2.3.22

HazTE el amor y no la guerra

Cuando he logrado ir más allá de la sensación de impotencia ante el conflicto de Rusia con Ucrania, he concluido que mi única manera de no contribuir a la guerra es frenar cualquier batalla que se esté librando dentro de mí y abortar todo tipo de violencia en mi vida. Utilizar la suavidad en el trato, la comprensión, la paciencia, la tolerancia conmigo en primer lugar, para llevarlo ya practicado cuando me relacione con los demás.

“Como es adentro es afuera” dice la sabiduría perenne. Si la situación del mundo refleja el estado de nuestro interior, tenemos mucho que cambiar dentro de nuestros corazones.
¿Qué batallas estás librando contigo?
¿Por qué no te dejas en paz?
Nos parece evidente que no se puede invadir un país por las buenas, pero ¿qué parte de ti está siendo invadida por tu intolerancia, exigencia, rigidez? Eres capaz de compadecer a una población que se ve obligada a huir y refugiarse, pero ¿eres consciente de cuántas facetas de tu ser se esconden de la  crítica propia y ajena por miedo a ser destruidas?

Es imposible transformar algo si antes no lo aceptamos tal como es.  El ataque solo puede generar defensa, y la actitud defensiva frente a ti mism@ hace que te atrincheres en aquello que, probablemente,  te vendría bien transformar. La aceptación serena de la realidad es lo que permite replantearla introduciendo algún elemento nuevo con la intención de eliminar o paliar el sufrimiento que nos ha provocado el planteamiento anterior.

Que en el siglo XXI sigamos dirimiendo nuestras diferencias a garrotazos, como si fuéramos seres de la prehistoria, es un sinsentido que apunta a la necesidad urgente de una toma de conciencia que nos resitúe frente a la realidad y nos ayude a evolucionar como especie humana. Asimismo, que cada uno de nosotros siga siendo su peor juez o verdugo me recuerda que estamos necesitados de mucho amor. Sin él,  no podremos liberarnos de los patrones autodestructivos que luego se manifiestan en nuestra relación con los demás y a escala macropolítica en las relaciones internacionales. Es, pues, imprescindible, conectar con nuestra capacidad de amar, nutrirla, cuidarla y entregarla, pues es la mejor manera de que se multiplique.
¿Qué puedes hacer con tus propias guerras?
¿Cómo puedes ir eliminando la violencia de tu relación contigo y con los que te rodean?

¿Qué quieres hacer con la guerra que tienes abierta con tu cuerpo, con tu carácter, con tus errores pasados o presentes, con tus defectos?¿Puedes tomarte una tregua e intentar solucionar tus conflictos ya no diplomáticamente, sino amorosamente?

Si no lo hacemos a pequeña escala, ¿Cómo vamos a conseguirlo a escala mundial?

Marita Osés
2 marzo 2022

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