De manera muy oportuna, un amigo me ha recordado que dar tiempo es dar amor. La vida es una oportunidad más o menos larga de dar y recibir amor. A menudo estamos tan ansiosos por recibirlo que nos olvidamos de nuestra capacidad de darlo.
Y en otras ocasiones, no sabemos cómo hacerlo. Amar es tan sencillo como ofrecer tu tiempo a otra persona.
No es imprescindible –y a veces no es posible- que la acaricies, la beses, la abraces para que se sienta querida. Basta con que le des tu tiempo.
Si tomas conciencia de para quién tienes tiempo, te darás cuenta de a quién amas.
Cuando estás tan atrapado por tus propias necesidades u obligaciones que no tienes tiempo para otras personas, es muy probable que tengan la sensación de no ser amadas, aunque tu sientas y afirmes con convicción que les amas. “Obras son amores y no buenas razones”, reza el refranero popular. El amor no es solo un sentimiento de ternura, o una pulsión hacia alguien, o una emoción cuando piensas en esa persona. El amor es dinámico y lleva a la acción concreta.
Para tener tiempo para alguien, hay que reservárselo y estar disponible. Disponibilidad significa estar ahí para que la otra persona haga lo que quiera con tu tiempo, no marcar tú lo que ha de hacer o arreglártelas para acabar haciendo lo que tú querías. Disponibilidad es también gratuidad. Te doy este tiempo porque me llena dártelo, no para pedirte algo a cambio. Disponibilidad es presencia: estar ahí por entero, de pies a cabeza, recibiendo al otro, acogiéndolo, observando, escuchando y dejando que brote lo que hay dentro de ambos, sin retener nada. Darle la papilla a mi hijo mientras leo el periódico no es darle mi tiempo. Escuchar cómo le ha ido el día a mi pareja mientras contesto al móvil no es darle mi tiempo.
Revisa tu día y mira cuánto tiempo has dedicado a cubrir tus necesidades, a tu bienestar, a tu placer, a hacer cosas que te gustan y te hacen sentir bien. Amarte es tener tiempo, presencia, disponibilidad para ti. Si al cabo del día, no has tenido ni un minuto para ti, te has ignorado, has vivido de espaldas a ti, el mensaje que te has enviado es “no mereces mi tiempo”, “no lo vales”, aunque no hayas sido consciente de hacerlo. Y al cabo de muchos días de enviarte este mensaje subliminal, te sentirás una persona muy poco valiosa. Por el contrario, reservar tiempo para ti es decirte que te quieres y ese mensaje repetido hará que te sientas valorada y cuidada y evitará que exijas a tus relaciones el reconocimiento y la valoración que tú misma no te das.
Para las personas que nunca tienen tiempo, la misma pregunta, pero cambiando solo una palabra, les ayudará a entender por qué no tienen tiempo para unas cosas y sí para a otras y, por lo tanto, a averiguar cuáles son sus valores reales (no teóricos). La pregunta es ¿Para QUÉ tienes tiempo? Aquellas actividades a las que dedicas gran parte de tu tiempo, reflejan lo que valoras. Más que las actividades, la motivación que hay detrás de ellas (salud, aspecto personal, dinero, placer, reconocimiento….).
¿Para QUIÉN tienes tiempo?
¿Para QUÉ tienes tiempo?
Ambas preguntas son buenas brújulas para decidir por dónde quieres que vaya tu vida. Feliz trayecto.
Marita Osés, 27 octubre 2021
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Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
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