Mostrando entradas con la etiqueta autoestima. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta autoestima. Mostrar todas las entradas

27.5.25

COMPRENDER NO BASTA

Cuando, en la primera sesión de coaching, pregunto a las personas qué quieren obtener del proceso, muchas me responden:
Entenderme. También quieren conocerse, pero les interesa todavía más entender lo que ya conocen.



¿Por qué soy así?
¿Por qué hago esto o dejo de hacerlo?
¿Por qué tomé esta decisión?
¿Por qué no soporto tal cosa o a tal persona?

Normalmente, esto que necesitamos entender suelen ser estrategias de adaptación que hemos ido construyendo inconscientemente. Son condicionantes culturales, familiares, sociales. Si observas sin juicio tu historia, puedes entonces comprender que tu rigidez puede venir de tu padre, que heredaste tu perfeccionismo de tu madre o que tu carácter gracioso fue tu forma  de destacar al lado de un hermano brillante o de llamar la atención del adulto que te crió.
Con todas estas estrategias, te fuiste alejando de tu esencia. Para recuperarla, toca deshacerte de las capas con las que te has ido protegiendo o defendiendo. Despojados de esas capas, es probable que nos sintamos un poco asustados y muy vulnerables. Como un bebé recién nacido. Esta fragilidad momentánea, desaparece cuando nos alineamos con nuestra esencia recuperando así nuestro poder personal. 
Esto es así porque nuestra mente, por su naturaleza necesita entender y racionalizar para sentirse segura, necesita comprender el porqué y el cómo antes de aceptar. 
Con todo, entenderlo no basta para pasar a la acción.  Puedo entender lo que me ha llevado hasta mi situación actual, hacer un relato coherente que me de una explicación lógica de mi historia. Pero hasta que no lo viva y lo sienta y lo acepte no podré cambiar en la dirección que deseo. Entender no cambia cómo vivo. ¿Qué significa pasar a la acción? Significa que esas estrategias y conductas que has entendido no sigan gobernando tu vida. Significa deshacer los patrones que desde tu inconsciente te hacían actuar y ser como no eres. No digo “como no quieres”. Digo “como no eres”. Porque te parece que quieres actuar así, pero en realidad es un piloto automático, una inercia que funciona al margen de tu voluntad porque lleva años haciéndolo y no sabe obrar de otra manera.
Significa ponerte una alarma interna para darte cuenta de cuándo se ponen en marcha estos mecanismos automáticos y tener preparada otra forma de responder, más alineada con la persona que eres, que quieres-conscientemente- ser. Significa por ejemplo, empezar a decir no en lugar de ceder al impulso de complacer a las personas. Empezar a poner límites a tu entrega cuando antes tu perfeccionismo te habría llevado a revisar un trabajo una vez más. Significa obligarte a decir lo que sientes, cuando por dentro algo te dice, “cállate y tengamos la fiesta en paz”. Y esta nueva forma de responder va dejando atrás tus viejos patrones y te va transformando  en eso que eres. 
Pero podemos también recorrer el camino en el otro sentido. ACEPTAR de entrada la realidad o la persona que tengo delante. Resistirme  a la necesidad de analizarlo, juzgarlo y de obligarlo a encajar  en mis esquemas mentales, que suelen ser más estrechos que lo que la vida me presenta. 

La vida cuestiona  nuestros esquemas mentales para que nos abramos, para que no nos quedemos encerrados en nuestra forma de ver, en nuestro enfoque particular y nos aventuremos a ver las cosas de diferente manera, lo que nos permitirá vivirlas de otro modo  y probablemente nos invitará a entrar en otras dimensiones hasta ahora desconocidas. Es decir, nos hará crecer.

Piénsalo bien. ¿Eres solo mente? ¿Qué más eres? ¿Tú quieres a tu hijo, a tu padre, a tu amiga con tu mente? ¿De dónde nace este sentimiento de amor?

Hay una parte de nosotros que puede actuar sin ajustarse a la lógica de la mente. El caso es que cuando aceptas desde ese lugar, ya no necesitas comprender.

