A veces, en las sesiones de coaching, me regalan unas frases de oro. Esta surgió recientemente y me sirve de base para el podcast de hoy. La clienta me dijo:
“No veo lo que está pasando, porque estoy concentrada únicamente en lo que quiero que pase”.
Me pareció una clara formulación de lo que ocurre cuando la mente nos secuestra y nos aparta de la realidad. La persona que me regaló este pedazo de frase está tan enfocada en cómo quiere que sea su equipo de profesionales para que su rendimiento sea óptimo en un futuro, que no presta atención a lo que está pasando AHORA en su equipo. Es tan poderosa su idea de lo que anhela conseguir en su departamento, que le impide ver lo que está sucediendo en el grupo de personas que lo integran. Otros casos comunes de este tipo de “ceguera”: Estoy tan obsesionado con que mi hijo apruebe, que no me estoy enterando de lo que está viviendo en esta etapa de su vida. ¿Quién sabe? Tal vez eso me daría claves para entender por qué no aprueba. Estoy tan determinada a conseguir este puesto de trabajo, que descuido aspectos personales míos –ejercicio físico, alimentación sana, vida social, aficiones- que me ayudarían a sentirme mucho mejor y presentarme a las pruebas de selección con más confianza. En estos casos, me quedo atrapada en mi mente y pierdo contacto con la realidad.
Es tan invasiva nuestra mente, que aquello que deseamos –que es una pura ficción en un principio- la ocupa por completo.
Lo mental no deja espacio para percibir lo que tenemos ante nuestros ojos. Sea o no de nuestro agrado, el presente es lo único con lo que contamos y a menudo el deseo de algo distinto nos ofusca.
Dejamos de ver aspectos o recursos que si los tuviésemos en cuenta, nos permitirían vivir esa misma situación de otra manera y sin duda sacarle mayor partido.
Lo peor de la cuestión es que, no solo me pierdo lo que sucede fuera de mí, sino también lo que se cuece en mi interior. No me entero de lo que ME está pasando porque ese empeño en que la realidad sea como yo decido y no como es, me aliena. Al desconectar de mi realidad con un pensamiento insistente –a veces obsesivo- o una creencia de mi mente que quiero materializar a toda costa, bloqueo lo que podría estar pasando tanto dentro como fuera de mí.
Más ejemplos. P. estaba convencida de que se quedaría embarazada del segundo hijo al primer intento, pero no está siendo así. Y no puede pensar en otra cosa. Goza de una relación satisfactoria con su pareja y con su primer hijo, desempeña un trabajo en el que cree, lleva una vida social intensa…pero se queda encallada en la frustración porque la vida no responde a su deseo y está tan concentrada en lo que NO tiene, que no es capaz de ver los beneficios y las oportunidades que le ofrece esa contrariedad.
Cuando se obsesiona de esta manera, el dulce deseo inicial se convierte en un reto a conseguir a toda costa. Y eso conlleva que puede descuidar otros aspectos de su vida, que tal vez son más urgentes. Su mente se empeña en que lo quiere ahora, aunque su cuerpo le da señales de que quizás no sea el momento.
🤔¿Podría ser que necesite sanar alguna herida antes de embarcarse en la aventura de ser madre por segunda vez?
¿Podría ser que este deseo frustrado le esté ofreciendo un tiempo para formarse, para dedicarse a algo que le gusta o que necesita para avanzar en su profesión o en su evolución personal?
¿Podría beneficiarse de alguna manera de este compás de espera en lugar de considerarlo “tiempo perdido” porque no se ajusta al calendario que había decidido de antemano? ❓
Así podría sustituir la envidia y la comparación con las amigas que sí están embarazadas, por la gratitud al descubrir que este tiempo de incertidumbre tiene un sentido y le está regalando una oportunidad de relajarse y preparar un nido más receptivo para este embarazo que se le resiste.
