Cuando se puso en contacto conmigo, la persona me dijo de entrada que estaba en proceso de divorcio y que deseaba reinventarse.
Al cabo de diez minutos de conversación, me di cuenta de que el divorcio era una solución rápida a una situación tan humanamente insostenible que no quería perpetuarla más. “Me voy corriendo porque duele demasiado. Necesito poner fin a esto.” Sin embargo, a pesar de todo el dolor que me compartía, vi que había aún mucho amor, que no había podido ser expresado por haberse interpuesto muchos obstáculos, casi todos ellos internos.
Creencias, heridas o carencias afectivas anteriores habían estado saboteando su relación de pareja, sin que ninguno de los dos se diera cuenta.
Cuando le pregunté: ¿Qué es lo que ha hecho que aguantases casi veinte años? No me supo contestar. ¿Por qué no levantó la mano la primera, la segunda o la tercera vez que algo no le pareció bien? Es un adulto. Nadie le estaba imponiendo nada. Él fue acatando un modo de vida que llegó a resultarle insoportable porque no estaba alineado con él. Ahora se siente dolido contra su pareja, y eso le impide percibir su enfado consigo mismo.
Mientras hablábamos, comprobé una vez más que perdonar al otro es importante y te da paz, pero todavía lo es más perdonarte a ti por haber permitido lo que sea que haya ocurrido. No es fácil. Es mucho más fácil culpar al otro. Perdonarse a sí mismo no significa exonerar de responsabilidad a la otra persona por lo que haya hecho, ni justificar su comportamiento. Significa, en primer lugar, explorar qué me llevo a mí a tolerar esos actos o actitudes a veces durante años. Con toda probabilidad, esta indagación me llevará a descubrir patrones de conducta de los que no era consciente. Por poner algún ejemplo de lo que me refiero:
❎una tendencia a adaptarme para no estorbar.
❎conectar más con las necesidades o deseos del otro que con los propios hasta llegar a ignorar los míos y ya no saber ni qué quiero.
❎evitar una conversación para tener la fiesta en paz o, por el contrario, sacar las cosas de quicio para obtener atención.
❎decir SÍ cuando mi corazón está gritando NO, para complacer al otro, por miedo o por falta de respeto por uno mismo.
❎decir lo que el otro quiere oír, o no decir lo que deseas para que no se enfade
❎callar cuando hablar sería necesario para que se tuviera en cuenta tu opinión, tu deseo, tu propuesta.
Y así, mil formas de sabotear la verdadera conexión, convencidos de que lo hacemos por amor. Suelen ser patrones aprendidos en nuestra infancia que pueden estar dinamitando las relaciones en nuestra edad adulta.
Todo esto va sucediendo a lo largo del tiempo, muchas veces sin que seamos conscientes de que se está cociendo un conflicto o generando una distancia cada vez mayor.
Absorbidos como estamos en cuestiones logísticas y del día a día, el dolor es lo único que nos hace tomar conciencia de lo que está pasando. Hay que pagar facturas, educar a los hijos, cuidar a los enfermos…. Y lo urgente hace que lo importante se vaya postergando. Cuando la logística más o menos funciona, damos por sentado que la relación está bien y dejamos de alimentarla.
Olvidamos que está constituida por dos personas, cada una con su historia, sus heridas, sus creencias, sus ilusiones y sus frustraciones. Y sus necesidades. Y todo esto que llevamos dentro incide en la pareja y la condiciona.
Si no somos conscientes del impacto de nuestra mochila personal en la relación, nos encontraremos un día en una situación no deseada sin saber muy bien ni cómo ni por qué hemos llegado a ella. En la mayoría de los casos, no es falta de amor sino de conciencia.
Cuando no hay amor, ni sobretodo voluntad de amar, la reconstrucción no tiene sentido. Pero si existe voluntad de amar y/o algo más por lo que luchar, hay que empezar por que cada uno sane sus heridas.
Mientras hablábamos, comprobé una vez más que perdonar al otro es importante y te da paz, pero todavía lo es más perdonarte a ti por haber permitido lo que sea que haya ocurrido. No es fácil. Es mucho más fácil culpar al otro. Perdonarse a sí mismo no significa exonerar de responsabilidad a la otra persona por lo que haya hecho, ni justificar su comportamiento. Significa, en primer lugar, explorar qué me llevo a mí a tolerar esos actos o actitudes a veces durante años. Con toda probabilidad, esta indagación me llevará a descubrir patrones de conducta de los que no era consciente. Por poner algún ejemplo de lo que me refiero:
❎una tendencia a adaptarme para no estorbar.
❎conectar más con las necesidades o deseos del otro que con los propios hasta llegar a ignorar los míos y ya no saber ni qué quiero.
❎evitar una conversación para tener la fiesta en paz o, por el contrario, sacar las cosas de quicio para obtener atención.
❎decir SÍ cuando mi corazón está gritando NO, para complacer al otro, por miedo o por falta de respeto por uno mismo.