En realidad, comprendes de otra manera. O mejor dicho desde ese otro lugar. Es nuestro ser interior, profundo, esencial, que funciona desde el amor puro, más allá de la razón. Blaise Pascal dijo que el corazón tiene razones que la razón no entiende. No sé exactamente a qué se refería con corazón, pero yo me refiero algo más amplio: a nuestra esencia, a nuestro fondo más profundo. El corazón, entendido como sede de los afectos, puede tener heridas de infancia, cicatrices de todo tipo. YO me refiero a una  parte nuestra que está a salvo de todo y que funciona desde el amor puro y la compasión  y confía más allá de la razón. Para conectar con él necesito apartarme de la actividad, permanecer en silencio y acceder a mi ser profundo.

Si pudiese vivir toda mi existencia desde ese lugar en el que el yo se disuelve, sé que no tendría que entender para aceptar.

Pero solo lo visito de vez en cuando, y en cuanto salgo de ahí mi mente toma el mando.


¿Por qué es importante aceptar sin entender? Porque
cuando alguien no se siente aceptado, no se siente querido.
 
Y eso le puede pasar a tu hijo, a tu pareja, a tu amiga, a tu compañero de trabajo, a ti misma.
Y si  nuestro ego nos exige entender para aceptar, estamos restringiendo mucho nuestra capacidad de amar.
Si por el contrario,  te atreves a darle el mando a esa otra parte de tu ser, te lanzas a salir de tu cueva conocida en pos de un horizonte mucho más amplio.
Te invito a parar cada día y en silencio, entrar en ese lugar interno no gobernado por la mente, en donde la quietud y la compasión se dan la mano, y reflejan la realidad de una manera tan distinta que no te hará falta “entenderla”.


Marita Osés

20 mayo 2025


6.3.25

Tengo un pitbull dentro

El cliente entra en la consulta y cuando le pregunto qué trae hoy a la sesión, responde: “Tengo un pitbull dentro. ¿Cómo lo ato?” Y relata varias situaciones en los quince días anteriores en las que una persona o situación le sacaron de quicio y, más tarde se sintió mal por no haber podido reaccionar desde la serenidad, o por lo menos, sin violencia verbal.

“El problema del pitbull es cómo te sientes después y cómo haces sentir al otro”
concluye. (Para los que no saben lo que es un pitbull, es una raza de perro con fama de ser muy agresivo, pero cuya agresividad depende del entreno que reciba. De naturaleza son valientes, inteligentes y con una energía inagotable, leales, cariñosos y muy sociables. Pero si lo entrenan para la lucha, será muy agresivo. Esa energía se convertirá en agresividad y tomará la fama de agresivo).

“¿De dónde sale este fuego que no soy capaz de controlar y que deja chamuscado a mi interlocutor, cuando no reducido a cenizas?”, se pregunta esta persona.    El caso es que también él queda muy afectado por haber actuado de esa manera. “¿Cómo es que la rabia se adueña de mi de modo que acabo haciendo y diciendo lo que no quiero hacer ni decir?”

Vamos a ver dónde puede  estar el origen de eso que hace y dice y de lo cual se arrepiente casi de inmediato.
Cuando la reacción es desproporcionada en relación al detonante que te ha llevado a saltar y se repite en el tiempo, es decir, es una reacción recurrente, suele tener que ver con nuestras heridas de infancia.

Son situaciones que nos hacen entrar en contacto con una emoción que en su día experimentamos y etiquetamos como dolorosa o desagradable (negativa, para entendernos) y nuestra mente nos traslada sin que nos demos cuenta a nuestro pasado alejándonos del hecho real que estoy viviendo en este momento.

💬Puede ser un sentimiento de que me ignoraban porque no tenían en cuenta mi opinión, de rabia porque se me trataba de manera diferente que a algún hermano o compañero de clase, de humillación porque se me comparaba con otros y yo nunca daba la talla…lo que sea. En algunos casos, puede que  ya en tu infancia reaccionaras  con violencia a esa sensación incómoda o dolorosa que te invadía y entonces te etiquetaran  de “rabioso”, “tiene muy mal carácter” o si te encerrabas en ti mismo “es un lobo solitario”, “es más raro que un perro verde”.
💬En otros, tal vez no te permitiste expresar esa emoción y la fuiste acumulando hasta tu edad adulta. El adulto ya no está en situación de inferioridad como el niño y se permite ventilar su fuego, soltar al pitbull y dejarle ladrar todo lo que no ladró en su momento.

