2.6.22

¿Te juzgan o te juzgas?


En la mayoría de mis 🔗consultas de coaching, uno de los obstáculos para avanzar -sea cual sea la cuestión que se aborde- es esa voz interna que nos critica, nos avergüenza o nos invalida, haciéndonos sentir insuficientes o inferiores a otras personas.

Cuando, cansados de ir arrugados por la vida, decidimos aceptarnos como somos, nos damos da cuenta de que es imprescindible plantarle cara a esa voz que siempre le encuentra pegas a lo que vas a hacer, lo que estás haciendo o lo que ya hiciste. Con frecuencia, no somos conscientes de esa voz interna, y tenemos la sensación de que son los demás los que están teniendo una opinión negativa.
Proyectamos en los demás lo que pensamos de nosotr@s mism@s y ese miedo a su juicio levanta una barrera defensiva que nos hace parecer agresiv@s, reservad@s, desconfiad@s, tímid@s o cualquier otra máscara tras la cual ocultamos nuestra falta de aceptación.
¿De dónde viene ese miedo? De mi propia opinión negativa acerca de mí mism@.  Hay quien no soporta su mal genio o su timidez; hay quien lleva muy mal tener barriga o una nariz grande o pequeña; hay quien se tortura por no tener pareja o por no haber encontrado el trabajo o la persona de su vida. Y generalmente se culpan por ello.
La no-aceptación siempre provoca parálisis en nuestras vidas, es un obstáculo que no permite avanzar. Y no hay otra vía de salida que aceptar lo que eres, lo que tienes, lo que te toca vivir en cada momento. Cuando formulo esta propuesta, algunas personas entienden que aceptarse es estancarse. “Si concluyo que todo está bien, ¿cómo voy a crecer?”, argumentan desconcertadas. Surge el temor a ser demasiado indulgentes, y por ende, a perder excelencia o capacidad de mejorar. Por el contrario, la aceptación es uno de las tareas más dinámicas y laboriosas que existen. Aceptarse no significa creer que todo lo hago bien, sino que en el proceso de convertirme en quien realmente soy, tengo derecho a equivocarme. Si a cada error me juzgo y me condeno (raramente nos absolvemos), acabo teniendo una imagen patética de mí mism@ y temiendo que los demás piensen lo mismo que pienso yo de mí. Voy menoscabando mi autoestima y mi imagen se resiente. La mente siempre busca elementos que corroboren lo que YA piensa. Por eso es tan importante lo que pienses de ti. 
Si piensas que eres dign@ de ser (aceptad@) como eres, tu mente buscará y registrará todos los datos que le den la razón, que ratifiquen tu valor intrínseco.
Si piensas que no vales, tu juez interno se encargará de enfocarse en todos tus fallos para sancionar esas faltas y para confirmar tu pensamiento negativo con respecto a ti mism@.

La alternativa al juez es el testigo u observador. El observador me mira y me toma como soy. Se limita a constatar las razones que hay para que la realidad que se presenta ante tus ojos sea como es. Y por ello comprende. No entra a decidir si le gusta o no, si es buena o mala. Yo soy la que soy con mis luces y mis sombras y mi observador interno lo sabe. No tiene una idea preconcebida de como tengo que ser, sino que es testigo cómo me manifiesto. Lo acepta y lo registra, sin entrar en juicios de valor, sino comprendiendo que estamos en permanente evolución y que para llegar a la plenitud tenemos que pasar por diferentes fases, unas más luminosas, otras más sombrías, algunas placenteras, otras más dolorosas. Aprender a observarse sin más implica la decisión y la determinación de ser comprensiva, tolerante, no tener una idea preconcebida de lo que tengo que ser sino apreciar y valorar lo que brota de mí, como parte de un proceso de crecimiento que es lícito y respetable pase por donde pase.

¿Cuál es la diferencia entre el juicio  y la autocrítica?

Cuando te juzgas, das por sentado que has hecho algo mal. Se juzga a los que infringen la ley. ¿Qué leyes estoy transgrediendo cuando me someto a juicio? ¿Mis propias creencias, las impuestas por mi entorno? Estoy sometiéndome a la dictadura del “qué dirán”? ¿Vale la pena sentarme en el banquillo de los acusados, solo porque alguien piense que yo debería ser o actuar de otro modo? ¿Por qué le doy tanto poder a alguien externo a mí? ¿Cometer un error es malo o es simplemente algo necesario para aprender? 
Por el contrario, la autocrítica significa revisar mi proceder o mi actitud con la perspectiva que me da el tiempo y desde una postura de observador humilde, sosegado y libre de condicionantes que aspira a comprender para aceptar y así poder transformar.
No puedo transformar algo que rechazo. Solo puedo transformar aquello que antes he aceptado.
Marita Osés
1 Junio 2022
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