14.11.20



EL VIRUS QUE NOS CAMBIO



 

Me hace ilusión anunciaros la publicación de mi próximo libro, que el día 24 de este mes de noviembre 2020 estará ya en las librerías. Si las circunstancias y las restricciones lo permiten, lo presentaré en la Casa del Llibre de Rambla Catalunya, 37, en Barcelona, de la mano de Joan A. Melé. Si no, haremos una presentación online. Os mantendré informados.


De momento, os adelanto uno de los  párrafos iniciales que contiene  una breve síntesis del planteamiento de esta obra:

"La situación mundial derivada de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas está suscitando más realidades que la enfermedad, la muerte, la pérdida de millones de puestos de trabajo y el consecuente empobrecimiento de muchas personas. La primera conclusión de todo esto sería que el mundo se viene abajo, y a nosotros nos espera un futuro aterrador. Sin embargo, estoy convencida de que esto solo será verdad si nos lo creemos y nos quedamos cruzados de brazos mirando como suceden los relatos que nos contamos. Sin ánimo de dar la espalda a las duras realidades que nos toca y nos tocará vivir, la propuesta de este libro es constatar una vez más que el dolor puede hacernos despertar y nos da la oportunidad de incorporar a nuestras vidas los cambios que necesitamos, tanto a nivel personal como colectivo. 

¿Nos atrevemos a materializar el mundo que soñamos, un mundo alineado con nuestra esencia, en lugar de someternos a las limitaciones que nos impone la caricatura de nosotros mismos que hemos generado desde nuestra mente? 

Este es el objetivo de esta reflexión: avivar en nosotros la fe en una sociedad mejor para los que vienen detrás y encender la chispa que nos lleve a actuar de maneras nuevas para empezar a construirla y disfrutarla. Para salir de la crisis, no parece buena idea utilizar la misma mentalidad que nos ha traído hasta ella. Podríamos preguntarnos qué valores se quedaron por el camino, y si estamos ante la oportunidad de rescatarlos y de ver si tienen una respuesta ante esta encrucijada. Nos hemos ido desconectando de los aspectos más inmateriales de nuestro ser, ya conocidos por las mentes sabias hace más de dos mil años y ya es hora de recuperar esa conexión. Por último, tenemos un potencial inmenso todavía por desarrollar. Sería una lástima desperdiciar este tiempo tan oportuno para desplegarlo."


Espero y deseo que este libro os ayude a transitar esta etapa llena de retos y a salir de ellas más sabios y ,sobre todo, más humanos.


Ficha técnica del libro

EL VIRUS QUE NOS CAMBIÓ

Marita Osés

Ed.Luciérnaga

14x21,5cm

192 páginas

Rústica con solapas

PVPc/IVA 16,95€







27.7.20

Reconciliarnos



En las sesiones de coaching compruebo con frecuencia que las historias que la mente nos cuenta van cargándonos con un peso que no nos deja avanzar, ni llegar al fondo de nosotros mismos. Nos quedamos en el relato que hacemos de nuestras vidas: “no he sido buena hija, hermana, madre, amiga, esposa, profesional, cristiana….” Oímos internamente una voz insidiosa que nos recuerda todo lo que no hemos hecho o lo que hemos hecho “mal” (según el censor interno que nos habita, claro) lo que nos lleva a dibujar una imagen distorsionada de nuestra persona. Cuando nos identificamos con esta falsa imagen creyendo que es verdadera (y eso suele ser automático) estamos perdidos, porque nos alejamos de nuestro ser auténtico. Por eso conviene tomarse unos minutos al final del día para reconocer lo que sí hemos hecho, lo que hemos hecho “bien”, pues como lo damos por sentado, no solemos registrarlo. Al no tomar nota de ello, no permites que pase a completar la imagen que tienes de ti y vas por el mundo encogido, avergonzado, sintiéndote pequeño o insuficiente, inadecuado.

Si tu cerebro por defecto (o porque así lo han educado) registra solo tus fallos para subsanarlos o mejorarlos, acabas teniendo una imagen muy pobre de ti mismo, que además, es falsa. Y que hace que te castigues por sentirte culpable. El autocastigo puede adoptar las formas más variadas: maltratarte no atendiendo a tus necesidades, rechazar a las personas que te muestran cariño, hacer lo que no deseas hacer por incapacidad de decir no, ignorarte anteponiendo siempre a los demás, desmerecer tu actos o tu persona cuando recibes halagos…

Para romper con este círculo vicioso, vale la pena tomar una decisión consciente: reconciliarte contigo mismo, soltar el peso del corazón y abrazar la belleza de tu ser esencial.

Se nos va la energía entre culpas y castigos. Cuando te juzgas en base a las historias que te cuentas (la memoria es muy selectiva) no te das la oportunidad de extraer todo el aprendizaje que cada experiencia te ha aportado. Las historias emergen para ser perdonadas. Juzgamos porque no conectamos con la compasión. ¿Qué es la compasión? Mirar con absoluto y silencioso respeto mi camino y el del otro. Todo forma parte de la experiencia y del aprendizaje del amor. En lugar de juzgar, se trata de discernir el origen de tus actos (y de los ajenos) y seguir adelante sin culpas comprendiendo por qué se ha llegado a una determinada situación.

Enfadados con nosotros mismos y con otras almas que nos han hecho daño actuamos desde el juicio y la crítica. En ese momento, son nuestras heridas las que toman el mando y actúan. Si entregamos nuestro poder a nuestras heridas, perdemos la inocencia, olvidamos nuestra bondad esencial y abrimos la puerta a la hipocresía. La clave está en tener el valor suficiente como para permitir que el corazón nos muestre el camino, porque en la medida en que te identificas con la tristeza, la culpa o el enfado, cedes el poder a tu ego. Tú eres mucho más que tu tristeza, tu culpa o tu enfado. La compasión contigo mismo y con el otro te permite ver lo que estaba velado por el juicio y el egoísmo.