¿Qué pretendes conseguir con ladrar de esta manera?
  • Mantenerte a salvo.
  • Proteger tu vulnerabilidad.
Pero ¿qué consigues en realidad? Sentirte alterado, fuera de control, tal vez arrepentido, y en algún caso avergonzado y miserable, especialmente si la persona que se ha visto afectada es una persona a la que quieres y sabes que no solo no se merece este trato sino que puedes dañar o incluso romper un vínculo que valoras mucho. La confianza se ve afectada y rompes la sensación de seguridad que toda relación afectiva necesita para mantenerse viva. En adelante, es posible que esta persona esté a la defensiva y no puedas acceder a ella como querrías o como habías hecho en otros momentos. Es un precio muy elevado el que pagas por no controlar a tu pitbull.

Por eso vale la pena pararse y preguntarse:
¿De qué me quiero proteger cuando suelto a mi pitbull? ¿De qué tengo miedo?
Si reviso las distintas ocasiones en las que ha saltado mi pitbull ¿Qué tienen en común?
¿Qué indicadores tengo que me pongan sobre aviso de que el pitbull va a saltar?
El cuerpo es un gran aliado en estas circunstancias. Puede ser una sudoración repentina, o la nuca agarrotada, una bola en la garganta, una presión en el pecho, una aceleración del corazón, un temblor… Conviene estar atentos para no dejar que se nos dispare el automático y cuando aparecen estos indicadores físicos, respirar hondo varias veces y recordarnos qué es lo que queremos de verdad y qué no.

Otra pregunta que nos puede acercar al origen de nuestra reacción agresiva es:

¿Qué es lo que no soporto
Que me contradigan? Que me mientan?
Que me ignoren? Que me tomen el pelo?
Que no me obedezcan? Que no me escuchen?
Que me impongan cosas?
Si identificas aquello que activa tu reacción, te dará una idea de por dónde va tu herida. Todos tenemos una o varias heridas de infancia y conocerlas es un paso imprescindible para entender nuestras reacciones. Por poner un ejemplo, Clara conecta con la sensación de “no pintar nada” cuando su pareja toma decisiones sin consultarle. Puede ser algo tan irrelevante como tomar una calle en lugar de otra durante un paseo a pie. Esta sensación de “no decidir nada” procede de su infancia en la que iba a remolque de sus hermanas, mucho mayores que ella, quienes no solo no la tenían en cuenta para decidir sus planes sino que se aprovechaban de su buena fe y de sus ganas de ser útil. Eso generaba en ella una impotencia que ahora se despierta en situaciones que aparentemente no tienen nada que ver y generan conflictos con su pareja.

¿Qué hacer entonces con el pitbull?
Al pitbull no hay que atarlo, hay que amansarlo. ¿Qué es lo que le hace agresivo? La agresividad. ¿Qué es lo que le hace manso? La mansedumbre, la ternura, la amabilidad.
El primer paso para apaciguarlo es dejar de identificarnos con él y de tenerle miedo. Agradecerle que nos haya querido proteger pero despedirlo porque ya no lo necesitamos. Y hablarle con amabilidad. No es más que una estrategia defensiva que nuestra mente construyó para protegernos del dolor en un momento en que nos sentíamos indefensos frente a las personas y situaciones que nos lo provocaban. Ahora tenemos más recursos que en nuestra infancia y probablemente nos hayamos fortalecido o en el mejor de los casos, hemos empezado a sanar las heridas que nos hacían ser tan reactivos. Si ya no necesitamos el pitbull, la siguiente pregunta es ¿De qué otra manera puedo conseguir lo que deseo sin enseñar los dientes, ladrar o lanzarme a la yugular de mi interlocutor? Si el pitbull viene azuzado por el miedo a sufrir y lo contrario del miedo es la confianza, tendría que ver qué necesito para actuar desde la confianza y no desde el miedo.
Las personas que tienen un pitbull dentro necesitan más ratos a solas para hablar con él e imaginar con antelación situaciones en las que prevén que el pitbull va a activarse.

En espacios de tranquilidad, hacerse las preguntas que hemos ido mencionando para sentirse dueñas seguras de su perro en lugar de dejar que el perro se adueñe de ellas.

Tengas o no tengas un pitbull dentro, reservar espacios a solas contigo para ver qué es lo que duele y qué es lo que da vida a tu existencia es una práctica muy recomendable si queremos vivir en paz. Ojalá los encuentres y los disfrutes.

