¿Qué te impide ser feliz?
“No puedes esperar a que las cosas te vayan bien para decidir ser feliz.”
Lo dice Jane, una joven norteamericana de 30 años que se presenta a un concurso de canto.
Cuando le preguntan si se gana la vida cantando, responde que lleva varios años sin trabajar por que ha estado ocupada con un cáncer que en ese momento le afecta a los pulmones, el hígado y la columna vertebral. Tiene un 2% de posibilidades de sobrevivir. “¡Un 2% no es un 0%!–aclara-. ¡Un 2% es algo increíble! -dice con una sonrisa deslumbrante-. Quiero que la gente sepa que SOY MÁS que las cosas malas que me pasan.” Su canción se titula TODO ESTÁ BIEN.
¿Y si nuestra felicidad depende de aquello con lo que nos identificamos, del concepto que tengamos de nosotros mismos?
Si me identifico con lo que me sucede (enfermedad, relación de pareja, mis hijos, mi trabajo, mi vida social...) cualquier incidencia en estos ámbitos o aspectos de mi vida afectará a mi felicidad. Por el contrario, si utilizo todo lo que sucede en mi biografía para conocer, alimentar, desarrollar mi ser profundo, aprenderé a relativizar lo que me ocurre y es probable que acabe encontrándole un sentido. Porque soy más que mi enfermedad o mi salud, soy más que mi relación de pareja o mi soltería, soy más que mis hijos o mi falta de descendencia, soy más que mi trabajo y que mi vida social. ¿O acaso me identifico con todo ello?
La felicidad depende también del concepto que tenga de la vida. Si la vida ha de ser un cuento de hadas para que sea vida, cualquier contratiempo nos hará sentir desgraciados. Si aceptamos de entrada que la existencia humana abarca necesariamente placer y dolor, aciertos y errores, ternura y dureza, luces y sombras y dejamos de dividirlos en dos bandos ”lo positivo o lo bueno” y “lo negativo o lo malo” nuestra mente no se resistirá a ello. La mente se resiste a lo que juzga y etiqueta como “malo”. Es esa resistencia lo que nos hace infelices.
¡Qué difícil es creer en la máxima “Lo que viene, conviene” cuando lo que nos trae la vida es dolor, muerte, enfermedad, oscuridad! Y sin embargo, el dolor puede enseñarnos mucho sobre el placer y el disfrute, de la muerte puede brotar mucha vida, una enfermedad puede derivar en lucidez, transformación y sentimiento de plenitud.
Jane con su 2% de probabilidades de supervivencia es un canto a la vida, a la esperanza a la posibilidad de ser feliz en las circunstancias más adversas. Cuando le preguntan quién le ha acompañado al concurso, responde que ha ido sola y su expresión irradia todo menos sensación de soledad o de desamparo. Está plenamente conectada consigo misma.
La infelicidad irrumpe en mi vida cuando mi mente decide de antemano qué es lo que tiene que ocurrir y yo solo acepto que ocurra eso.
Cada vez que le dicto a la vida cómo tiene que ser, planto una semilla de infelicidad. Cada vez que decido que lo que la vida me trae no es bueno, planto una semilla de infelicidad.
Cada vez que acojo la vida tal como viene, planto una semilla de felicidad. Si además le encuentro un sentido, conozco la plenitud.
Solo entonces soy capaz de decir: TODO ESTA BIEN.
Marita Osés
15 junio 2021
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