Lo que llamamos “errores” o “fracasos” son tan importantes como los aciertos para llegar a saber quiénes somos. Son etapas por las que tenemos que pasar para llegar a donde nuestro yo profundo quiere llegar. Si no las validamos, nunca nos aceptaremos. Del mismo modo, los errores de los que nos rodean son necesarios para su crecimiento, desarrollo y descubrimiento. ¿Cómo voy a validar a mis padres, a mis hermanos, mis amigos, mis hijos, mis colegas, si yo misma no he aprendido a validarme? ¿Cómo voy a perdonar si no me he perdonado?

Si estoy en permanente enfado con mis errores e imperfecciones ¿cómo no voy a enfadarme con los errores e imperfecciones ajenos? Cuando me trato con comprensión y tolerancia, me resulta fácil hacerlo también con los demás.

Por eso, lo más práctico es empezar por uno mismo. Esta pregunta es ineludible:

                ¿Hay algo que no me he perdonado?



¿Qué es lo que no estoy viendo? ¿Qué es lo que me impide perdonar, reconciliar esa parte de mi ser o de mi vida?



Marita Osés

Julio 2020

19.4.20

COVID19: UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE SER PLENAMENTE HUMANOS



Durante una gran parte de mi vida perdí mucho tiempo analizando el porqué de lo que me ocurría. Hasta que comprobé que averiguar el para qué me resultaba mucho más eficaz si quería pasar a la acción, es decir, saber qué hacer con lo que me estaba sucediendo. Dejo a los científicos el porqué de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas, que tiene que ver con su origen u orígenes y paso a explorar el para qué.



¿Para qué está pasando todo esto? El para qué es siempre una interpretación de la realidad. Por supuesto, la lectura que hacemos de las cosas se basa en nuestras creencias. Yo creo en el amor como fuerza creadora e impulsora de todo y de todos y cada uno de nosotros individualmente, es decir, creo en la bondad del universo. No creo en los castigos divinos. Eso es una forma de hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza, de proyectarnos en él. Pues los seres humanos tenemos una tendencia a castigar y autocastigarnos por culpas ya sean ocultas o evidentes. Constato asimismo otra tendencia natural a adormecernos y a dejarnos llevar por la rutina sin plantearnos si esa forma de proceder sigue siendo válida. Nos caracteriza una resistencia al cambio bastante profunda hasta que se presenta una situación que nos obliga a cambiar tanto si queremos como si no. Y solo cuando nos rendimos a este cambio y lo aceptamos somos capaces de ver más allá del dolor que nos provoca y descubrir el beneficio que viene a traernos. Nos despertamos a tortas. Un ejemplo muy claro de ello es la pérdida inesperada de un ser querido: la vida no vuelve a ser lo mismo para nosotros y nos parece increíble que para otros siga igual.



¿Qué ocurre cuando sucede algo inesperado? Como no puedo incluirlo en mi marco de referencia, en mi mentalidad, no sé cómo comportarme frente a ello. Me quedo en la perplejidad o en el mejor de los casos en el desconcierto, cuando no me paraliza el miedo a lo desconocido. Dice Sergi Torres que la función de las situaciones inesperadas es, precisamente, abrir nuestra mentalidad, o sacarnos de ella. Define mentalidad como la “cajita” que utilizamos para comprender el mundo, nuestro enfoque personal. Si algo no entra dentro de mi marco de referencia, si me niego a comprenderlo reaccionaré contra eso. Si de esa realidad, solo veo lo que va en contra de mis planes (mi negocio, mi bienestar, mi salud) reaccionaré contra ella. Me pondré a la defensiva o le daré la espalda. Cuando mi postura es: Esto no me gusta y, por lo tanto, no lo quiero no puedo conocer aquello a lo que le doy la espalda y por lo tanto, me pierdo toda la información que me trae la vida envuelta en esta situación. Si me cierro al presente, a lo que está ocurriendo y me limito a esperar a que pase, como si yo no estuviera incluida en él, ni me aporta nada, ni puedo hacer mi contribución. Me estoy apeando de la vida.

Por otro lado, en las situaciones inesperadas salen todos nuestros fantasmas y esa es la otra oportunidad: enfrentarnos a ellos. Ahí están el miedo a la muerte, la decisión de mi propósito de vida, y toda la una lista de cuestiones esenciales que tendemos a relegar por dedicar todo nuestro tiempo a lo anecdótico o a la pura supervivencia.

Cuando se habla de la necesidad de que el ser humano haga una apertura de conciencia, se refiere sencillamente a esto: abrir nuestras mentes y dejar que entren elementos nuevos al prisma desde el que veíamos la vida.

Acabo con dos preguntas y un ruego:

¿Qué te obliga a hacer o qué te permite esta enfermedad (que no hacías antes y que seguramente no se te hubiese ocurrido hacer)?

¿Qué te impide hacer esta enfermedad (que antes te parecía imprescindible)?

Tal vez descubras que hay cosas, actitudes, acciones que valdría la pena incorporar a tu vida. Y, por el contrario, puede que detectes elementos que podrías descartar para hacer espacio a otros que, en esta etapa de tu vida, tengan más sentido.

Y el ruego: Si esta pandemia puede ser algo que nos une (y eso ya se está demostrando), por favor, no permitamos que nos separe. Si puede alimentar en nosotros lo más genuino de nuestra esencia que es el amor, no dejemos que alimente el miedo.



Marita Osés, Abril 2020