Marita Osés
Abril 2025

Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
 

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis RRSS: InstagramFacebook o LinkedIn  🔗 y en mi canal de YouTube


24.12.24

Pide un deseo

Iba a empezar este artículo diciendo que Navidad es tiempo de regalos. Pero Navidad es tiempo de deseos.

🎄De atreverse a soñar con algo mejor de lo que tienes o eres.

🎄De escribir cartas a los Reyes o a Papa Noel o a quien corresponda en la tradición en la que cada uno ha sido criado.
Llegados a una edad, aprendemos que un deseo no es un globo que se lanza al aire y que se cumple por arte de magia. Sabemos que el compañero inseparable del deseo es el compromiso.  ¡La carta va dirigida a un@ mism@! No tiene sentido desear sin más, sin comprometerte a hacer todo lo que está en tu mano para conseguir eso que anhelas. “Me gustaría que me toque la lotería”, pero ¿has comprado algún décimo?
Tener ganas de algo no basta.
La última semana de diciembre, haciendo balance de lo que ha sido 2024, es un momento oportuno para preguntarnos: qué quiero cosechar, qué quiero vivir, qué quiero disfrutar en 2025. De qué quiero más. ¿Más tiempo libre? Pues ¿qué voy a hacer para que encuentre un lugar en mi agenda? ¿Más alegría? Entonces voy a ver con quién me voy a relacionar, qué tipo de lecturas voy a elegir o rechazar para cultivarla en mí? ¿Más serenidad? ¿Qué actividades , qué personas, qué entornos me tranquilizan, cuáles me alteran? ¿Anhelo más conexión con mi pareja? Necesito reservar tiempo para eso. Es decir, cómo voy a propiciar las condiciones que necesita esa semilla para germinar.  Expreso mi deseo y, a renglón seguido, establezco el compromiso conmigo misma convirtiéndome en mi principal aliada.
El deseo sin compromiso está vacío. Es un tiro al aire. Un fuego de artificio.
En cambio, cuando me responsabilizo de él, adquiere una dirección, me ofrece un propósito. Cuando lo expresas esperando que sea el mundo quien te responda te desentiendes de él como si no fuera cosa tuya o aun peor, tu mente te dice que son los demás los que tienen que cumplirlo. Inmersa en esa actitud, si pido amor, se supone que tiene que aparecer alguien que me ame. Si lo que pido es libertad, tiene que llegar alguien que me libere. Si es diversión, tengo que encontrar una persona divertida. Parece que desde afuera tiene que llegarme por arte de magia aquello que noto a faltar.
Con el tiempo, te das cuenta de que el amor, la libertad, la diversión o lo que sea están en primer lugar en tus manos.
En la toma de conciencia de lo que necesitas, en su definición y en adoptar la actitud que te llevará a la acción adecuada.  ¿Quieres más libertad? ¿Qué estás haciendo para ser más libre? ¿Has identificado aquello que te esclaviza por dentro y por fuera? ¿Quieres más amor? ¿Cómo te estás amando, cómo estás poniendo amor en la vida de otras personas? Qué diferente esperar que alguien te ame que poner en marcha en ti todo lo que te hace amar y ver qué ocurre en tu vida como consecuencia.
✳️Qué diferente esperar que alguien te libere que indagar en lo que te esclaviza desde dentro.
✳️Qué diferente es esperar que los estímulos externos te diviertan que aligerar tu corazón de preocupaciones y disponerte a pasarlo bien.

Pararnos a pensar qué es lo que depende de mí, qué puedo hacer yo, cómo y hacia donde tengo que encaminar mis pasos. La magia está en mí, y consiste en que la fuerza de mi deseo ponga en marcha los mecanismos que me llevarán verlo materializado. Ese rumbo que toma tu vida cuando te alineas con tu deseo ya te acerca a conseguirlo.  La persona en la que te conviertes cuando encaminas tu voluntad y tus recursos hacia él ya tiene sentido, aunque no lo consigas. Si no generas esta actitud en ti, no estas formulando un deseo, sino una fantasía. Es muy lícito que fantasees, pero no esperes que se cumpla sin más. La fantasía suele ser bonita, el deseo es potente. No es una visión estática de algo. Pone en marcha un dinamismo que nos moviliza por dentro, nos guía, nos orienta, alimenta nuestra esperanza. La fantasía sin más es un globo que nos explota en la cara al primer contratiempo.

