6.3.14

Biografía del silencio, Pablo D'Ors. Ed. Siruela, 2013

La prueba irrefutable de que Pablo D’Ors se ha entregado en cuerpo y alma a la práctica del silencio y ha experimentado en carne propia sus efectos es la lucidez con que está escrito su libro “Biografía del Silencio” y la serenidad que se desprende de su lectura. Esta es la razón por la que la presente reseña está cuajada de citas textuales, porque no hay palabras más acertadas y precisas que las que él ha elegido para explicar la experiencia de silenciarse y entrar en meditación. La impresión es que no las ha elegido, sino que han brotado, con toda naturalidad de su silencio. La definición que hace el autor de su obra nos da la clave del libro: “Breve ensayo de carácter testimonial sobre cómo asistí a la transformación de mi biografía gracias al silencio”. Es decir, contra todo lo que pudiese pensarse, el silencio es transformador. Y lo hace, además, desmitificándolo completamente: "El silencio no tiene nada de particular, sino que posibilita o enmarca todo lo demás. Lo demás tampoco es nada: la vida misma que transcurre".


Que adentrarte en el silencio, sin más, te ayude a transformar tu vida, es una buena noticia en este mundo en que parece que todas las soluciones se hayan vuelto tan complicadas. Y además en un momento en que se habla más que nunca de transformación personal y de necesidad de cambio. Pablo D’Ors, con una sinceridad y sencillez dignas de agradecer y con el conocimiento que le dan cinco años de fidelidad a la práctica, nos explica el largo proceso que media desde que se toma la decisión de priorizar la meditación en la vida de uno hasta que empieza a percibir los beneficios que aporta: "Primero todo es más importante que meditar y luego no hacer otra cosa que estar en contacto conmigo mismo, presente en mi presente, me parece lo más importante". Admite que necesitó año y medio para reconocer y poner nombre a buena parte de sus distracciones: desde molestias físicas, inquietud mental, aburrimiento, ideas obsesivas, hasta la evocación involuntaria de los deseos incumplidos, la culpa ante los fallos o los miedos recurrentes. Pero perseveró hasta familiarizarse con sus sensaciones corporales, sus pensamientos y sus sentimientos. Y entonces quiso seguir adelante a pesar de obtener pocos resultados con mucho sacrificio.


Para recorrer todo este trayecto, se precisa tiempo y sobre todo determinación. "Meditar no es difícil. Lo difícil es querer meditar". Y ¿cuál es la actitud? "Tanto el arte como la meditación nacen de la entrega, no del esfuerzo". ¿Cómo se entrega uno sin esfuerzo? nos preguntamos. El autor nos regala un concepto chino, el wu wei, como respuesta. Wu wei significa estar ahí para captar lo que aparezca, sea lo que sea, ponerse en disposición para que algo pueda hacerse por mediación tuya, pero no hacerlo directamente. Limitarnos a ser una antena que percibe cualquier vibración y la incorpora a la suya. No es tarea fácil para nuestras mentes occidentales que giran en torno a la actividad asumir la aparente pasividad que conlleva este ejercicio: "Meditación es básicamente recibir lo que la vida ha inventado para nosotros y dárselo a los demás". Es precisamente a través de este “no hacer” como se va generando en nosotros uno de los efectos más beneficiosos de la práctica: la humildad. "Al estar sentado aparentemente inactivo veo que las cosas son como son con independencia de mi intervención". 


Esta inacción favorece una actitud observadora. "Cuanto más se observa uno, más se desmorona lo que cree ser y menos sabe quién es". Lejos de alarmarse ante esta constatación, Pablo D’Ors nos anima a mantenernos en esta ignorancia, a soportarla, a hacerse amigos de ella y a aceptar que estamos perdidos y que hemos vagado sin rumbo. Llegados hasta aquí, el autor marca el punto de inflexión con una pregunta: De acuerdo, reconoces que has ido perdido que has sido un vagabundo, pero ahora. ¿Quieres convertirte en peregrino? El peregrino sabe el camino que desea recorrer, aunque no esté muy seguro de hasta dónde va a llegar. Para el peregrino, más que el destino, es el camino en sí lo que tiene sentido, y aquello en lo que se va convirtiendo su ser, por el mero hecho de recorrerlo.


A lo largo de las poco más de 100 páginas que tiene este testimonio, son muchas las definiciones de meditación, y van in crescendo. "Cuando te limitas a percibir, llegas por fin a lo que eres". "La meditación nos devuelve a casa y nos enseña a convivir con nuestro ser". "La meditación te enseña a sumergirte en lo que estás haciendo". La meditación apacigua la máquina del deseo y estimula a gozar lo que se tiene". "Es una escuela de apertura a la realidad, de iniciación a la vida adulta, un despertar a lo que somos". "La meditación es el arte de la rendición". Soltarlo todo -sentimientos, pensamientos, creencias- confiando que en ese vacío abismal que aparece de pronto está la clave de nuestra libertad.


Este es el máximo descubrimiento que hace el autor, la gran transformación de su vida. A esto nos invita desde su humilde experiencia ofreciéndonos la vivencia desnuda de su propio camino. "Empecé a meditar para mejorar mi vida; ahora medito sencillamente para vivirla". Gracias, Pablo D’Ors, por la autenticidad de tu regalo.

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