¿Cuánta en estar a gusto contigo mism@? Cuando te esfuerzas por gustar, estás mirando fuera de ti, entregas tu poder a las personas y dependes de su reacción favorable. No eres libre.
¿Te has preguntado por qué necesitas su aprobación? Probablemente porque no te la has dado tú.
Hay personas que viven con un mandato interno implacable: “Tengo que gustar”. Para sentirse seguras, buscan conseguir el visto bueno de los demás, sean quienes sean y cuantos más mejor. Son personas poco conscientes de su valor intrínseco. Se visten, se expresan, se mueven para ganarse la aceptación de las personas que tienen delante. Necesitan que las vean y las validen desde fuera para sentirse alguien. Si perciben indiferencia, desagrado o, peor aún, rechazo entran en desesperación y reaccionan interpretando papeles que las alejan todavía más de su identidad real. Pierden el sentido común y se ven invadidas por la culpa. “¿Qué habré hecho mal?”. Olvidan que la reacción de una persona SIEMPRE tiene que ver más con esa persona que con aquello frente a lo que reacciona.
Cada vez que adoptas un personaje para gustar y te alejas de la persona que eres, te estás haciendo precisamente lo que detestas que te hagan: rechazarte.
¿Qué personajes representas para gustar?¿Qué parte de ti queda oculta con ellos?
Si te despojases de todo aquello que usas para lograr el reconocimiento de tu entorno ¿qué te queda? ¿Qué hay dentro de ti que es genuino e identitario? CON ESO BASTA para que tu estés a gusto. Pero si no estás convencid@ de lo que vales, si NO te aceptas, te parecerá imposible gustar tal como eres.
Y seguirás repitiendo el patrón que aprendiste en tu infancia que te llevó a intentar agradar a papá y mamá para que te quisieran, y luego a tus amistades para sentirte que pertenecías al grupo, y luego a tu pareja….. Estuviste tan pendiente de ellos, que ignoraste a tu referente interno, a tu ser profundo. Este ser es el único que sabe exactamente lo que necesitas para estar a gusto. Dentro de ti hay alguien que, si lo escuchas, te dice: “Tienes derecho a ser como eres”. Y a quien no le guste, que mire para otro lado. El mayor acto de libertad es concederte el poder de validarte.
¿Cómo aprendes a liberarte la mirada ajena y empiezas a dar poder a tu ser profundo?
1º Escuchándote: ¿Qué necesito ahora para estar a gusto? ¿Comodidad, descanso, diversión, eficacia, calma, aceptación, colaboración, espacio, tiempo? Pues me concentro en eso.2º No dejando que tu mente te distraiga discurriendo qué necesita la otra persona para estar a gusto contigo.
En multitud de ocasiones las primeras citas son un fracaso porque, por querer dar una buena impresión, representamos un papel que no le llega ni a la suela del zapato de la persona que somos en realidad. Pero como no te valoras, te ignoras e inventas otra.
La sensación de paz, plenitud, bienestar, ligereza que emanas por el mero hecho de estar a gusto contigo mism@ es lo más magnético que puede existir: El permitirte ser genuin@, ser como eres. Estar presente sin estar peleándote con ninguna parte de ti, sin preocuparte de qué es lo que piensa la persona que tienes delante, esa armonía interna que se traduce en naturalidad bate todos los récords de seducción, porque no hay nada más poderoso que la autenticidad. Si la relación que tienes contigo es de aceptación, vas a estar libre de la necesidad de “venderle la moto” a nadie. Es entonces cuando gustamos sin siquiera pretenderlo.
Marita Osés, 26 enero 2022
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