Si deseo profundamente que mis macetas se llenen de flores no me bastará con concentrarme y visualizarlo. Iré a buscar semillas, me enteraré de la mejor época para plantarlas, esponjaré la tierra y después de sembrarlas las regaré y esperaré a que la naturaleza haga su curso o su magia. La magia la pongo en marcha yo. Si la planta sufre alguna plaga, me informaré sobre cómo curarla. Y así, probablemente, mis macetas se llenen de flores cuando llegue su tiempo oportuno y mi deseo se verá cumplido….con mi necesaria participación.
Si tienes un deseo, siémbralo primero en tu corazón y transfórmalo en compromiso.
🐪Escríbete una carta con la ilusión que ponías cuando de niño la dirigías a los Reyes Magos, porque ahora el rey mago de tu vida eres tú, tú eres el dueño de tu magia.  Verás cómo se ponen en marcha los engranajes que convertirán esa carta en algo real.
Los deseos son anzuelos que te lanza el universo para sacar de ti todo tu potencial. 

🎄Esta Navidad, pide un deseo…y plántalo en tu corazón. Te sorprenderás de su  poder  transformador.


Marita Osés

Diciembre 2024



Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
 

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis RRSS: InstagramFacebook o LinkedIn  🔗 y en mi canal de YouTube

26.9.24

Permiso para disfrutar


¿Qué es para ti la vida? ¿Un regalo que te han hecho o un premio que tienes que ganarte?
Podíamos decir lo mismo del amor. ¿Consideras que tienes derecho a ser amado por el mero hecho de haber nacido o, por el contrario crees que tienes que merecer ese amor comportándote de una determinada manera?



A estas preguntas existenciales llegamos de la mano de Gaspar Hernandez, en su  programa de Catalunya Ràdio , L’ofici de viure, que el domingo pasado llevaba por título “Darnos permiso para pasarlo bien”. Pasarlo bien tiene un significado distinto para cada persona. Una disfrutará cocinando, otra yéndose de fiesta, haciendo deporte o dedicándose a un hobby, o en contacto con sus seres queridos, o abandonando toda actividad.  Sea lo que sea lo que cada uno entienda por pasarlo bien, lo primero que sugería  el título del programa es que a veces nos cuesta darnos permiso para disfrutar.
¿Por qué?

