Me encantó un video de Saramago en el que comentaba con su parsimonia habitual que a las personas que llevan una vida sedentaria (los escritores como él, por ejemplo) les recomiendan siempre hacer actividad física. Pero que a los deportistas y personas físicamente muy activas, nadie les aconsejaba leer.
Se oye continuamente el consejo: “Tendrías que hacer más ejercicio”, pero no he oído nunca sugerir a un adulto: “Te vendría bien dedicar más tiempo a la lectura." Nuestro físico es importante, claro que sí. El cuerpo es la estructura material que nos sostiene. Pero la salud no es solo física, ¿Qué pasa con nuestra salud mental?
¿Cómo alimentamos, cuidamos, estimulamos, fortalecemos, relajamos esta herramienta, a la vez misterio y prodigio, que es la mente?
Si pienso en qué medida los libros han contribuido a mi salud mental, les doy una puntuación de diez sobre diez. En los momentos en los que no me veía, me han hecho de espejo. De repente, un detalle de la historia que me estaban contando, resonaba fuerte dentro de mí y me encendía una luz que alumbraba de manera distinta mi situación personal. También me han cuestionado y me han descubierto horizontes insospechados, ayudándome a tomar conciencia de lo estrecho que era mi marco de referencia. Así, han roto muchos corsés en los que había sido criada y que me ahogaban y me han abierto el camino hacia una libertad enriquecedora, que me hizo tomar consciencia de mi poder personal. Y ¿cómo no? Gracias a los libros mi sensibilidad ha vibrado de mil maneras y he acabado riendo o llorando con imágenes cuya belleza me parecía indescriptible y con sensaciones y emociones tan intensas y reales como la vida misma.
Que un ser humano pueda plasmar con palabras lo que me parece inefable me sigue pareciendo un milagro cada vez que tengo un texto en mis manos.
La creatividad humana no tiene límites y me produce un asombro y un disfrute también difíciles de expresar.
En alguna ocasión, la identificación con el personaje literario ha sido tal, que me parecía mentira que alguien que no fuera yo pudiera hacer una descripción tan certera. Esa es otra de las grandes bondades de los libros: nos igualan, nos hacen ver que vamos todos en el mismo barco, que nos mueven y nos duelen ideales y pasiones similares. Cada personaje es único, pero tiene algo en común con nosotros: su humanidad nos hermana y, si soy honesta conmigo misma, puedo encontrarme tan cerca de un personaje malvado como del ser más bondadoso de la tierra. Somos hermanos, nos une un mismo origen y destino.
Han acompañado mis soledades, dándome respuestas tranquilizadoras cuando lo he necesitado o motivadoras cuando precisaba un empujón. Y me han lanzado preguntas que han desvelado realidades o aspectos de mi ser que desconocía. La poesía me ha elevado muchas veces, dándome un respiro de la dura realidad. Y otras me ha enfrentado a ella, poniendo mis pies en la tierra sin dejar lugar a la huida. Me ha hecho llegar a donde tenía que llegar por un camino muy corto, de manera unas veces sutil, otras, brutal. Y me ha permitido entender con el corazón, cosas que la razón no entiende.
Se acerca el Día del Libro. ¿Cuál voy a regalar? ¿Cuál voy a regalar-ME? Paséate por las librerías antes las aglomeraciones del día 23. Deja que los títulos te hablen. Échale un vistazo a la biografía del autor o autora o al resumen de su obra. Si hay algo en tu interior que aletea cuando llegas a una frase o a una palabra, no le des más vueltas, apuesta por ese texto, porque tiene algo que decirte. Y te zambullirá en un mundo distinto, que te dará una perspectiva nueva sobre el tuyo.
Marita Osés , 10 abril 2024
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