22.12.21

DATE UNA TREGUA



Recibo un vídeo sobre algo que ocurrió durante la I Guerra Mundial la noche del 24 de diciembre de 1914. En trincheras separadas entre sí unos trescientos metros, aguantan el frío invernal los soldados británicos en un lado y los alemanes en otro.

De pronto uno de los bandos empieza a entonar el villancico Noche de Paz y el otro bando se une a cantarlo en su propio idioma. Las voces de unos y otros se funden y algo se mueve en sus corazones, porque al amanecer, uno de los soldados sale de su trinchera con las manos en alto. Desde el otro lado, alguien le apunta para dispararle, pero un compañero se lo impide y sale a recibirle. Se encuentran y se dan la mano, se felicitan la Navidad. Detrás de ellos, tímidamente todos sus compañeros hacen lo mismo. Hablan, se hacen pequeños regalos, hasta organizan un partido de futbol. Luego, se despiden y vuelven a sus trincheras. Una tregua.

En Navidad, casi todos sentimos un anhelo de paz en el mundo. Lo mejor que podemos hacer para ello es estar en paz cada uno consigo mismo. ¿Cómo se logra eso? Dejando de pelearnos internamente.


¿Con qué parte tuya llevas más tiempo peleándote? ¿Qué te cuesta aceptar de ti?

¿Tu timidez, tu mal genio, tu despiste, tu exceso de responsabilidad, tu ansiedad, tu mala memoria, tu inseguridad, tu físico, tu sensibilidad, tu miedo…?

¿Puedes, por un momento, deponer las armas y dejar en paz a esa parte de ti que no aceptas?

¿Puedes dejarla ser?


Esta es mi propuesta navideña. 

Aceptar, aunque sea por un día, tus sombras: Sí, soy gruñon@, desagradecid@, impaciente, gloton@, miedos@, acelerad@, desconfiad@, criticon@ (que cada uno ponga aquí la parte que más le cuesta).

Muy bien: Pues por Navidad abrazo eso que me cuesta. Y añado: Soy más que eso. Soy tímid@, pero soy más que mi timidez. Soy impaciente, pero soy mucho más que mi impaciencia. Soy lent@, pero soy más que mi lentitud. Esa parte mía tiene una historia y una razón de ser y si la quiero transformar, antes tengo que aceptarla, dejar de resistirme.


Cuando abrazo esa parte de mí, se relaja y puedo moldearla. Por el contrario, cuando la rechazo se contrae, se endurece y se hace más fuerte. Es entonces cuando mi sombra oculta mi luz. Y yo misma me confundo y dejo de saber quién soy porque dejo de verla. Dejo de ver lo mejor de mí.


Distingue los dos bandos dentro de ti:

  • una voz machacona, repetitiva, autoritaria, exigente,  crítica que te hace sentir pequeña. .
  • Y otra que te dice: tú puedes, no tengas miedo, aprovecha esta oportunidad, no te preocupes, si no es hoy será otro día, confía.
Decide  a cuál de ellas vas a escuchar.

Si haces esto contigo esta Navidad, aceptando tus puntos débiles, tus sombras, tus carencias como parte de ti, podrás hacer este mismo regalo a los tuyos. Cuando decides aceptar aquello que te cuesta de los seres que te rodean, compruebas que también ellos están luchando con sus sombras y que no vale la pena que añadas más leña al fuego. 


Te deseo , no solo una noche de paz, sino un año 2022 lleno de paz de la tuya, la que has conseguido dejando de pelearte contigo mism@.


🎄Date una tregua. 🎁


Marita Osés, 22 Diciembre 2021

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15.12.21

Pequeños pasos hacia el ser

Se acerca el fin del año, tiempo de hacer balance y formular buenos propósitos. Son tantas las incógnitas en esta época de Covid, que nos faltan elementos para poder plantearnos cómo será el 2022.
Pero sí tienes los elementos necesarios para decidir cómo quieres ser tú. Basta que te pares un momento, en silencio,  y te preguntes: ¿Qué tipo de persona me gustaría ser independientemente de la situación que me toque vivir? ¿Cómo quiero vivirlo, sea lo que sea? Y a continuación decidir el paso más pequeño que puedo dar HOY en esta dirección.

Imaginemos que quiero ser una persona más serena. La pregunta sería ¿Cómo alimento esa serenidad en mí? ¿Qué personas, qué actividades me tranquilizan? ¿En qué entornos encuentro la calma? Una vez averiguo las respuestas, las pongo en práctica. Puede que me dé cuenta, además, de que cuanto menos me juzgo más serena me siento. En ese caso,  lo que haré será estar atenta a mis juicios y descartarlos, antes de que hagan mella en mí y me roben la paz.