Lo primero que nos condiciona es la cultura familiar. Si en casa no era aceptable verte tumbada o sentada en el sofá sin que te dijeran “Deja de hacer el vago”,  o “ ¿No tienes nada más que hacer?” significa que no veían con buenos ojos el no ser productivo o el hecho de estar disfrutando de una pausa. No hacer nada, no estar cumpliendo con alguna obligación se consideraba una falta de responsabilidad.  Percibo ahí tal vez una preocupación por preparar a los hijos para el futuro,  entrenarles a hacer cosas aunque no les apetezca, porque la vida no es algo que fluya siempre a pedir de boca y parece importante prepararlos para tolerar la frustración. Si voy más al fondo de la cuestión, me pregunto si detrás de esto no estará la mentalidad judeocristiana que siembra en nosotros el sentimiento de culpa por habernos “portado mal” y haber sido expulsados del paraíso, que conlleva la idea de que nuestro paso por la Tierra es una oportunidad de redimir ese pecado y de ganar el premio de regresar al paraíso. Por supuesto, no somos conscientes de esta idea, pero ha sido sembrada en nuestro subconsciente  desde hace más de 2000 años.
Para las personas convencidas de que ese mundo es un valle de lágrimas y que hemos venido a sufrir, una persona que disfruta es como mínimo una insolencia.
En este sentido, siempre me ha llamado la atención un comentario que me dirigen algunas personas cuando comento algún aspecto de mi vida o algún plan que disfruto especialmente. “Caramba, ¡qué bien te lo montas! eh?” y el tono no es de complicidad o de admiración, sino de reproche, como si “montárselo bien” fuese algo de lo que avergonzarme. ¿Por qué no voy a tener derecho a pasarlo bien? ¿Será que cuestiono a las personas cuya idea es que la vida es dura, injusta , un desierto árido que hay que atravesar padeciendo? Por un lado, si la vida es dura e injusta –todos lo hemos experimentado en algún momento- más vale que encontremos momentos para pasarlo bien y recarguemos la energía que necesitamos para enfrentarnos a los desafíos que nos plantea. Y en los momentos en que no es ni dura ni injusta ¿por qué no celebrarlo?
A veces son el perfeccionismo y la autoexigencia que rigen nuestras vidas los que hacen que nos castiguemos de manera permanente por los errores u omisiones que cometemos, como seres humanos imperfectos que somos. Y concentrados en hacerlo todo a la perfección, desconectamos de nuestras necesidades. Entre ellas, la necesidad de pasarlo bien para distenderse, relajarse,  encontrarse con uno mismo. Cuando no somos capaces de ver el disfrute como una necesidad, y por lo tanto como un derecho, lo consideramos como algo que hemos de ganarnos, y si cometemos algún error u omisión, llegamos a la conclusión de que no lo merecemos. Nos castigamos. Y es precisamente en esos momentos, cuando nos conviene ser más generosos con nosotros mismos, en línea con la frase
“Ámame cuando menos los merezco, porque es cuando más lo necesito.”
Todos necesitamos recordar o que nos recuerden que fallar no nos hace indeseables ni indignos de pasarlo bien.
Me gusta recordar que somos parte de la naturaleza y que en ella rige la gratuidad. Nadie tiene que ganarse la lluvia. Cuando llueve, llueve para todos. Es un regalo, no un premio para quien se porta bien.  Y también el sol sale para todos. Y los árboles dan sombra y cobijo a cualquier ser al que se le antoje acercarse. Nos hemos  alejado tanto de la naturaleza que hemos perdido este sentimiento de  gratuidad del hombre primitivo que iba descubriendo a su alrededor todo lo que necesitaba para mantenerse con vida. Ahora (como mínimo en este lugar del planeta desde el que escribo) ya hemos superado la fase de supervivencia y hemos aprendido que para ser felices, además de sobrevivir la clave es descubrir lo que nos DA VIDA. Pasarlo bien es eso, es llenarse de vida, de ilusión, de esperanza. No significa necesariamente irse de juerga, sino cultivar tu hobby, descansar, hacer actividades que te gustan, encontrarte con tus seres queridos que te llenan de amor. Todo lo que nos produce bienestar cubre una necesidad completamente lícita. Pasarlo bien, como decíamos, es una necesidad o un derecho, como lo queramos llamar, no un capricho. Los derechos humanos se enunciaron en base a necesidades básicas e irrenunciables de las personas. Y esta lo es. Pasarlo bien nos da un bien-estar que nos permite, en palabras del filósofo Emilio Lledó, bien-ser, ser personas plenas. 
Cuando has sido criado exclusivamente en el sentido de la responsabilidad, es decir en base a tus deberes (obedecer, portarte bien, cumplir) llegado a la edad adulta, puede que te cueste conectar con tus deseos, con lo que te genera ilusión y esperanza. Tu primer pensamiento al levantarte es “¿Qué tengo que hacer hoy?” y no se te ocurre preguntarte “¿Qué quiero hacer hoy?” Muchas veces ya ni sabes lo que quieres de tan poco que has practicado la capacidad de elegir. Una manera de superar esta dificultad de conectar con el deseo es averiguar  primero  tus necesidades. “¿Qué necesitaría  hoy para sentirme satisfecha al final del día?”. Para responderla, tendrás que recordar que dentro de ti  hay diferentes voces y no permitir que tome el mando esa voz que ha regido tu vida desde el cumplimiento y la responsabilidad frente a los demás. Porque en ese caso lo más probable es que te diga “necesites” hacer lo que toca. Pero no confundas la satisfacción del deber cumplido con el placer de actuar en plena coherencia con lo que sientes y piensas. Date espacio y tiempo para escuchar la voz de tu cuerpo que no engaña y discierne si te pide descanso, movimiento, contacto con otras personas o distracción, o lo que sea. La respuesta a esa pregunta tiene que darte vida, bienestar, paz, y no estar condicionada por expectativas ajenas.  Otra reflexión que puede ayudarnos a liberarnos del patrón del cumplimiento es plantearnos ¿A qué tengo derecho? Y escribirlo en un papel que releeremos de vez en cuando para recordarlo y encontrar maneras de materializarlo.
Podríamos alargarnos mucho sobre este tema, pero para cerrarlo y que cada uno llegue a sus propias conclusiones, creo que la pregunta clave para reconocer cuál es tu actitud frente al disfrute es la que abría esta reflexión:

