20.12.23

¡Es que somos muy diferentes!

Foto de lienzo deTara Turner
En casi todas las relaciones, las diferencias suelen traer problemas. Todos hemos oído alguna vez la queja: “¡Es que no es normal!” “¿Cómo puede ser así esta persona?” “¡Yo jamás diría/haría algo semejante!” “Me cuesta aceptar que reaccione de esta manera porque yo no lo veo como ella.” “Es que yo no soy así, no puedo concebirlo.” “No me parece normal”.

¿Qué  es lo “normal”?
¿Aquello a lo que yo estoy acostumbrada, lo que está en mi zona de confort?
¿Solo es normal lo que cabe  en mis esquemas mentales?

En realidad, cuando decimos que algo no es normal, nos referimos a que para nosotros no es lo habitual, no es nuestra opción.

¿Qué significa “normal” para ti?
¿Es normal lo que piensa y dice la mayoría de la gente?
¿Lo que te han dicho a ti desde tu infancia?

Es bien sabido que lo que en un entorno determinado se acepta, es ignorado o condenado en otros. Si tenemos claro que la visión que tengamos de un paisaje dependerá del lugar desde donde lo contemplemos,¿por qué nos cuesta tanto entender que la actitud que tenga cada persona ante la vida dependa del entorno en el que ha sido criado?

Lo explica bien Yung Pueblo, en su libro, “clarity&connection”:
✴️las personas son increíblemente parecidas y diferentes al mismo tiempo.  Todos tenemos la misma estructura básica de mente y emociones, pero el condicionamiento mental de cada uno es distinto, porque no existen dos personas que hayan vivido exactamente lo mismo. Las vicisitudes vitales de cada uno, las reacciones que hemos tenido, lo que hemos entendido y lo que hemos malentendido, todo lo que hemos llegado a creer, el laberinto de patrones que repercuten en nuestra conducta, los  grandes o pequeños traumas…podíamos continuar eternamente y concluir que cada persona tiene su propio mundo interior y una historia emocional única. (…)No nos damos cuenta de lo rápido que vamos acumulando patrones a lo largo de nuestras vidas, especialmente en los momentos intensos emocionalmente hablando. Después de años de repetir las mismas conductas, se necesita tiempo para cambiar y adoptar nuevas respuestas frente a la vida. Muchas veces son nuestras relaciones las que nos dan pie a hacerlo.✴️

Casi siempre, las diferencias están en esos patrones acumulados, no en nuestras personas.

Porque las personas, en esencia, somos lo mismo: potencial de amor. Cuando una diferencia nos separe, si nos concentramos  en comprender el patrón de conducta sin identificarlo con la persona, comprobaremos que su esencia queda a salvo, no está implicada.
Las relaciones nos ofrecen la oportunidad de cambiar y adoptar nuevas respuestas, cuando nos enfrentan a la diferencia. Nos ponen frente a personas que piensan, reaccionan o tienen iniciativas que tú nunca tendrías y, por eso,  la primera reacción suele ser de rechazo:

¿Qué demonios hace?
¿Quién se ha pensado que es?
¿De qué va?
¿Por qué lo hace?

Aunque también, afortunadamente, a veces la diferencia nos despierta admiración: Nos preguntamos de dónde saca la fuerza para hacer eso que nosotros no haríamos o qué tipo de mente tiene para ser capaz de enfocarlo de esa manera.

Cuando alguien tiene una postura distinta a la nuestra ¿qué pasaría si en lugar de defender nuestro punto de vista –solo porque es el nuestro- sintiésemos curiosidad por entender la suya? Tanto la una como la otra son fruto de nuestras experiencias y de las conclusiones a las que hemos llegado con los recursos personales de cada uno y con las creencias y principios que nos ha transmitido el entorno en el que hemos crecido. ¿Cómo sería abordar la diferencia con curiosidad y sin juicio? La curiosidad y la ausencia de juicio generan en mí una apertura  a la diferencia que me capacita para su comprensión y me permite crecer con ella aunque no la incorpore a mi forma de pensar.

“No concibo que una persona que te quiere te esté señalando todo el día lo que puedes mejorar”, me dice una mujer de 31 años, que es muy respetuosa y no se mete con nadie. En su casa, confiaban plenamente en ella y le permitían decidir, sin que sus padres interfiriesen ni le dieran sermones por lo que hiciera o dejase de hacer. En cambio, la crianza de su pareja fue muy normativa, a él lo marcaron constantemente. El repite en su relación de pareja  lo que vivió en su infancia, y ella se lo toma como algo personal, como una falta de amor hacia ella. Si  exploran juntos la situación dolorosa que genera esa diferencia, podrán llegar a un acuerdo en cómo quieren gestionarla cuando aparezca, comprendiendo que nace del distinto condicionamiento de cada uno de ellos, no de sus sentimientos.

“¿Tú crees que es normal que cuando caminamos vaya dos pasos por delante de mí y ni me pregunte si toma una calle u otra para ir a donde nos dirigimos? ¡Da por sentado que lo voy a seguir! ¡Yo tal vez elegiría otra ruta para llegar a ese destino!”- me dice otra mujer respecto de su pareja.  Cuando reaccionamos  con rechazo a la diferencia, solemos quedar atrapados en el enfado y decidir que eso que no entendemos no lo vamos a tolerar y punto. Explorar la diferencia con curiosidad sería constatar que ambos tienen necesidades distintas. En este caso, él tiene la necesidad (o tal vez simplemente la costumbre inconsciente ) de liderar, y ella tiene la necesidad de compartir el paseo y de acordar conjuntamente el recorrido, en lugar de someterse a los deseos de él. Pero otra persona tal vez no se sentiría ignorada por el hecho de que su novio no le consultase si prefería ir por otra calle, o incluso le resultaría cómodo que su pareja decidiera por ella. De lo que se trata es de que ambos tomen conciencia de qué es lo que hace que su postura sea inamovible (si es que lo es)  o qué pueden modificar cada uno para adaptarse y que la relación fluya más, sin renunciar a ser ellos mismos. Y en ese paso, es útil reconocer cuándo nuestro ego se está poniendo tozudo y cuando es nuestra esencia la que se reivindica.

Que tú seas diferente ¿te incapacita para entender a la otra persona?

En realidad es el rechazo frontal de la diferencia lo que te dificulta comprenderla. ¿Qué necesitarías para poder comprender? Aceptarla de entrada. Que comprendas un aspecto de esta persona que no compartes no significa que te conviertas en ella. Necesitamos recordar, como decíamos antes,  que cada persona es fruto de unas circunstancias y de una biografía y que no hay dos personas iguales. Y si la exploras en lugar de juzgarla, esa diferencia te ayuda a conocerte más, y a liberarte de aspectos que has incorporado inconscientemente a lo largo de tu historia y que ahora son más estorbo que una ayuda en tus relaciones interpersonales
.
Para que la diferencia deje de ser una fuente de conflicto y se convierta en fuente de crecimiento y sume en una relación en lugar de restar, lo único que tenemos que hacer es explorarla con curiosidad y apertura, sin dar por sentado que nuestra postura es la correcta, pues no hay posturas correctas o incorrectas.


Nuestra postura es el resultado de habernos adaptado a las circunstancias que nos ha tocado vivir y la de la otra persona a las suyas.

No dejemos que las diferencias nos separen. Abordémoslas de tal manera que sumen en nuestra relación y enriquezcan nuestra visión.


Marita Osés
16 diciembre 2023