J. está tan concentrada en sentirse libre y empoderada viviendo una relación extramatrimonial que no se da cuenta de que está dinamitando una familia y una pareja de la que se siente orgullosa y en las que había puesto todo su ser porque creía firmemente en ellas. Ni se plantea siquiera de qué formas podría sentirse más libre y empoderada en el seno de la familia que ha formado. Eso sería una oportunidad para superar los patrones inconscientes que le hicieron someterse a un rol de pareja y de madre con los que en realidad no estaba de acuerdo, pero a los que se plegó porque era lo que había mamado o lo que sintió que tenía que hacer para ser aceptada por su entorno.
U. sufre por el carácter dominante de su novio y por ciertas actitudes controladoras que la hacen sentir incómoda cuando están en casa de él. Su mente le repite que si esta persona cambiase la relación sería magnífica porque todo lo demás va bien. Lleva tiempo obsesionada con que su pareja cambie sin conseguirlo. Tiene otra alternativa: tomar conciencia de lo que esas actitudes de su novio despiertan en ella (incomodidad, indignación, frustración, miedo a no ser amada) y explorar si tienen que ver con heridas antiguas. Si sigue empecinada en cambiar a su pareja se pierde la oportunidad de sanarlas. En realidad esta relación la está haciendo conectar con las creencias que le inculcaron de pequeña y que no son tan inocuas como ella recuerda. Decide mirar hacia adentro y concentrarse en lo que ella tiene la oportunidad de hacer consigo misma y no en lo que él debería cambiar para que ella estuviese más cómoda en la relación. Así descubre aspectos de ella que ignoraba y que le están poniendo palos en la rueda.
Cuando una idea, un proyecto, un deseo nos obsesiona, podemos perder nuestro poder personal.
¿Cómo evitarlo? Parar, respirar y preguntarse: ¿Qué es lo peor que puede ocurrir si este deseo no se hace realidad? Y a continuación: ¿Qué más hay en mi vida?
La mente magnifica las cosas como una gran lupa, y nos manipula con el miedo.
Sabemos que más del 90% de lo que tememos que suceda y en virtud de lo cual tomamos muchas decisiones, no ocurre nunca. Cuando te identificas tanto con una idea, proyecto o deseo, si tienes que renunciar a ellos o no se cumplen, sientes como si tú también desaparecieras con ello, como si eso fuera el final. Falso. Es fruto de esa identificación. Tú y tu realidad completa seguís ahí, dándote señales para que no ignores lo que tienes delante de tus ojos, para que le des una oportunidad, aunque no sea lo que deseas, y le saques partido en lugar de ignorarlo.
Si la frustración de tu proyecto te da tiempo, ¿por qué no aprovecharlo? Si el no cumplimiento de tu deseo te da tristeza y te quita energía para actuar, ¿por qué no dedicar atención a aspectos tuyos que tal vez hayas descuidado? ¿Puedes aparcar por un momento eso que te obsesiona y valorar todo lo que has logrado hasta el momento? Tal vez ese cambio de perspectiva, te abra puertas o posibilidades que no habías llegado a descubrir. A veces lo que necesitamos no es un reto, sino un respiro.
Tú eres más que cualquier proyecto, deseo o idea que ocupe tu mente. Están en función de ti y no tú de ellos. ¿Qué es lo que te va a convertir en la persona que quieres ser? ¿Lograrlo a toda costa, o saber aprovechar las alternativas que te está ofreciendo la vida?
¿Puedes aceptar por un momento que la vida tiene quizás una idea de lo que puedes necesitar para ser feliz, más acertada que tu mente condicionada por tu historia y tu entorno?
Dice Fernando Tobías:
“El presente es el lugar más deshabitado del planeta:”
Pues esta es mi propuesta hoy: habita tu presente, da un voto de confianza a lo que te está pasando, aunque no sea lo que habías deseado y observa cómo se transforma en un futuro que solo puede ir a tu favor.
Marita Osés
31 Enero 2024
Sea cual sea el momento de tu vida en el que te encuentras, si necesitas un espejo en el que mirarte y mayor confianza para dar un paso más, cuenta conmigo.
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