La vida ¿es para ti un premio o un regalo? El premio te lo has de ganar. El regalo llega a tus manos y lo has de agradecer y disfrutar.
Puedes pasarte la vida haciendo cosas para ganarte el derecho a existir o para justificar tu existencia. O, por el contrario,  disfrutar de las posibilidades que te ofrece el hecho de estar viva y de la fuente de energía que es la gratitud por ti misma y por lo que te rodea. Cómo agradeces y cómo disfrutas reflejará cómo entiendes tú la felicidad y la vida.


Acaba de empezar el otoño, tiempo en el que los árboles con sus hojas nos recuerdan la importancia de soltar. Deseo  que antes de fin de año: 


🍂sueltes el exceso de responsabilidades que no te permiten disfrutar y te  responsabilices
  de tu bienestar.
🍂 descubras la importancia de pasarlo bien y tu modo concreto de hacerlo para ser mejor persona, más humana, más feliz, más tú.

Y como siempre: atrévete a soñar, camina hacia tus sueños, y sobre todo disfruta del camino.

Marita Osés ,
23 septiembre 2024

Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
 

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis RRSS: InstagramFacebook o LinkedIn  🔗 y en mi canal de YouTube



21.3.24

Decirte NO para poder liberarte




Uno de los ejercicios que con mayor frecuencia recomiendo a algunas personas que empiezan un proceso de coaching es decir un NO diario a alguien, que signifique en la práctica un SI para ellas.



Suelen ser personas muy disponibles, que dicen sí antes de pensar si realmente pueden o deben comprometerse a hacer aquello que se les pide y que a menudo renuncian a cubrir necesidades propias o a hacer los planes que tenían programados, para satisfacer las peticiones de terceras personas.

En definitiva, personas que no saben decir no. Cuando aprenden a priorizarse y a tener en cuenta sus necesidades (al menos tanto como tienen en cuenta las ajenas) su vida se vuelve mucho menos estresante porque encuentran un equilibro entre dar y recibir, que pasa por decir SI a aquello que desean. En estos casos, el NO marca un límite imprescindible para preservar el  espacio o el tiempo que necesitan para su desarrollo. Si te viene muy bien hacer yoga a tal hora, di que no a tu amiga cuando te pida que la acompañes a hacer una gestión.  Si un NO a secas te parece demasiado contundente, puedes decir le AHORA NO, pero SÍ en otro momento que se ajuste más a tu agenda o que no te suponga renunciar a  lo tuyo para satisfacer a esta otra persona. Se trata de compatibilizar tus necesidades con las de los demás en lugar de renunciar a ellas para que los demás estén contentos. Entre otras cosas, porque la mayor parte de las veces, esta renuncia no habría sido necesaria.
 
El post de hoy va de otro tipo de NO. Es un NO dirigido a un@ mism@, o, por lo menos a esa parte de nosotr@s mism@s que no está alineada con nuestro bien. 

Lo resume bien Yung Pueblo en su libro CLARITY&CONNECTION p.187 que traduzco libremente:

“Una de las habilidades más difíciles de dominar es decirte no a ti mismo para poder elevarte y desplegarte hasta convertirte en un ser más grande: No a las distracciones  o a la falta de coherencia, no a los patrones y formas de hacer que te devuelven al pasado, no a hacer únicamente lo que te resulta fácil, no a la duda y al miedo.”
Entramos en una paradoja: ¿Es posible que poniéndonos un límite, podamos desplegarnos más plenamente, potenciar nuestra mejor versión? Rotundamente sí. Y propongo que lo comprobéis personalmente, afirmando por adelantado que no es tarea fácil. Pensad:

En este momento de mi vida, ¿En qué momentos o aspectos de mi vida tendría que tener preparado un NO claro y contundente que me  cerrase un camino tal vez apetecible, pero  perjudicial para mí, y por eso mismo, me abriese la posibilidad de desplegarme hacia la persona que deseo ser?

Cada uno sabrá a qué tiene que decirSE no.

