad demuestra que es simplemente un espejo en el que ver reflejadas heridas que acarreamos hace tiempo y de las que no somos conscientes. 

Descubrirlas, reconocerlas, aceptarlas es el primer paso personal para que la relación de pareja funcione. Si aprendo a poner atención en mi, en lugar de tener a mi pareja siempre en el punto de mira, dejo de huir de mi mism@, me comprendo mejor y por ello puedo ser más comprensiva con mi pareja. Eso no nos evita sentir dolor, pero sí reconducirlo hacia una relación sana y constructiva.

En el vídeo del diálogo que mantuvimos, encontrarás los puntos que hemos considerado más importantes para plantear de un modo completamente distinto el eterno problema de “ mi pareja no me hace feliz”. 

Espero que os sea útil.








Si tienes algo que compartir o agregar a esta reflexión, me encantará leer a continuación, en los comentarios, tus sentimientos y opiniones.

📧mos@mentor.es
📲+34 661 631 972

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis redes sociales, InstagramFacebook o LinkedIn
Despacho en Calle Provenza 214 8º 2ª de Barcelona Sesiones presenciales martes, jueves y viernes.

Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.

26.4.21

Curso ¿De qué va el Amor?

 

Curso Radika ¿De qué va el Amor?
Dentro de un mes, el 26 de mayo 2021,  invitada por la Fundación Radika, inicio un curso online basado en mi libro ¿De qué va el amor? 

El propósito del curso en una frase: 

Que las personas dejen de sufrir innecesariamente por culpa de sus creencias acerca del amor y empiecen a practicar el amor consigo mismas.
Durante cuatro miércoles consecutivos intentaremos ir más allá de nuestras creencias y condicionantes a fin de dejar de sufrir inútilmente y poder amar de forma más plena, y sobre todo, más libre. 

Os espero los días 26 de mayo y 2, 9 y 16 de junio de 18h30 a 20h.

👉¡Apúntate aquí ! 





17.10.18

Impresiones depués de 30 años de convivencia


   

¿Qué es lo que veo a día de hoy?



· Veo a dos personas dando palos de ciego al principio porque querían formar una pareja cuando todavía no estaban formadas individualmente. Ignoraban su identidad, confundidos como estaban con los personajes que cada uno había inventado.

· Veo a dos personas que creían que amaban al otro y era imposible que lo hicieran porque no se amaban suficientemente a sí mismos.

· Veo cómo nos hemos ayudado mutuamente a parirnos, con mucho dolor, a veces con poco amor entre nosotros, pero siempre con la presencia de un Amor más grande, y, en todo caso, mucho más fuerte que nuestro desamor.

· Veo que los hijos algunas veces unieron, pero otras tantas nos separaron, porque llegaron a una pareja que estaba sin consolidar. Si hubiésemos esperado a estar consolidados, nunca habríamos llegado a tenerlos. Ellos formaban parte de la estrategia de la vida para ayudarnos a construir/descubrir nuestra identidad como personas y nuestra capacidad de amar.

· Veo que cuanto más esponjamos nuestro corazón y lo abrimos a la trascendencia, más abierto está también para la pareja. Y viceversa.

· Veo que cuando él se deja tocar por su Presencia, me toca de manera diferente. Más cálida, más respetuosa, más amorosa, más plena de sentido, más tierna, más profunda.

· Veo que Dios nunca ha dudado de nosotros. Y eso me ha sostenido la infinidad de veces que yo he dudado de mí, de mi pareja y de nuestro matrimonio.

· Veo que mi decisión temprana de no casarme y de no tener hijos provenía del dolor y no del amor. Y que la vida tenía otros planes para mí.

· Veo que 30 años son muchos y no son nada. Que hemos recorrido un largo camino, pero nos queda todavía más por recorrer y me apetece transitar nuevos senderos.

· Veo que el matrimonio es cosa de tres. Y que este tercero “en discordia” ha sido nuestro Dios, decisivo para la estabilidad y armonía de la relación. Cuando no había acuerdo, entrábamos en un terreno que está por encima de los egos en el que ambos cedíamos nuestro poder a alguien del que nos fiábamos. En ese campo, las diferencias se dirimen sin que nadie pierda o gane.

· Veo que he aprendido a suavizar mi manera de expresarme y él ha aprendido a expresar lo que siente, y no solo lo que piensa.

· Veo que él ha aprendido a escucharme sin justificarse y yo a hablar en primera persona sin reprocharle, ni hacerle sentir culpable de lo que siento.

· Veo que ha ido evolucionando mucho mi concepto de esposa, madre, ama de casa y que él lo ha ido comprendiendo y actuando en consecuencia.

· Veo que ha ido evolucionando su concepto de esposo, padre y amo de casa y actuando en consecuencia y que yo he sentido mucha gratitud por ello.

· Veo que he aprendido a respetarme como persona y como mujer y que gracias a ello he modificado mis roles.

· Veo que conocer la vulnerabilidad de tu pareja y amarla sin juzgarla es la clave para que no haya distancia o para que, si surgen distancias, se acorten en poco tiempo.

· Veo que los dos hemos crecido y que aceptamos mejor nuestras limitaciones.

· Veo que el deterioro físico va paralelo a un desarrollo espiritual que ayuda a vivir esa pérdida de manera positiva.

· Veo que la clave para seguir juntos es el respeto profundo por aquello del otro que no entendemos. Y aceptar que hay muchas cosas del otro que son válidas aunque no entren en mi marco de referencia…hasta que el amor hace que entren.

· Veo que los marcos de referencia siempre son mentales. El corazón no los tiene; si abre una puerta, la abre de par en par. Y la mayoría de las veces, todo consiste en abrir esa puerta sin miedo. 


Marita Osés
13 octubre 2018