Tal vez decida ser más coherente. ¿Qué pequeños actos de coherencia me lo recordarán? Una persona que iba cada día al gimnasio, decidió que usar el ascensor era incoherente con el machacarse después haciendo máquinas durante más de una hora, por lo que decidió ir siempre por las escaleras. Es un acto insignificante, pero a ella le recordaba su deseo de coherencia en otros ámbitos de su vida.

Otra ansiaba ser más estable emocionalmente y me contaba que cada vez que se pasaba de copas, decía y hacía cosas de las que se arrepentía luego y le hacían sentir mal y entrar en una montaña rusa emocional. Su paso en la dirección deseada fue tomar la determinación de parar antes de la tercera copa. Decir “hasta aquí” después de la segunda, no como imposición, sino como una forma de respetarse para no llegar a un punto en el que dejaba de ser dueña de sí misma y se convertía en víctima de sus emociones amplificadas por el alcohol.

Podríamos poner infinitos ejemplos…ahora piensa tú qué deseas de tu persona. Si quieres ser más resolutiv@, tal vez te convenga tomar una decisión firme a la semana. ¿Más servicial? Hacer un favor al día te encaminará en esa dirección ¿Más generosa? Desprenderte  de algo tuyo una vez al mes durante 6 meses puede ayudarte a descubrir la dicha de dar.

No se trata de hacer grandes cosas, sino todo lo contrario, cosas asequibles, que me den la seguridad de que puedo repetirlas hasta que me vea capaz de hacer otras de mayor envergadura. Es la manera de construir mi confianza y no frustrarme.


Si tu crític@ intern@ te susurra al oído: “¡Vaya ridiculez! ¿Así que por hacer estas bobadas te crees más divertid@, más atractiv@, más empátic@?” puedes entablar un diálogo con esta voz, con el firme propósito de validarte.

Porque, diga lo que diga tu censor interno,  no cabe duda de que, por pequeño que sea el paso que des, te acerca a aquello que quieres ser.

El mero hecho de haberlo intentado implica: que has tomado conciencia, te has inspirado en tu mejor versión y has puesto medios para ir hacia ella. Has dedicado un tiempo a hacer eso, lo que significa que te valoras. Y lo mejor de todo: te das cuenta de que lo que deseas ser ya lo eres, porque de lo contrario no podías haber dado esos pequeños pasos.  Tanto tu anhelo como tus pasos hacia él te están mostrando la madera de la que estas hech@. Da pues un primer paso, no tienes nada que perder. Y todo un horizonte nuevo que ganar.

Marita Osés
15 diciembre 2021

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9.12.21

La adversidad, una oportunidad para desvelar tu potencial



¿Recuerdas algún momento en el que la vida te puso a prueba y respondiste a pesar de la dificultad de la situación?
¿En qué cualidades tuyas te apoyaste para hacer frente a esa situación?


¿Fue tu paciencia la clave?
¿Tu sentido del humor?
¿Tu esperanza a prueba de bomba?
¿Tu perseverancia?
¿Tu honestidad? ¿Tu lealtad a ti mism@?
¿Tu valentía?

¿En qué habilidad o característica tuya sabes que puedes confiar?


La adversidad también puede propiciar emociones que calificamos de negativas, como la ira o la tristeza, y que no lo son. Tanto la una como la otra,  son fuerzas que podemos utilizar en uno u otro sentido.

El enfado puede ayudarme a salir de mi zona de confort o de mi parálisis debido a una decepción, por ejemplo. Y la tristeza es una emoción que, al robarnos la energía, nos obliga a parar, impidiendo que nos refugiemos en una hiperactividad que podría ser una huida de uno mismo.

Podríamos decir que la adversidad es una herramienta de autoconocimiento porque, cuando la vida se pone difícil, brotan de nosotros cualidades y energías que desconocíamos o que habíamos olvidado. En ocasiones, es nuestra propia reacción inconsciente la que nos hace darnos cuenta de que, en efecto, estábamos preparados para afrontar esa situación. Pero si no tomas conciencia de ello, este aspecto positivo de tu persona puede volver a caer en el olvido. Por eso es útil revisar momentos críticos de tu pasado intentando detectar qué es lo que brotó de ti y reconocerlo como algo propio para  incorporarlo a tu “caja de herramientas”. Si no lo haces, volverás a archivarlo en tu inconsciente y serás como quien tiene una caja de herramientas, pero no sabe qué hay dentro.


Cuando ignoras u olvidas lo que te puede servir en un momento determinado, te sientes más indefens@, menos segur@, menos preparad@ para hacer frente a los problemas o retos que aparecerán sin duda a lo largo de tu camino.

