“Necesito desconectar”. Cuando oímos esta frase, sabemos sin lugar a dudas que la persona que la pronuncia ha llegado a un punto de saturación. Algo la empuja a alejarse de aquello que le está provocando agobio.
Puede ser la exigencia extrema de su vida laboral, un conflicto con algún ser querido, una situación económica que parece irresoluble, una enfermedad inesperada… en todas ellas está presente un elemento de estrés: hay una presión excesiva sobre nuestros recursos personales que hace que acabemos desfondados.
El denominador común es el desgaste físico, emocional y psicológico que conllevan. En este sentido, la depresión nerviosa es una estrategia que provoca una desconexión antes de que la realidad nos aplaste del todo, a fin de sobrevivir a ella.
Tenemos claro que una máquina necesita estar conectada a su fuente de energía para funcionar. Puede estar en perfecto estado, pero si no la enchufas no sirve para nada. El ser humano es igual.
¿Conoces tus fuentes de energía?¿Cómo haces para recuperar fuerzas y arrancar de nuevo o mantenerte en marcha?
Una manera de desconectar es acceder a la parte lúdica de la vida, divertirnos. Además de alejarte o distraerte de la situación de estrés, ¿recarga verdaderamente tus pilas? Me contaba un joven de 31 años que vivía unos fines de semana tan pasados de vueltas que necesitaba el lunes para recuperarse y ser capaz de volver al trabajo. Está claro, que su estrategia de desconexión no le aporta la energía que necesita. Se trata de una pura evasión, un escape, que lo dispersa y lo vacía todavía más.
Creo firmemente en las bondades del entretenimiento y la diversión, pero no estaría de más preguntarnos:¿Inviertes tu tiempo libre en llenarte o en vaciarte? No es una pregunta cualquiera, porque para contestarla en la práctica tienes que conocerte, saber qué es lo que te llena, lo que te da vida. ¿Pasarte horas delante de la pantalla te regenera o te dispersa? ¿Beber alcohol hasta aturdirte te da claridad o te confunde todavía más?
Creo firmemente en las bondades del entretenimiento y la diversión, pero no estaría de más preguntarnos:¿Inviertes tu tiempo libre en llenarte o en vaciarte? No es una pregunta cualquiera, porque para contestarla en la práctica tienes que conocerte, saber qué es lo que te llena, lo que te da vida. ¿Pasarte horas delante de la pantalla te regenera o te dispersa? ¿Beber alcohol hasta aturdirte te da claridad o te confunde todavía más?
Cuando necesitas que tu mente se enganche durante horas a las redes sociales, ¿de qué estás huyendo? ¿De tu propia vida? ¿No te satisface y por eso habitas virtualmente durante horas en las vidas de otros?
Mirar hacia afuera para desconectar y conectar con vidas que no me pertenecen y realidades virtuales me sacan de mi mism@ y me des-centran, puede ser útil en dosis moderadas, pero cuando el uso de las redes se hace compulsivo, es el momento de replantearnos qué nos está pasando.
La alternativa es mirar hacia adentro y conectar con una parte de nosotr@s que ignoramos. Solemos tener miedo a encontrarnos con nuestros fantasmas, nuestras sombras, nuestras miserias. En efecto, allí están. Pero también está nuestra luz, nuestra esencia más pura, y si vivimos de espaldas a ella es normal que sintamos un vacío imposible de llenar con los sucedáneos que encontramos en el exterior. Conectar con esta fuente interna nos llena de coraje. Encontrar ese lago en calma, más allá de nuestras sombras, es como llegar a un puerto seguro en el que siempre puedes atracar, sea cual sea la tormenta que estés viviendo. Por eso, haz la prueba. Suelta todos los planes un fin de semana y quédate a solas. Escucha música, camina, baila, escribe, pinta, lee, corre, respira…no hagas nada más que contemplar durante una hora. Toma conciencia de ti mism@ y verás que es la mejor forma de conectar con lo que te da vida. Cierto, si el estrés de tu vida es muy intenso es posible que necesites ayuda para relajarte o para logar arrancar tu atención de tus problemas o superar las inercias del entretenimiento fácil. Pero darte esta pausa con cierta regularidad evitará que sea la vida quien te pare cuando tú no lo desees.
La alternativa es mirar hacia adentro y conectar con una parte de nosotr@s que ignoramos. Solemos tener miedo a encontrarnos con nuestros fantasmas, nuestras sombras, nuestras miserias. En efecto, allí están. Pero también está nuestra luz, nuestra esencia más pura, y si vivimos de espaldas a ella es normal que sintamos un vacío imposible de llenar con los sucedáneos que encontramos en el exterior. Conectar con esta fuente interna nos llena de coraje. Encontrar ese lago en calma, más allá de nuestras sombras, es como llegar a un puerto seguro en el que siempre puedes atracar, sea cual sea la tormenta que estés viviendo. Por eso, haz la prueba. Suelta todos los planes un fin de semana y quédate a solas. Escucha música, camina, baila, escribe, pinta, lee, corre, respira…no hagas nada más que contemplar durante una hora. Toma conciencia de ti mism@ y verás que es la mejor forma de conectar con lo que te da vida. Cierto, si el estrés de tu vida es muy intenso es posible que necesites ayuda para relajarte o para logar arrancar tu atención de tus problemas o superar las inercias del entretenimiento fácil. Pero darte esta pausa con cierta regularidad evitará que sea la vida quien te pare cuando tú no lo desees.
Existe dentro de ti un lugar especialmente diseñado para recargarte. Esa es la conexión imprescindible. No te la pierdas.
Marita Osés
30 marzo 2022
30 marzo 2022
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