❎decir lo que el otro quiere oír, o no decir lo que deseas para que no se enfade
❎callar cuando hablar sería necesario para que se tuviera en cuenta tu opinión, tu deseo, tu propuesta.
Y así, mil formas de sabotear la verdadera conexión, convencidos de que lo hacemos por amor. Suelen ser patrones aprendidos en nuestra infancia que pueden estar dinamitando las relaciones en nuestra edad adulta.
Todo esto va sucediendo a lo largo del tiempo, muchas veces sin que seamos conscientes de que se está cociendo un conflicto o generando una distancia cada vez mayor.
Absorbidos como estamos en cuestiones logísticas y del día a día, el dolor es lo único que nos hace tomar conciencia de lo que está pasando. Hay que pagar facturas, educar a los hijos, cuidar a los enfermos…. Y lo urgente hace que lo importante se vaya postergando. Cuando la logística más o menos funciona, damos por sentado que la relación está bien y dejamos de alimentarla.
Olvidamos que está constituida por dos personas, cada una con su historia, sus heridas, sus creencias, sus ilusiones y sus frustraciones. Y sus necesidades. Y todo esto que llevamos dentro incide en la pareja y la condiciona.
Si no somos conscientes del impacto de nuestra mochila personal en la relación, nos encontraremos un día en una situación no deseada sin saber muy bien ni cómo ni por qué hemos llegado a ella. En la mayoría de los casos, no es falta de amor sino de conciencia.
Cuando no hay amor, ni sobretodo voluntad de amar, la reconstrucción no tiene sentido. Pero si existe voluntad de amar y/o algo más por lo que luchar, hay que empezar por que cada uno sane sus heridas.
Hay tres etapas importantes después de una crisis:
- 🔎Reconocer de qué manera ha contribuido cada uno a esa situación es fundamental para reparar o, en su caso, cerrar la relación con honestidad. Aunque sea uno el responsable de la infidelidad, traición, mentira, desatención o alejamiento o de la razón objetiva que haya hecho que se replanteen su compromiso de seguir juntos, y esta persona deba asumir su responsabilidad, la otra tendrá que reconocer qué ha hecho o dejado de hacer para llegar a ese punto. No se trata de repartir culpas, sino de no repetir los mismos errores. Y los errores pueden ser por acción o por omisión.
- 🔎Perdonarte y recibir el perdón del otro. En este momento, no sirve el juicio sino la compasión. Si la tienes contigo mismo, te será más fácil tenerla con tu pareja. Equivocarse es humano. Darte cuenta de que en aquellas circunstancias y en el nivel de conciencia en el que te hallabas en aquel momento no podías haber actuado diferente, porque ni tenías los recursos, ni eras consciente de lo que de verdad estaba pasando. Hay que permanecer en el dolor propio y ajeno el tiempo necesario para que nos haga reaccionar y sacar energía de él. Es normal, que queramos huir de él lo más rápidamente posible, digamos que es humano, pero haciendo eso lo malgastamos, no sacamos de él todo lo que nos tiene reservado. No es regodearse en él, no es victimizarse. Es sentirlo profundamente para poder salir de él habiéndolo “aprovechado”. Si salimos corriendo no escuchamos el mensaje que nos trae.
- 🔎Decidir qué patrones de conducta estoy dispuesta a soltar para que no interfieran en mi relación (o en futuras relaciones) y de qué manera quiero y puedo actuar en el futuro para no ser víctima de mis propias carencias o creencias. ¿Cómo puedo hacerlo distinto de ahora en adelante?
En cualquier caso, tanto si te quedas, como si acabas marchándote, es fundamental cerrar bien vuestra historia, validar lo que estuvo bien y perdonar lo que hizo daño.
Porque de cómo la cierres y cómo te sientas contigo y con el otro dependerá tu siguiente relación y la que mantengas contigo.
Marita Osés
Noviembre 2025
👇👇👇👇👇👇
A partir del 1 de Enero 2026, dejaré la consulta de Provenza, 214 en Barcelona y haré únicamente coachings -online o presenciales- en mi domicilio de Sant Joan Despí. La razón principal es que deseo dedicar más tiempo a la escritura, cosa que no he podido hacer en estos últimos años. Para ello, ganar las horas que actualmente dedico a los traslados entre mi casa y la oficina será un primer paso. Además, reduciré mi jornada laboral.
Agradezco la confianza que has depositado en mí y espero encontrar la manera de seguir respondiendo a tus necesidades en esta nueva etapa de mi vida profesional.
Agradezco la confianza que has depositado en mí y espero encontrar la manera de seguir respondiendo a tus necesidades en esta nueva etapa de mi vida profesional.
🔎Si necesitas información, quieres reprogramar sesiones o simplemente compartir cómo recibes este cambio, puedes escribirme por mensaje privado. Estaré encantada de leerte. Si necesitas información, quieres reprogramar sesiones o simplemente compartir cómo recibes este cambio, puedes escribirme a mos@mentor.es. Estaré encantada de leerte.💗