Conocer tus recursos personales te hace sentirte capaz frente a la vida. Qué lástima sentirte insegur@ por ignorancia, cuando en realidad podrías contar con aspectos de ti que desconoces. Vale mucho la pena reconocer tus cualidades y darles utilidad, porque eso es, además, lo que te desvelará el propósito de tu vida. Aquello para lo que estás especialmente dotad@ te hará sentir feliz si lo usas y lo alimentas y dará sentido a tu vida, ya sea que lo apliques profesionalmente o en tu vida personal. 

Aprovecha pues estas ocasiones difíciles en las que es mucho más probable que surjan esas capacidades tuyas por pura necesidad. En este momento de tu vida
¿Qué cualidad o cualidades está despertando la situación concreta que te está tocando vivir?
Al registrarlas internamente, estas herramientas estarán mucho más disponibles cuando vuelvas a necesitarlas, y cada vez que hagas uso de ellas, las afinarás todavía más. Por el contrario, si quedan sepultadas en tu inconsciente, no podrás acudir  a ellas cuando te hagan falta. No dejes que se apaguen por falta de uso. Es más, no esperes a que llegue la adversidad para descubrirlas; mira en tu interior y descubre aquello de lo que la vida te ha dotado para poder realizar tu viaje con plenitud. Hay pocas cosas tan gratificantes como eso. Y hay pocas cosas más tristes que un potencial sin estrenar.

Marita Osés
9 Diciembre 2021
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1.12.21

¿Quién decide lo que mereces?

 


¿Te has sorprendido alguna vez cuestionando –o incluso bloqueando- un deseo porque una voz dentro de ti te dice “No lo necesitas”? El criterio de necesidad es muy relativo.
Todo depende de lo que consideres necesario.

Necesario ¿para qué? ¿Para tu salud física, mental, emocional? ¿Para tu bienestar? ¿Para tu placer?  Y depende también del lugar que ocupan la salud, el bienestar o el placer en tu escala de valores. Puede ocurrir también que ese “No lo necesitas” esconda un argumento más sutil: “No lo mereces”.

¿Qué significa eso?
¿No vales lo suficiente como para tener derecho a lo que deseas?
¿Acaso tienes que “ganarte” ese derecho?
¿Te da corte satisfacer este deseo porque en el fondo no te sientes digno de ello?

Me sorprenden las personas que exclaman “¡Qué bien vives!” no con admiración o ganas de celebrar la suerte de quien vive bien, sino con un deje de reproche, como si no fuese correcto hacer todo lo posible por estar a gusto con la vida. ¿Quién sabe tanto de mi vida que puede dictaminar lo que merezco o no y en qué hechos se va a basar para aplicar ese criterio de merecimiento? Si sientes la necesidad de justificarte por ser feliz, por hacer lo posible para que se cumplan tus deseos, pregúntate qué hay de malo en ello.

Me comenta una persona durante un coaching que su padre solía repetirle: “No te mereces ni el pan que comes”, no porque ella fuera especialmente difícil, sino porque él necesitaba sentirse superior a todos los miembros de la familia y con esa afirmación la empequeñecía. No es de extrañar que esta persona tenga un concepto muy pobre de sí misma y se exija muchísimo para sentirse digna.

Cuando en nuestra infancia nos dicen: “Si no haces esto (o “si no eres así”) no te querré", aprendemos que el amor hay que merecerlo y lo convertimos en un trueque, pervirtiendo su contenido: Yo te doy si tú me das. El verdadero amor es gratuito. Amor es alegría por el mero hecho de que el otro existe y es también entrega desinteresada fruto de esa alegría. No hay nada que merecer, nada que ganar. Amo porque quiero amar. Amo porque decido amar. El amor no sabe de méritos o deméritos porque abraza la totalidad de la persona.


Amarte con amor gratuito es no exigir merecer lo que deseas.

Si hay un deseo en el que coincidimos todos es el de amar y ser amados.

¿Sientes que mereces ser amado?

¿O sientes que tienes que hacer muchos méritos para “conseguirlo”?


No hay más mérito que ser la persona que eres. Si no te valoras como tal, o bien dejarás de ser tú para aparentar otra persona más digna de ser amada de lo que tú crees ser, o bien, si alguien te ama, no  te lo creerás y acabarás rechazando a esta persona, sin entender por qué lo haces.

Cuando nos aman de verdad, no nos exigen que seamos o hagamos nada extra, no nos obligan a hacer méritos para ganar ese amor.

¿Te amas tú de este modo?


Marita Osés

29 Noviembre 2021

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