¿Qué se esconde detrás de la lista interminable de “tengo que”?
¿Vives pendiente de las expectativas que tienen los demás respecto de ti y sientes la necesidad ineludible de satisfacerlas, pasando sistemáticamente por encima de las tuyas?
¿Te obligas a responder a la imagen que los demás (o tú) se han hecho de ti?
La exigencia desmedida o el exceso de responsabilidad pueden tener diversos orígenes:
- puede que en tu niñez recibieras pocos halagos y necesitaras más reconocimiento del que te dieron.
- puede que fueras el hermano/a mayor y te lo inculcaran: has de ser responsable.
- puede que ser responsable fuera tu forma de captar la atención de los adultos o de obtener su aprobación.
- puede que algún adulto siempre te exigiera más.
- puede que no te dieran mucho reconocimiento porque, al fin y al cabo, “hacías lo que había que hacer”.
- puede que te valorasen o recompensasen por lo que hacías y cómo lo hacías, no por ser quien eras. Creciste pensando en que vales por lo que produces, no por lo que ERES, y acabaste sometiéndote internamente a la presión de lograr siempre lo mejor.
Sea cual fuere el motivo que te llevó a adoptar este patrón de conducta, vale la pena plantearse si sigue siendo un patrón útil o si se está volviendo contra ti.
¿Tienes la sensación de que en cada en cada acción te estás jugando la vida o el afecto de las personas y eso te lleva a exigirte hasta el extremo?
La persona autoexigente obtiene recompensa por el hecho de serlo, consigue que la vean, aunque solo sea por los beneficios que aporta a otros su autoexigencia, pero eso le conlleva una sobrecarga que puede llegar a hacerse demasiado pesada. Habrás de ver si acabas cayendo en un perfeccionismo, que a la larga provoca insatisfacción, ansiedad y desaparición del gozo.
El perfeccionista, cuando no gana, pierde, si no es el mejor se siente el peor, si no llega al final del viaje olvida todas las experiencias del trayecto, que le han configurado como persona. Incluso puede volverse poco productivo, porque acaba paralizándose: exige tal grado de perfección que, como resulta imposible de plasmar, ni siquiera lo intenta. Acaba siendo un dependiente emocional, puesto que está más atento al qué dirán y a las necesidades ajenas que a las suyas propias, con lo que acabará olvidándolas.
¿Qué ocurre con tus deseos cuando vives pendiente de los deseos ajenos?
Acaban desapareciendo en tu ansia de complacer y tú acabas desdibujándose, sin saber quién eres, pues nuestros deseos y necesidades nos definen.
¿Qué podemos hacer?
Entrar en contacto con tus necesidades y deseos, formularlos y reconocerlos. Satisfacerlos.
Aceptar la imperfección. ¿Puedes dejar de ser perfecto/a? ¿Qué ocurre si fallas? ¿Puedes fallar? ¿Qué TE ocurre?
Rescatar todo lo que has ido borrando de ti en aras a tu ideal de perfección (o el de los adultos que te criaron). Descartar todo lo que has ido inventando para agradar. Es decir, poner atención en lo que es tu verdadera identidad e ir soltando tu imagen. Aceptarte y valorarte por lo que eres en lugar de buscar valoración, aprobación, reconocimiento. VALOR-ARTE, el arte de recuperar tu valía, y tu confianza en ti.
Practicar el decir NO, abandonando el miedo a decepcionar a los demás y a ti (más bien, a ese dictador que llevas dentro).
Gestionar las pérdidas que comporta el no, es decir, decidir el precio que estás dispuesto a pagar por ser libre de lo que piensen, sientan o hagan los demás (Si no voy, me perderé esto o lo otro… Si no hago tal cosa, pensarán que… Si no estoy presente, no me enteraré de….). El NO nos fortalece, expresa respeto por uno mismo, no rechazo por la otra persona. Es una forma de afirmarme, de proseguir mi vida como quiero, alineada conmigo misma, no como quieren los demás.
El NO, cuando está al servicio de nuestra autonomía emocional, se convierte en la palabra más positiva.
Se trata pues de conquistar nuestra libertad interna. Esta sí que es una responsabilidad personal e intransferible. No dejemos que otras responsabilidades nos roben la libertad.
Marita Osés
14 julio 2021
Me encanta leer la reacción a mis reflexiones, y me ayuda un montón, por lo que os ruego que si queréis enviar algún comentario lo hagáis a mi correo mos@mentor.es, o los escribáis en la casilla de comentarios y si necesitas acompañamiento aquí me tienes.
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