Voy a poner ejemplos de lo que nos sugiere Yung Pueblo en el párrafo citado:

  • DIGO NO a las distracciones (me distraigo con el móvil, con las vidas de otras personas, con las obligaciones autoimpuestas, y por ende inventadas), no a la falta de coherencia (no encontrar tiempo para las actividades que me hacen bien)
  • DIGO NO a los patrones de  conducta o formas de hacer o de ser que me remiten al pasado (autoinmolarme, no decir lo que pienso, deseo o siento, hacerme responsable de las emociones ajenas, buscar culpables, dejar que mi mente decida cómo tiene que ser la realidad en lugar de respetar la dinámica de cada momento y averiguar qué hay detrás de cada situación aparente)
  • DIGO NO a sólo hacer lo que es fácil, lo que no me cuesta esfuerzo o únicamente lo que me fluye. No a meditar 5’ en lugar de 30’ si sé que 30’ es lo mínimo para que mi ser funcione medianamente bien. No hablo de forzarse, sino de esforzarse. Forzarse implica violencia. Esforzarse implica poner intención, atención y energía aunque no me apetezca de entrada, porque sé que me conviene, que me hace bien. 
  • DIGO NO a la duda y al miedo (miedo a equivocarte, a arriesgarte, miedo a caer en la rutina aburrida de las parejas que no se renuevan, miedo a “acostumbrarte” a lo que tengo dejando de valorarlo y de ver la novedad que entraña la vida cada día, miedo a jubilarte y no hacer todo lo que habías pensado hacer, miedo a amar tanto que te lleve a sufrir, miedo a tu vulnerabilidad.Decir no a la duda es desterrar la costumbre de empezar frases con “Y si….”.

¿Por qué nos pasa esto? Porque nuestro cerebro esta cableado para la comodidad, y  nuestra alma para el crecimiento. Y ambos están en un tira y afloja permanente. Dependerá de nosotros el encontrar el equilibrio que nos lleve a ser la persona que deseamos ser. A nuestro cerebro le gusta el placer y detesta el dolor. Nuestra alma transmuta el dolor en aprendizaje. El sistema de recompensa grabado en nuestro cerebro está programado para repetir las experiencias placenteras (comer, tener sexo, socializar…) que activan la descarga de dopamina. Esta nos da una agradable sensación de bienestar, calma y relajación. Y está claro que siempre queremos más. Con el tiempo, nuestro cerebro aprende a asociar ciertas conductas con este chute de dopamina. Esta búsqueda de comodidad impulsada por la recompensa tenía mucho sentido en los seres humanos de los primeros tiempos porque los llevó a buscar refugio, compañía y a llenar sus estómagos, lo que incrementaba sus probabilidades de sobrevivir. Pero para nosotros, seres humanos del siglo XXI, este sistema puede llevarnos a realizar actividades muy poco saludables como son los atracones de series o de comidas, las relaciones tóxicas, las adicciones. En la prehistoria, evitar la incomodidad protegió a los primeros humanos de amenazas u peligros. Evitarlos era esencial para su supervivencia. Pero, en la civilización actual, este instinto que sigue grabado en nuestra biología puede llevarnos a postergar interminablemente  actividades muy beneficiosas para nosotros y a generar hábitos muy poco saludables.

Así pues, decirte no cuando detectes que es esta tendencia antigua lo que esta detrás de la conducta que vas a iniciar, significa decir sí a tu crecimiento personal, al despliegue de todo tu potencial , que va más allá de la inmediatez del chute de dopamina y te da una satisfacción personal que se prolonga en el tiempo y te hace sentir orgulos@ de ser quien eres.

Por eso, la propuesta del podcast de hoy es que te plantees la siguiente pregunta:

¿Hay algo a lo que quiero decir NO en mi vida, porque me encaminará a ser más quien quiero ser?

Pronunciar ese NO con cariño, con comprensión, con confianza te ayudará a ser coherente y a convertir ese límite en trampolín. Y descubrirás que lejos de limitarte, ese NO te libera.

Marita Osés

15 marzo 2024



Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
 

📧mos@mentor.es 📲+34 661 631 972 🗺️ C/Provenza 214 8º 2ª Barcelona (Presenciales Martes, jueves y viernes)

Puedes seguirme y contactar conmigo en mis RRSS: InstagramFacebook o LinkedIn  🔗 y en mi canal de YouTube