13.7.22

A solas…contigo


Cuando te quedas sol@ en casa un viernes por la noche, ¿cuál es la primera emoción que experimentas? ¿Angustia, frustración, tristeza, miedo… o bien liberación, alivio, gratitud, alegría…? Naturalmente, dependerá de tu situación concreta en ese momento.


Las personas que desean pareja y no la tienen detestan esa soledad porque las hace más conscientes de su carencia. Para alguien que está en duelo por la muerte de un ser querido, la soledad le confronta también directamente con una realidad que le está costando aceptar y le hace sentirla de manera más dolorosa todavía. Para un padre o madre de familia puede representar un gran alivio y una oportunidad de descanso o bien producirles una sensación de vacío que les hace caer en la cuenta de lo mucho que dependen de su pareja o de sus hijos para sentirse bien. La presencia de otros puede estar llenando huecos que le corresponde a cada uno llenar. Los utilizamos inconscientemente como sucedáneos de algo que solo nosotros podemos darnos: nuestra propia presencia.

Por eso la pregunta no es ¿Te gusta estar sol@? sino ¿Te gusta estar contigo? Pues si estás contigo, si eres una compañía agradable para ti, NUNCA estás sol@. La sociedad que nos invita sin cesar a conectarnos a las pantallas nos está alejando de entrar en sintonía con nosotros mismos, distraídos como estamos viendo todo lo que brilla fuera de nosotros. Para conectar contigo, necesitas descubrir a este ser profundo que late dentro de ti  del que surgen todos tus anhelos y tus intuiciones. Y luego, prestarle atención, lo que significa dedicarle tiempo.

¿Disfrutas de tu compañía?

¿Qué te dices?

¿Cómo te hablas?

¿O tal vez hace años que te ignoras?


Cuando estas con alguien conocido que no te mira y no te dirige la palabra, ¿cómo te sientes? Probablemente ignorado, incluso excluido. Averigua si no estás haciendo eso mismo contigo. Podría ser esta la razón por la que no te gusta la soledad. Porque al no sentir que estás con alguien -tú mismo- que merece tu atención, lo que muestras es desinterés hacia tu propia persona.

¡Qué diferencia si en lugar de hacerte sentir que no existes, la persona que tienes a tu lado te pregunta cómo estás, qué necesitas, qué te apetece y se pone a tu disposición! Estar a solas contigo es eso: darte tiempo para preguntarte cómo te sientes, averiguar qué necesitas y hacer lo posible por cubrir esa necesidad o ese anhelo. Entonces, la soledad se convierte en un ponerse a la escucha y al servicio de uno mismo y genera gratitud y bienestar, y una sensación de protección que nos llena y nos serena. 

Si te asusta la soledad, pregúntate cómo te haces compañía y decide qué cosas puedes hacer contigo que no has hecho hasta ahora. Requiere un aprendizaje, pero vale mucho la pena.


Marita Osés

13 julio 2022



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